Capítulo 9.

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—¿Valentina?

La pelinegra miró al cuarto, no lo reconoció en un principio porque habían cambiado el orden de las camas y de los muebles, se asustó y su mano fue hacia la mayor, que dormía a su lado, para despertarla.

Desde la ventana del dormitorio se podía ver una luz fría que venía del exterior, y se concentró en mirarla para no pensar en la oscuridad.

—Valentina, Valentina... —miró al cuerpo que dormía junto a ella, podía reconocer sus rasgos en la penumbra.

Escuchó un murmullo, y la mayor abrazó su cintura entre sueños, Nochu sintió unas cosquillas en su estómago, y algo de miedo, no le gustaba mucho el contacto físico, se apartó lentamente.

—¿Juls? —preguntó Valentina, media dormida, entreabrió sus ojos para ver a la pelinegra, que temblaba ligeramente e intentaba salir de la cama sin que la descubran—. Hey, ¿a dónde vas?

Valentina se incorporó para estirarse y tomar su mano, notó el temblor que recorrió su cuerpo con el contacto.

—¿Nochu?

La pelinegra asintió, sus ojitos la miraron con un poco menos de miedo que la última vez.

—Tranquila, iré a encender la luz, quédate aquí.

Se levantó, dejando a la pelinegra en la cama, estaba echa una bolita muy cerca del borde, cuando la habitación se iluminó Nochu suspiró con tranquilidad y dejó de temblar.

Regresó a la cama y volvió a tomar las manos de la otra, viendo cómo se pellizcaba con fuerza sus brazos, aunque no pareciera que lo hiciera a propósito.

—Ya no debes lastimarte así, Nochu, ya nadie te va a hacer daño, no tienes que hacerlo tú —dejó mimos en sus manitos—. Soy tu amiga, estaré siempre contigo, no hay por qué lastimarse, ¿Si?

Nochu asintió, no dijo nada, sus grandes ojitos la miraban llenos de brillos.

—¿Tienes miedo? —preguntó Valentina, luego de verla más tranquila, Nochu negó.

—¿Por qué están las camas juntas? —preguntó, cambiando de tema.

—Porque con Juliana somos muy buenas amigas, y dormimos juntas.

—Yo soy tu amiga... ¿Yo soy Juliana?

—Tú eres Nochu —corrigió Valentina—. Y yo soy tu amiga también, no importa quien seas.

Era normal que los Alters se hicieran pasar por el anfitrión, pero ya no tenía sentido que fingieran serlo, menos con Valentina, que las conocía.

La pelinegra asintió, dándole la razón, sonrió un poco.

—¿Qué haces despierta, Nochu?

—Yo... Quería ver a mi amiga Valentina.

—Pues aquí estoy —dijo, muriendo de ternura por dentro —¿Qué quieres hacer? Podemos jugar con nuestro otro amigo, Conejin, o podríamos comer unos cupcakes de chocolate...

Nochu comenzó a asentir, emocionada, Valentina no pudo evitar sonreír.

—Vamos, pequeña Nochu.

Sostuvo sus manos para ir a la cocina, la dejó sentada en una de las dos sillas de la pequeña mesa que formaba el comedor, y buscó en la bolsa de la panadería el último cupcake, que había sobrado del día anterior.

Nochu lo comió con gusto y una pequeña sonrisa en sus labios, iba por la mitad cuando se dio cuenta que Valentina no tenía ningún cupcake, y sin dudar un segundo le ofreció lo que quedaba.

The Alters |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora