Capítulo 8.

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—Buenos días, linda —dijo Valentina, viendo a la media dormida Juliana que se frotaba sus ojitos, la pelinegra sonrió al verla y se acercó a ella para dejar un suave beso de buenos días en sus labios—. Estás preciosa hoy.

—Siempre dices lo mismo, todos los días —dijo la menor, bostezó, aún bastante dormida.

—Será porque estás preciosa todos los días.

Juliana sólo podía sonreír y ruborizarse.

En las últimas dos semanas habían estado muy empalagosas, nunca había sido un secreto que a Valentina le gustaba dar amor, pero no sabía que Juliana quería muchas muestras de amor y era muy necesitada.

Por más que a veces se hiciera la difícil, quería mimos y amor todos los días.

Cada oportunidad la usaba para darle un beso, o abrazarla, dormían juntas y paseaban de la mano, sonreía más que nunca.

Valentina sólo podía admirarla con ternura y amor, porque era un ser muy cariñoso, y le encantaba.

Desde que habían empezado con esa relación informal, porque no habían arreglado ser nada aún, las otras Alters aparecían mucho menos.

—J. no quiere salir porque ella es heterosexual y que una mujer esté cerca le afecta un poco —dijo Juliana, estaban en la cafetería de la universidad, como les era recurrente.

—Hey, deja que la chica tenga sus gustos.

—Ese fue el mejor comentario que te he escuchado decir —dijo J. su voz grave anunciaba su presencia—. No te voy a insultar está vez, te felicito.

—Qué honor, y viniendo de una chica tan linda —le guiñó un ojo, con una amplia sonrisa, J. hizo una mueca de asco y se fue, dejando a una Juliana confundida

—¿Me perdí de algo?

—No realmente —dijo Valentina, tomó su mano y entrelazó sus dedos—. Juls, ¿Cuándo tendrás una cita conmigo?

—Cuando me invites.

—¿Cuándo estás libre?

—Los fines de semana.

—¿Quieres salir conmigo este fin de semana?

—Claro que sí —dijo, y sonrió ampliamente —¿A dónde iremos?

—Quiero ir al centro comercial y pasar una tarde en los juegos.

—Si me llevas a los juegos Juls va a tomar el control, le encantan los juegos, las luces y los premios de peluche... Tengo que hablar con J. y preguntarle si es debido, es una niña.

—Lo sé, Juls, siempre podemos cambiar los planes e ir al cine o algo.

—Sé que cuidarás muy bien de Juls, ella no sale mucho, estaría bien darle un gusto.

—¿Puedo tener una cita con Juls en los juegos? Y después te llevo a comer a dónde quieras.

—A un McDonald's .

—Hecho.

—Será la mejor cita de mí vida —dijo la pelinegra, notoriamente feliz.

Ambas estaban muy felices y muy cómodas juntas, incluso podrían definirse como unas tontas, porque sonreían todo el día y cuando estaban a solas pensaban tanto en su compañera que se distraían de sus clases o de lo que estuvieran haciendo.

—Señor Harrison —llamó Valentina, la clase había terminado y sus compañeros se retiraban del aula, quedando los dos a solas—. Quería comentarle sobre mí trabajo.

The Alters |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora