El tiempo siguió pasando, y Juliana hubiera querido que algo de su relación cambiará luego de aquel pequeño beso que Valentina le había dado, pero para su suerte, o desgracia, no avanzaron mucho más.
Si, solían salir caminando de la mano, y las muestras de afecto de la mayor, como los abrazos o los mimos en el cabello, aumentaron, y a Juliana le encantaban.
Pero no hubo más besos, al menos no en los labios, a veces Valentina dejaba un beso en su frente al dormir o en su mejilla al despedirse.
Y Juliana quería besarla con muchas ganas, pero era muy tímida, se sentía muy torpe e insegura para dar un simple paso y besarla de una vez.
"Sólo ve y bésala" le dijo J., cansada de que estuviera todo el día pensando en los besuqueos con su compañera de cuarto.
"Como si fuera tan fácil".
"Sólo tienes que ir y comerle la boca, cobarde".
"Prueba besándola tú a ver si es tan fácil, J." Juliana rodó los ojos.
"Soy hetero, no voy a besar mujeres".
Juliana decidió ignorarla, tuvo que esperar hasta las seis de la tarde para que Valentina terminara sus clases y regresara al cuarto, con escuchar sus pasos fue hacia la puerta para mirarla con los mejores ojitos de cachorro triste que pudo poner.
Funcionaron en seguida porque Valentina la miró e hizo un leve puchero, cerrando la puerta detrás de ella.
—Owww Juliana—tomó sus mejillas con suavidad, acariciándolas con sus pulgares, de inmediato la rubia sonrió —¿Tienes mimitis?
—¿Mimitis?
—Falta de mimos, puede ser crónica, muy grave.
—Creo que tengo mimitis —dijo, asintiendo.
Valentina dejó un besito en su frente.
—Vamos que te doy abrazos y mimos para tu mimitis, Juliana —dijo, tomando su mano y yendo hacia el dormitorio, se quitó su abrigo y dejó el bolso de la universidad a un lado, para luego echarse, junto con la menor, sobre su cama.
Juliana apoyó su mejilla sobre el pecho de la mayor, y podía escuchar sus tranquilos latidos, estaba muy calentita, y en el frío de principios invierno se sentía más hermosa, rodeó su cintura con cariño, mientras Valentina hacía lo mismo con sus hombros, y dejaba mimos sobre su cabello.
—Eres como un perrito que no vio a su dueño en todo el día —comentó Valentina con gracia.
—Me estaba sintiendo algo mal.
—¿Por qué? ¿Qué te duele? ¿La cabeza de nuevo?
—No, no... —tomó aire antes de decirlo—. Valentina... Me preguntaba, ¿Por qué no volviste a besarme?
—Porque quiero que me digas que estás segura de ello.
>> Me refiero... A que si te beso tanto como quiero hacerlo, porque quiero hacerlo, ¿Eso hará que otro Alter aparezca? ¿Y si te sientes insegura, no estás lista aún, por más ganas que tengas... Y si no es tu momento?
>> No quiero besarte, hacerte sentir incómodo, o alertar a alguno de tus protectores, y terminar besando a Bunny... O a J.
—Eso es un asco, iugh —dijo J.—. Lo siento —habló Juliana de nuevo.
—Está bien, Juliana —dijo Valentina, dejó otro besito sobre su cabeza—. No quiero tampoco que un beso sea un desencadenante y te pongas mal, quiero estar completamente segura de que estarás bien, que nada te traerá malos recuerdos, ni flashbacks, nada que pueda lastimarte de nuevo, porque no quiero lastimarte.
ESTÁS LEYENDO
The Alters |Juliantina
RomanceJuliana tiene Trastorno de Identidad Disociativo, ella es una de las cinco personalidades distintas compartiendo un mismo cuerpo, mientras intenta estudiar fotografía en la universidad, allí conoce a Valentina, su nueva compañera de cuarto, y tiene...