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—Buenos días... —murmuro besando su hombro desnudo.

—Buenos días, ¿Ha dormido bien, capitán? —habló con una sonrisa divertida, contagiando a Kyojuro.

—De maravilla.

Recién comenzaba la mañana, pero ambos estaban de muy buen humor, luego de llegar del lago Li se durmió instantáneamente, por lo cual aprovecharon de tener un íntimo momento. Deseando que la niña no los interrumpiera nuevamente como la vez pasada.

Kyojuro se sentó sobre el colchón estirando sus brazos, haciendo que algunos de sus huesos sonarán. T/N imitó su acción, solo que se acercó hasta el, abrazándolo por su ancha espalda. Suspiró dejando reposar su mejilla contra su cuerpo, sentir el calor de su amado la reconfortaba, pero por algun extraño motivo, no quería separarse de él.

Había escuchado muchas veces acerca de que todas las personas poseen un sexto sentido, que es capaz de alertarnos cuando algo malo estaba apunto de suceder. Incluso sentía su cuerpo pesado.

—¿Sucede algo? —preguntó preocupado girando su rostro para observarla.

Apuño los labios, quería decirle que se quedará con ella todo ese día, así podría asegurar de que nada malo le sucedería, sin embargo, no quería preocuparlo en vano. Negó con La cabeza y sonrió.

—No es nada. —contestó llevando sus manos hasta cuello.

—¿Segura? —dejo reposar ambas manos en su cadera y ladeó la cabeza sonriendo dulcemente. Cuando le vio asentir con la cabeza suspiró.

La joven acercó su rostro hasta el suyo, iniciando con un suave beso. Poco a poco Kyojuro dejo su cuerpo caer sobre el de ella, quedando nuevamente acostados sobre la cama.

❀❀❀

En los pasillos del aquel palacio, varios guardias caminaban de un lado a otro asustados, en busca del emperador. Parecía que algo malo estaba apunto de suceder.

Pasaron varios minutos hasta que por fin le encontraron, parado admirando los peces en el estanque ubicado en  uno de los jardines traseros, giró sobre sus talones al escuchar pasos, varios soldados le reverenciaron con notorios nervios.

—Su majestad imperial. Me temo que traemos malas noticias.

—¿Ha sucedido algo? —preguntó curioso.

—El señor Douma está aquí, y dice que debe hablar urgentemente con usted.

Su semblante se mantuvo tranquilo, asintio con la cabeza e hizo un ademán con la mano para que lo llevarán hasta el, durante el camino nadie se atrevía a mencionar palabra alguna, la tensión era abrumadora. Los soldados lo dejaron enfrente a la puerta del salón, hicieron una reverencia y se marcharon.

El emperador respiro hondo y entró al salón. En medio de este, se encontraba Douma, dando la espalda mientras sus manos se encontraban cruzadas sobre la misma. Dió media vuelta y sonrió.

—Que alegría verle Douma. —camino hacia el y le saludó como era debido.— pensé que no volverías hasta dentro de un mes.

El rubio sonrió cínicamente y habló.

—Emperador, es un gusto verle en buen estado. Respondiendo su pregunta, he decidido venir un poco antes de lo previsto, deseo darle una pequeña sorpresa a mi esposa y el capitán Rengoku.

—Me temo que no le estoy entendiendo.

—Vera, señor. —camino hasta el y dejo una mano sobre su hombro.— creo que hay algo de lo que no se ha enterado...

❀❀❀

En una pequeña casa a las afueras del pueblo, se encontraba un pequeño rubio de unos 14 años barriendo la parte trasera de su hogar.

Suspiro limpiando el sudor de su frente, había mucho calor. Levantó el rostro sorprendido cuando escuchó galopes a lo lejos, soltó la escoba sorprendido y sonrió.

—¡Hermano! —gritó con alegría.— ¡Mi hermano ha vuelto! —corrió hacia la entrada lo más rápido que podía. Una vez llegó abrió la puerta de golpe.— ¡Bienvenido her- —cerro la boca abruptamente, enfrente de él no se encontraba su hermano, sino un soldado imperial.

—¿Familia Rengoku?

El menor tragó grueso, se había preocupado, lo menos que deseaba era que trajeran malas noticias sobre su hermano.

—S-si —contestó con dificultad.

El hombre bajo de su caballo e hizo un ademán con la cabeza, preocupando aún más al niño.

—Por órdenes del emperador, necesito que un integrante de la familia de Rengoku venga conmigo.

—P-podria ir yo, mi padre no se encuentra en casa y me hermano mayor tampoco. —respondió con inocencia.

El hombre sonrió satisfecho, todo iba de acuerdo al plan de su señor Douma.

❀❀❀

Kyojuro camino hasta la salida, para despedirse de ambas, eran tan solo unas horas pero tanta lejanía le hacía sentir que podrían ser incluso meses. Li se acercó hasta él y lo abrazo sonríendo.

—Cuidese mucho señor Kyojuro, lo estaremos esperando.

—Lo haré, portate bien, Li. —dejó un beso sobre su cabeza y se acercó a la princesa sonriendo. Dejo un pequeño beso en sus labios y la abrazo.

—¿De verdad tienes que irte? —preguntó afligida.

—Debo asegurarme que mí batallon este sano y salvó. Prometo volver antes del anochecer.

Asintió con la cabeza, y colocandose de puntitas dejo otro pequeño beso sobre sus labios.

—Ten un buen viaje, amor mío...

Se despidieron una última vez y comenzó a cabalgar, alejandose cada vez más. Un suspiro de tristeza salió de sus labios, T/N sentía que algo no marchaba bien, y vaya que no se había equivocado...

𝗘𝗹 𝘀𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀𝗮 ┊ 𝖱𝖾𝗇𝗀𝗈𝗄𝗎 𝖪𝗒𝗈𝗃𝗎𝗋𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora