Capítulo 5.

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Durante las siguientes tres semanas no pasó mucho, su amistad seguía creciendo y comenzaron a tener costumbres compartidas, como ver una película juntas los sábados o domingos, con palomitas caseras que se turnaban para hacer.

Solían ir a la cafetería de la universidad juntas la mayoría de las tardes, a menos que tuvieran mucha tarea.

Valentina solía notar las miradas raras que recibían cuando andaban juntas, y en un principio creyó que era por ser dos chicas.

—Que puta mierda, cada idiota que pasa nos mira —dijo Valentina, sonaba muy molesta—. Ni que estuviéramos caminando de la mano o te comiera la boca en cada rincón.

Juliana se ahogó con su bebida, tosiendo de forma desesperada, con el rostro muy rojo volvió a mirarla.

—¡Val! No digas eso —dijo, sonaba avergonzada y Valentina rio.

—Lo siento, Juliana, pero qué quieres que diga, soy lesbiana —se encogió de hombros—. Deben saberlo.

—Tal como saben que soy lesbiana.

—¿Eres lesbiana? —Valentina actuó con gran sorpresa.

—Ja. Ja. Qué graciosa —Juliana la miró frunciendo el ceño y su nariz ligeramente, luciendo adorable—. Te miran porque es raro que alguien se lleve con la loca de la Uni.

—¿Quién?

Juliana rodó los ojos.

—Yo, Valentina —dijo, en tono cansado—. También deben estar sorprendidos que esté fuera del cuarto... No era de salir mucho.

—Tiene todo el derecho de salir y andar por ahí, no tienes que estar encerrada en ese cuarto todo el día.

—Claro, debería estar encerrada en un hospital psiquiátrico.

Valentina la miró algo molesta, pero Juliana hablaba completamente enserio y no se retractó.

—Juls, ¿Por qué dices esas cosas?

—Porque me lo han dicho —dijo, con un suspiro pesado—. Pero está bien, así es la vida, supongo.

—Hey —se inclinó hacia ella, los ojitos grandes y redonditos de la pelinegra la miraron cargados de brillo, luciendo muy bonitos—. Juliana debes saber que eres una persona muy hermosa, eres excelente compañera, muy inteligente y capaz, eres muy fuerte y mucho mejor en muchos aspectos a toda esa gente que te critica sin conocer ni una pizca de todo lo que eres.

»No pienses lo que un montón de idiotas creen, porque vales mucho más que eso, no le des lugar a esas críticas sin argumentos, no desperdicies tus energías en algo tan tonto —dejó unos mimos en su cabello, acomodó uno de sus largos mechones detrás de su oreja. —¿Si?

Juliana asintió, totalmente embobada con tener a Valentina tan cerca, sus mejillas estaban ligeramente rojas y creía que había dejado de respirar.

En cuanto se apartó suspiró, sintiendo su corazón agitado, llevó una mano al pecho.

Valentina sólo rio porque era adorable.

—¿Vamos? —preguntó Valentina, y tomó su mano sin dudarlo, Juliana se le quedó viendo un par de segundos —¿Puedo?

La pelinegra solo asintió, demasiado embobada por sostener la mano de Valentina.

Regresaron al cuarto y Valentina no dejaba de sostener su mano, Juliana sólo podía mirarla sin decir nada, a la mayor le parecía ciertamente divertido.

—¿Te molesta? —preguntó, Juliana sólo negó —¿Eres Bunny? Te quedaste muy callada.

—No, no, soy yo —dijo, y sonrió un poco—. Es que...

The Alters |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora