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Mientras corría la mañana siguiente, recordé la noche anterior y la conversación que mantuve con NamJoon.

Después de dejar a Minnie, fui a llamar a su puerta.

Pareció sorprendido de verme, pero aceptó bajar a charlar un rato conmigo a uno de los bares del hotel.

Lo vi claramente más aliviado cuando supo que había decidido confesárselo todo a Minnie, pero yo sabía que lo realmente difícil sería hacerlo.

NamJoon estuvo hablando varias horas conmigo y me repitió una y otra vez que había tomado la decisión correcta.

Incluso pareció satisfecho del plazo que me había dado:

Se lo diría dentro de tres semanas.

Y, durante todo el rato, el único pensamiento que no abandonaba mi
mente era:

Ya no dispongo de todo el tiempo del mundo, tenía sólo tres semanas.

Tres semanas.

Cuando me despedí de Nam, fui al vestíbulo del hotel para tocar un rato el piano.

Por supuesto, la única pieza que me venía a la cabeza era la canción de Minnie.

Y mientras tocaba, no dejaba de pensar:

«Tres semanas. Veintiún días. Quinientas cuatro horas»

Aún no estaba seguro de cómo se lo diría, pero sí sabía una cosa:

Estaba convencido de que no iba a decirle nada aquel fin de semana.

Toqué durante horas y dejé que la música se apoderara de mi mente, tal como Minnie se había apoderado de mi alma.

Tras cada nota me notaba más relajado y cuando regresé a la suite, me sentí más en sintonía con mi
verdadero yo de lo que me había sentido en semanas.

Me dije que seguía siendo el mismo de siempre.

Exactamente el mismo.

La única diferencia era que ahora tenía a Minnie en mi vida.

Le diría la verdad en algún momento de las próximas semanas y...

Bueno, no sabía lo que ocurriría entonces.

Aún no quería pensar en eso.

Todavía teníamos que disfrutar de aquel fin de semana.

Acabé de correr y regresé a la suite.

[ ☦ ]

Cuando entré en el dormitorio de Minnie, vi que seguía dormido.

Bien.

Probablemente aún tenía tiempo de ducharme antes de que se levantara.

Cuando entró en el salón, yo ya me había duchado y vestido.

Se quedó un momento en el umbral de la puerta que separaba el comedor del salón; llevaba pantalones, un jersey gris y una sonrisa traviesa en los labios.

Yo dejé escapar un suspiro de alivio.

Por lo menos no parecía asustado después de la áspera sesión de sexo de la pasada noche.

Al contrario, se le veía fresco y completa y absolutamente follable.

Dio unos pasitos danzarines hasta la cafetera, se sirvió una taza y, por Dios que vi cómo contoneaba el trasero.

✔ ☦Đø₥ιɳαɳтɇ☦² 【YM】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora