Capítulo 6.

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No había entendido que había querido decir con su último comentario antes de que bajara del auto

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No había entendido que había querido decir con su último comentario antes de que bajara del auto. Lo que si sabía es que estaba casi haciéndome encima por la ansiedad que cargaba. Había tomado el brazo de John y nos dirigimos hacia el interior de la casa la cual estaba llena de decoración cursi con algunas serpentinas de corazones y podía jurar que había un inflable de un bebé con pañales en el jardín.

Mi hermana y mi madre no escatimaban en gastos cuando se trataba de San Valentín. Mi madre adquirió el gusto de Rossie quien a su vez se volvió una amante de los cuentos de hadas desde pequeña. Por esa razón la boda estaba siendo trasladada al otro lado del país solo porque la niña de la casa quería su cuento de hadas, ¿y qué mejor que un castillo para que sea el lugar de la boda?

John se había detenido al ver el inflable con extrañeza, como si no fuera normal tener un inflable de cupido. Sí, no era normal, pero estaba tan acostumbrada a las decoraciones ridículas por San Valentín.

—¿Eso es...?

—Sí, un bebé muy grande y gordo con un pañal que puede estar muy sucio. ¿Seguimos? Quiero terminar esto cuanto antes.

—Relájate, si no lo haces tu tapadera de cita falsa se va a descubrir.

Tenía razón, debía calmarme por más que tuviera los nervios de punta.

El jardín estaba adornado con otras decoraciones ridículas de San Valentín. No solo era un cupido inflable, para cuando llegamos a la gran carpa blanca había contado cinco bebés gigantes, el último tenía los ojos como dos huevos fritos y podía asegurar que estaba maldito.

Respiré profundo antes de pasar la entrada de la carpa y cuando lo hicimos podía jurar que la mitad de las cabezas se dirigieron a nosotros. A lo lejos pude ver a Trixie, la mejor amiga de Rossie mirar a mi Ferrero Rocher como si quisiera comérselo. Sabía que se veía delicioso, pero John era mi Ferrero Rocher esta noche, no dejaría que nadie me lo arrebatara.

—Me estoy sintiendo un poco violado—susurró por lo bajo mi acompañante mientras nos adentrábamos aún más en la carpa. Los rostros entre sorprendidos y confundidos cada vez eran más evidentes—. ¿Eres tan oveja negra en tu familia? Es extraño que nos miren como si tuviéramos tres cabezas.

—Soy muuuuy oveja negra—canturreé con la sonrisa más falsa que perfeccioné a lo largo de los años—. Te dije que mi hermana había regado el rumor de que era lesbiana, quizás por eso nos ven así.

—Dijiste que ella pensaba que eras lesbiana, no que había esparcido un rumor falso.

—Si bueno, lo hizo, nunca lo aclaré a los demás. Rossie lo hacía ver como si fuera un delito, pero me da igual si hay mujeres a las que les gusta la vagina, ¿sabes? Bien por ellas—me detuve y me sonrojé mientras hablaba—. Olvida eso último.

—El no filtro es muy gracioso en ti.

—No lo es, digo muchos disparates y muchas veces me mete en problemas.

Una explosión de sabores para San Valentín | Festividades #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora