Capítulo 1.

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—Viene una chica nueva, por favor, no lo arruinen está vez.

"Juliana, estamos juntas en esto, o todas la arruinamos o todas la salvamos" dijo J. dentro de su cabeza, aunque la escuchaba tan claro que Juliana podría jurar que le había hablado al oído.

Suspiró, intentando relajarse, estaba muy nerviosa.

Las últimas tres acompañantes que había tenido se habían ido, porque no podían convivir con aquellas cinco personas completamente distintas que compartían un mismo cuerpo.

Por suerte habían sido amables, no la llamaron loca ni le gritaron, ni nada, sólo se habían ido y no volvieron a hablarle.

O al menos era lo que Juliana sabía, pero ella al ser la anfitriona, las otras personalidades no le contaban nada de lo que pasaba.

Juliana había sido diagnosticada con Trastorno de Identidad Disociativo hacia tres años, cuando luego de su baile de graduación algo había ido muy mal.

Esa noche se había ido con Sasha a su casa, siendo su interés amoroso estaba más que claro que su intención era tener sexo con ella, pero fueron un par de besos calientes y después ya no recordaba absolutamente nada.

Despertó al otro día en el hospital, no tenía idea de qué había pasado.

La enfermera, el médico y el psiquiatra que la visitaron y la cuidaron un par de semanas la ayudaron a adaptarse a la nueva noticia.

Esa noche se había sentido algo incómoda con los besos de Sasha, y fue suficiente para que otra parte de su ser tomara el control, aquella que después conoció como Bunny, su protectora, encargada de protegerla de cualquier situación sexual con la que no se sintiera a gusto.

Sasha se había dado cuenta que había algo mal y se detuvo, cuando le preguntó si estaba segura fue Bunny quien asintió, pero la mayor seguía notando algo raro.

Quizás si Sasha hubiera seguido hubieran tenido sexo desenfrenado para que al otro día no recordara nada y culpara al alcohol, pero no fue así, porque la mayor era muy buena, demasiado.

Bunny era muda, sabía lenguaje de señas y fue luego de un rato que respondió con sus manos a las preguntas de la otra.

Juliana no tenía ni idea del lenguaje de señas, luego de aquello Sasha se había alejado y llamó a sus padres adoptivos, ellos llevándola al hospital, creyendo que había algo malo, porque ninguna de las actitudes de Bunny coincidía con las de su hija.

Se dieron cuenta que allí no estaba la niña que habían adoptado cuando tenía once años: Bunny diría que sí a todo incluso a cosas que Juliana odiara, y también estaba el hecho de que no hablaba y se comunicaba con señas, aunque intentaba hacerlo lo menos posible, esa no era su hija, esa no era Juliana.

Al explicarle lo sucedido al médico de guardia del hospital, la situación no estaba ni cerca de terminar.

Todo ya estaba lo suficientemente raro cuando apareció una tercera persona.

J., cómo se había presentado después, la protectora principal, fue quien respondió todas las preguntas del médico y del psicólogo de guardia, un pobre estudiante que parecía muy asustado.

—No estoy en condiciones de responder —dijo con una voz más grave y sería, definitivamente más intimidante que el tono de voz normal de la joven que todos conocían—. Mamá, ¿Podemos ir a casa? Estoy cansada.

—Nadie se va a ir hasta que esto termine de explicarse, Juliana —dijo la mujer, y la chica asintió sin ganas.

—Estoy bien, son sólo un par de voces, nada más —dijo ella, sonaba realmente relajada y convincente.

The Alters |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora