Lo siento

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~Mauro~

Maldita sea, Mauro. ¿Por qué eres tan idiota? Me regañé mentalmente.

"Uh... Lo siento, Paulo. Todas las luces estaban apagadas y creí que esta era mi cama." Murmuré la última parte, aún un poco avergonzado.

"Está... bien." Me sonrió, soltando unas cuantas risitas. "De hecho, es un poco reconfortante."

Mi corazón se derritió.

"¿En serio?" Pregunté.

"Perdona si te parece raro." Dijo rápidamente, mirando hacia abajo.

"No." Sonreí. "De hecho, es algo lindo."

Me di la vuelta y encendí la lámpara que se hallaba sobre la mesita de noche.

Regresé a mi posición anterior, mirando a Paulo, teniendo un poco más de luz para ver, y viendo a la cara las mejillas coloradas e hinchadas de Paulo.

"¿H-has estado llorando?" Pregunté, en mis ojos se notaba completa preocupación.

"N-no." Me mintió.

"En serio, Paulo." Exhalé. "No sigas escondiéndome las cosas cuando sabes que no funcionará."

Estaba un poco negado y de la nada respondió.

"S-sí." Dijo al borde de las lágrimas.

"¿Sí qué?"

Me miró como si fuera estúpido.

Me tomó un minuto darme cuenta a lo que se estaba refiriendo.

Fue ahí donde mi corazón se encogió.

"Paulo, ¿llorabas porque te dije que no tenías valor?"

Asintió tímidamente.

Le di un fuerte abrazo que él aceptó con alegría.

"Lo siento, Paulo."

Comenzó a llorar, escondiendo su rostro en mi hombro.

Jugueteé con sus cabellos, pasando mi mano entre ellos.

"Eres el único que me ha dicho que lo siente." Dijo llorando.

"Paulo, ¿Quién te está molestando?"

~Paulo~

"Paulo, ¿Quién te está molestando?" preguntó.

"¿C-cómo supiste-"

"Paulo."

Me separé de él.

No puedo creerlo, finalmente voy a bajar la guardia, le voy a contar todo a Mauro, tengo que hacerlo.

"U-un chico de la escuela."

"¿Quién?"

"Alejo, es mayor que yo, va en tu grado. Tuviste una pelea con él. Su amigo fue el que me hizo el moretón que viste en mi muslo." Dije, aún llorando.

Paulo no respondió, alcé la mirada y lo vi completamente furioso, se veía como si estuviera a punto de asesinar a alguien.

"Paulo, ¿por qué mierda no me dijiste antes?"

"N-no lo sé." Tartamudeé.

Mauro era aterrador, era un lado que no mostraba demasiado.

El Mauro usual solía ser relajado, siempre pensando en sus propios asuntos.

Pero este Mauro... este Mauro podía hacer que un asesino en serie huyera aterrorizado.

"Paulo, lo siento." Me dijo.

"Está bien." Le respondí, dándole una cálida sonrisa.

Mauro acunó mi rostro con sus manos, frotando mis mejillas con sus pulgares.

"No está bien." Dijo, quitando las manos de mi ahora enrojecido rostro.

Por un segundo quise que me besara, pero parte de mí sabía que estaba mal.

~Mauro~

Fueron un par de minutos en los que el silencio incómodo reinaba en el aire.

"Mauro."

"¿Hmm?"

"¿Qué querías decir con 'no está bien'?"

"Paulo, he sido un completo imbécil desde que llegué aquí y saber que has estado pasando por esto hace que quiera empezar todo desde cero."

Algo dentro de mí se rompió cuando escuché que era Alejo quien molestaba a Paulo.

Ahora sé a qué se refería cuando dijo que odiaba a un chico que era menor que nosotros, un niño que era muy 'desagradable' y presa 'fácil'.

Saber que pude haber hecho algo, rompe mi corazón.

"Bueno, Paulo, creo que deberíamos volver a la cama." Dije, poniéndome de pie.

"¿A dónde vas?" Me preguntó.

"A mi cama."

"U-um, ¿te g-gustaría, tal vez, q-quedarte conm-migo?" Me preguntó avergonzado.

Sonreí, de una manera cálida por primera vez en mucho tiempo.

"Por supuesto." Dije, trepándome de nuevo a la cama con él.

"Buenas noches, Mauro." dijo Paulo.

"Buenas noches, Paulo." Le respondí, acercándome más a él.

Y lo último que vi fue el rostro sonrojado de Paulo, antes de que me quedara dormido.

Tenía tantas ganas de besarlo, pero parte de mí sabía que él no sentía lo mismo.

Los siguientes dos días he estado trabajando sin parar y quedándome despierto hasta altas horas de la noche, hablando con Paulo

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Los siguientes dos días he estado trabajando sin parar y quedándome despierto hasta altas horas de la noche, hablando con Paulo.

Era increíble.

A pesar de que debía trabajar todo el día, al menos sabía que cuando terminara el trabajo, sería recompensado con hablar con Paulo toda la noche.

Hoy era lunes, y sabía exactamente lo que estaba a punto de suceder.

Le iba a partir la boca a Alejo y su amigo, quien ahora sé que se llama Luciano.

Con la ayuda de Thomas y Tiago, por supuesto.

"¿Así que quieres que te ayudemos a golpear a Alejo y Luciano porque han estado golpeando a un buen amigo tuyo?" preguntó Thomas.

"Exacto."

Hubo silencio por algunos minutos.

"Le entramos." dijeron Thomas y Tiago.

Qué alivio.

"No tienes idea de lo mucho que he esperado esto." Tiago sonrió.

"Siempre supe que algo andaba mal con Alejo y sus amigos." Thomas coincidió.

"Entonces, vamos." Les dije.

Caminamos hacia el comedor y vi a Paulo sentado junto a sus amigos, no sabía sus nombres, sólo que han sido amigos por mucho tiempo.

"Oye, Alejo." gritó Thomas.

Todos en el comedor nos miraron y luego miraron a Alejo.

"Necesitamos hablar." Le dije sonriendo con maldad.

Adicción // Pauki  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora