Capítulo 13.

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Luego de tener su primera vez tomaron sus turnos para darse un baño, Juliana fue primero y Valentina después, se quedó viendo su celular mientras la menor estaba en el baño, al salir le sonrió a su novia muy feliz, Valentina dejó un beso sobre su frente y le recordó que estaba muy orgullosa de ella.

Mientras la mayor estaba en la ducha, Juliana comenzó a ordenar el cuarto, guardando la ropa limpia en su cajón y luego llevo la de Valentina a la cajonera, el cajón estaba abierto.

Frunció el ceño al ver un cuaderno, tenía escrito "Valentina Carvajal" en una etiqueta pegada a la tapa.

"¿Será su diario íntimo?" Pensó, sintió a J. cerca.

"¿Una mujer de veintitrés con un diario íntimo? Algo ridículo."

"Cállate, es mí ridícula."

La curiosidad pudo más que ella, espió la primera hoja de aquel cuaderno, creía que sería una agenda o algo así, pero le parecía raro que nunca había visto a Valentina usar ese cuaderno.

Sus ojos se abrieron con sorpresa y su corazón comenzó a latir más rápido.

Descubriendo Trastorno de Identidad Disociativo... Proyecto "Juliana Valdés" —murmuró, sintió como todo su cuerpo comenzó a temblar. —¿Se puede vivir con TID?

"Que maldita..." dijo J., enojada "Es igual a todos los demás."

Juliana estaba confundida, quería encontrar alguna otra explicación, algo que no fuera lo que estaba pensando.

"¿Nos usó para un puto proyecto?" Se preguntó Juliana.

"Estudia psicología, qué esperas de ella."

Comenzó a negar, sus ojitos se llenaron de lágrimas.

Tomó el cuaderno y siguió pasando las páginas.

Mí nombre es Valentina Carvajal y fui designada como compañera de cuarto de Juliana Valdés... Gracias a al señor Harrison por arreglar nuestra convivencia... E-estoy aquí para estudiar al sujeto con Trastorno... —sollozó, limpió su rostro y continuó—... De Identidad Disociativo... Y presentar mis observaciones en el trabajo final del año... Frente a t-toda la clase...

Negaba y limpiaba sus lágrimas, sintió su corazón doler como nunca antes.

—¿M-me usó para su tarea? —preguntó en voz alta, aunque quería hablarle a J.—¿Todo fue... para eso?

Necesitaba más respuestas, así que continuó pasando páginas y páginas, vio que había fotos de ella, un dibujo de una mano cuando Nochu las había lastimado tiempo atrás, y hasta una copia de la ficha de identidad que guardaba la escuela, allí donde estaban sus datos personales y más información muy específica, desde la dirección de sus padres, o de su escuela, hasta su diagnóstico y el contacto de su psicólogo y de su médico de cabecera.

Él señor Harrison insiste en ganarme la confianza de Juliana Valdés... Y de las demás para poder indagar más profundo en su TID...

"No es igual que los demás, es peor" dijo J.

Se adelantó casi al final.

—Juliana me ha revelado su pasado, y el porqué de la existencia de Nochu... Juls, Bunny... J. y ella...

Tuvo que cerrar el cuaderno y llorar para intentar quitarse esa sensación de su pecho, ese corazón roto.

Pensó en lo linda y atenta que siempre había sido Valentina, en cómo se había enamorado de ella, de su actitud tan buena, siempre había sido demasiado buena como para ser real.

Y se sintió como una tonta, como una completa idiota.

"¿Quién en su sano juicio te amaría de la forma que crees que Valentina te ama?" Pensó, había sido muy ingenua.

"Juliana, debes irte" dijo J., sentía su cuerpo mareando, sabía que su protectora iba a cambiar de lugares e iba a tomar el control.

Pero debía decirle a Valentina lo que pensaba, ella podía defenderse sola.

Se levantó algo tambaleante, al llegar a la puerta del dormitorio, en ese preciso momento, la puerta del baño se abrió y allí estaba Valentina, con su cabello mojado y una toalla sobre sus hombros, vestida con su pijama, sonriendo tan linda como siempre.

Aunque la sonrisa de la mayor se borró al ver las lágrimas en sus mejillas y el cuaderno en sus manos.

—Creí que eras diferente —dijo Juliana, su voz sonaba rasposa y dolida—. Creí que me amabas en serio... Pero solo soy un proyecto para tu clase, ¿No? Sólo soy una tarea... Todo este tiempo lo fui.

—Juliana, no es...

—Pero yo soy la tonta, ¿Sabes? Yo soy la tonta por confiar en ti y por enamorarme de ti, soy una completa imbécil, pero tú, Valentina... Eres una persona horrible.

—No, Juliana, déjame explicarte —quiso tomar su rostro, pero recibió un empujón que la apartó.

—No vuelvas a acercarte a nosotras, nunca jamás —su voz grave, su rostro serio a pesar de las lágrimas.

—J., yo no estoy haciendo ese trabajo, lo abandoné, porque no quiero aprovecharme de ustedes.

—Pero igual lo hiciste, sí te aprovechaste de nosotras —dijo, enojada—. Y te aprovechaste de Juliana aún más, te tomaste todo el trabajo de enamorarla y de ser buena con ella, todo era mentira.

—¡Yo también estoy enamorada de Juliana!

—¿Cómo voy a saberlo? ¿Cómo podemos confiar en ti después de esto? —alzó el cuaderno, luego negó y allí estaba Juliana mirando con dolor en sus ojos—. E-es muy cruel de tu parte, Valentina... Todo lo que has hecho.

La pelinegra se dio media vuelta, tomó un buzo y una bufanda, y se los colocó rápidamente para salir del cuarto.

—¿A dónde vas? —tomó su mano, pero la pelinegra la empujó una segunda vez, lejos de ella.

—A cualquier lado donde no estés tú —dijo, aún llevaba el cuaderno bajo su brazo—. No voy a permitir que nos lastimes más de lo que ya nos han lastimado —añadió, con su voz rota, al salir de allí le dejó el mando a J. de nuevo para que las llevara lejos.

Se fue y cerró la puerta con fuerza.

Valentina sentía ganas de llorar, debió haber lanzado ese cuaderno a la basura en cuanto decidió no seguir con aquel horrible proyecto.

Se colocó unas botas de invierno, se abrigó y salió del cuarto, tenía las llaves para regresar y su celular, de inmediato llamó al número de la menor, y esperó varios tonos, pero nunca atendió.

Volvió a insistir, salió del edificio de departamentos de la Universidad, bajando los pocos pisos de escaleras que tenían hasta llegar al exterior.

—Contesta, por favor... —murmuró, como si eso fuera a cambiar algo.

Sintió el frío aire del invierno y sólo pudo pensar que Juliana no llevaba suficiente abrigo, la había visto salir con un simple buzo y bufanda, y las oscuras nubes en el cielo indicaban que iba a volver a nevar pronto.

Estaban a mitad del invierno, y el frío era muy pesado.

—Siempre tan estúpidamente impulsiva —dijo, y continuó buscándola, pensando a dónde podría haber ido.

The Alters |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora