Capitulo 02

454 68 1
                                    


Se arrastran lo espíritus por debajo de tu cama, no puedes hacer nada para evitar lo inminente. 

...

Su cuerpo se sentía pesado, los dolores musculares eran cada vez más frecuentes, Jennie lo relaciona a largas jornadas de trabajo que debía doblar para conseguir un poco de dinero extra. Mirando el pequeño reloj sobre el buró, el segundero marcó las tres de la madrugada. La frialdad de la espalda hizo que mirara el pequeño huequito donde protegía a su hijo del frio.

Pero su pequeño bebé no estaba, así que la alerta fue lanzada rápidamente hacía su cabeza para intentar encontrar sus pantuflas y traerlo de vuelta a cama, las noches siempre solían ser frías y Taennie podría enfermar. El niño no podía estar tan lejos, o es lo que pensó, porque el lugar donde viven es muy pequeño.

A través de los oscuros pasillos una vocecita es reconocida a medida que camina entre la pequeña casa, la vela sobre su mano solo le proporciona la luz exacta para no tropezar con sus propios pies, escuchando como la madera cruje. Supone que eso es una de las desventajas de vivir en tan precarias condiciones ya que la casa está sumida en un silencio casi aterrador sin oportunidad de observar todo el sitio con claridad.

– No lastime a mami, ella es buena solo está triste. – la vocecita de su hijo la hizo detenerse cerca del marco de la puerta ¿con quién está hablando?

Jennie no perdió tiempo y buscó el escondite de cuchillo más cercano a ella, esta serie de objetos punzantes estaban esparcidos por toda la pequeña casa como una forma de protección ante cualquier situación.

Decidida a entrar con el cuchillo en mano, algo la obligó a no entrar y ser imposible dar un paso más. Como un presentimiento que le advertían no ser el momento de interrumpir, su corazón latió muy fuerte y las manos le empezaban a sudar.

–Todos en el vecindario la trata mal. – sus piernas se sentían entumecida sin oportunidad de avanzar. – Sé que mami juega conmigo para que no los escuche, pero en mi escuela también son malos. Y no me gusta – tragó en seco.

Mientras la oscuridad seguía sin poderle mostrar en que parte específica del cuarto se encuentra su pequeño hijo.

– Taennie...- jamás creyó que pronunciar el nombre del pequeño oji-azul le costara tanto. Como si su propia voz se hubiese hundido en el cuerpo.

Se sentía tan ridícula porque vamos, ya es una adulta y aun sentía el alma muerta de miedo al escuchar hablar de esa forma a su bebé. Ella entiende que los niños posean cientos de amigos imaginarios. ¿cierto? y quizás solo se trate de eso.

Contando hasta tres, entró con la vela entre las manos mirando a su pequeño hijito sentado con sus piecitos sobre el suelo frente al único espejo de cuerpo completo que poseían, ya algo desgastado y deteriorado con el tiempo.

No lo pensó mucho, dejando la vela sobre una madera usada como repisa y corrió a sostener a su pequeño para acunarlo entre sus manos dejando ver su propia silueta ser cubierta con el vestido blanco que usa como pijama frente al espejo viejo.

– Mi pequeño bebé. – le dio la espalda al objeto de cristal

Arrullándolo cariñosamente mientras deja caricias en la pequeña espalda, sabe que es para dar valentía a ambos, o mejor dicho, solo a ella pues su hijo no parece tener miedo a la oscuridad.

– Mi amor, ¿Qué haces tan tarde hablando solo?. –

Taennie ha demostrado tener una gran imaginación y Jennie no quiere escuchar alguna clase de comentario que le acelere el corazón, no esa noche, pero quizás, es necesario al ver a su hijo optar por conductas y comentarios que podrían ser peligrosos para él.

– Te puedes lastimar al no ver nada. –

– No puedo decirlo mami, te enojaras de nuevo conmigo. – su corazón latió tan rápido.

Pero negó, no tenia que sentir miedo.

Así que la curiosidad solo la invadió un poco para girar su rostro donde ella da la espalda a ese espejo. Y sí, no encontró otra cosa más que su propio reflejo. Sus exageraciones eran ridiculas porque ¿Qué es lo que espera encontrar?

El pequeño rostro de su bebé se acunó en el cuenco del cuello mientras sintió la tibia respiración acariciarle la piel, es una manía que Taennie siempre tuvo desde bebé.

Jennie piensa que es una forma de edificarla como su madre.

– Vamos a dormir, mi niño. – cubriéndolo con su largo y viejo suéter lo sacó de aquella habitación sin siquiera querer mirar atrás.

"Mi bella dama" escuchó un susurro colarse en el viento que azotó la vieja ventana

Cerro los ojos y agitó la cabeza eliminando cualquier traicionera idea mientras una corriente eléctrica atravesó el delgado cuerpo obligándola a aferrarse al cuerpo de su hijo quien ha caído dormido al instante entre sus brazos.

Jennie salió prácticamente corriendo de esa habitación. 

INIURIAM | TAENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora