No implores por un llamado de ayuda, porque quizás, la persona equivocada pueda estarte escuchando.
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Una hermosa mujer de larga callera azabache, sujeta en una abundante trenza, mira sus manos con pesar. De nuevo, el sentimiento de impotencia alberga su corazón, dios sabe que ella se esfuerza más que él resto, pero nadie quiere notarlo porque es más fácil señalar que creer en su inocencia.
Ante los ojos de lo demás sigue y seguirá cargando la cruz de la impureza impregnada en la piel. Juzgada por ajenos y su propia familia como "Puta" por ser madre soltera y traer a luz a un niño que ni ella misma reconocía el rostro del susodicho quien no solo la dejó desorientada y dolorida a la mañana siguiente cuando despertó, sino que su inocencia al igual que su alma fue arrebatada y manchada de la peor manera.
¿Un asalto? ¿una violación? Jennie no lo sabe y prefiere suprimirlo de sus recuerdos, lo único que resuena en sus vagos y borrosos recuerdos es una sensación inquietante que su cuerpo parece revivir cuando se fuerza a si misma al reconocer quien fue el hombre que la uso de esa manera.
La chica de ojos gatunos describe ese sentimiento como miedo puro y punzante en la máxima de las expresiones, siempre llega al mismo punto; un par de ojos azules quienes inquietantes y a la vez hermosos fueron imposibles de ignorar observándola desde el fondo de un callejón rodeado de oscuridad
Un error que le costaría tan caro pues el "innombrable", aquella desolada noche salió del infierno cual bestia atraído a la luz por la belleza de la joven.
Ella lo jura, después de esos momentos cuando el contraste de miradas terminó, sus recuerdos se reducen a una cama y toda su ropa regada. La mancha sobre tan blanca tela fue la única prueba que evidenció toda ella estar rota y de alguna manera entender que alguien se aprovechó para reclamar la pureza de su cuerpo en la inconsciencia.
Esa misma mañana Kim Jennie, la hermosa y asustada joven cuya belleza resultaba irreal en un pueblo tan pequeño fue marcada tras solicitar ayuda a gritos. Un llamado de auxilio que la deshonraría de por vida.
Una pena que siendo tan joven y bella fuese reclamada de la manera más baja.
Kim Jennie no se rendiría y aun cuando quisiese salir y mostrarles a todos que se equivocan y su vida podría seguir, la valentía se vio cuestionada cuando se enteró que dicho suceso no solo fue un trago amargo, sino que el extraño dejó algo más que su semilla en ella como un recordatorio que le sería imposible ignorar y tampoco se atrevía a negar porque es parte de ella.
Jennie se enteró de su embarazo y aquello le hizo replantear su concepto de vida, huir ya no era una opción, porque alguien dentro de ella reclamaría ser su mejor versión.
Huir dejó de verse tentador para aprender a vivir con las marcas de esa noche.
– Mami. – la pelinegra salió de sus ensoñaciones para rápidamente limpiar sus lagrimas y obligarse a sonreír ante el llamado de su hermoso hijo.
– Taennie. – susurró al pequeño quien mantiene una cobijita entre sus manitas.
– ¿Po que estas despierta tan tarde? – su pequeño niño de cabello tan negro como la noche apenas empieza a hablar.
Su angelito es el niño más precioso que todo el pueblo pudiese albergar. Y quizás, esa es otra de las razones del porque todos los odian. La belleza de Taennie es sacado de un libro antiguo, el pequeño posee una pálida piel como si se tratase de porcelana misma, sus ojos son tan azules que incluso Jennie algunas veces se pierde en ellos por lo tan profundo que pueden parecer, pero, sobre todo, sus facciones aun en la niñez resultan ser tan atrayentes dándole un aspecto angelical.
– Papi me dijo que no debes seguir de esa manela o morirás más pronto de lo que crees mami. – ignoró el comentario de su hijo mientras le miró jugar con algunos objetos viejos de madera.
¿Su papi?
Ese comentario hizo un gran ruido en su mente y un pesar extraño en su alma, a pesar de que quisiese ignorarlo y aparentar que no ha escuchado nada sus bellos se erizaron y solo se obligo a reír nerviosamente ante las ocurrencias de su bebé.
– Seguramente ha sido un sueño mi niño. – intento encontrar explicación a las palabras tan seguras que su hijo pronunció.
Y es que eso siempre pasaba cuando de alguna manera dejaba a Taennie minutos sin su atención.
– Estaré en unos momentos contigo, mami necesita preparar algo de comida. – el niño negó y se acercó a su bonita mami sujetando su manito con la de él.
– Papi quiere que duermas conmigo, dice que hoy saldrán sus mascotas... – y de nuevo Jennie se levantó furiosa, ella sabe que no debe descargar su frustración con su pequeño niño de cuatro años, pero ya suficiente tiene con todos sus vecinos haciéndole comentarios sobre "la vida fácil que seguramente llevaba" y por qué su hijo no tenia un padre presente.
Eran cosas que le herían, pero lo que menos quiere es que su pequeño Taennie creara ideas sobre alguien que no existe.
– No hay ningún padre Taennie, solo somos tú y yo contra el mundo. ¡Entiéndelo! Así que deja de hablar – aquello ultimo lo dijo más fuerte de lo normal. Haciendo retroceder al pequeño asustado.
– Mami, mala. – el pequeño salió corriendo al pequeño cuarto donde ambos compartían espacio. Seguido de ello la única bombilla de luz en el pequeño cuarto explotó, asustándola de sobremanera y provocar que brincase de su lugar.
"Lo que faltaba" pensó, ahora tendrían que usar velas. Era cuestión de esperarse, o eso quiso creer, no era uno de los mejores lugares para vivir, pero si era el único que podía pagar.
Jennie se dejó caer en medio de ese mugriento cuartucho de cuatro paredes tragándose sus lágrimas y descargar todo el dolor que su alma de madre podría sentir al verse como una inútil.
– Perdóname mi bebé, no quise gritarte. – le susurró al oído mientras hizo lo que su pequeño le pidió, dormir con él y cubrirlo en brazos.
Apenas y la contrataban para trabajos de medio tiempo, jamás había estabilidad porque de alguna forma a todos los lugares donde lograba conseguir un empleo los chismes llegaban. Y de nuevo, el dinero escaseaba.
Las ojeras sobre su rostro eran más marcadas, sentía que cada día algo más profundo le consumía. Pero tenia que ser fuerte, por su pequeño. El pequeño Taennie no tenía a nadie a excepción de ella, y por eso debía mantenerse fuerte.
Así que esa noche se permitió llorar, llorar por una vida que no le recompensaba en nada. Llorar porque no se consideraba una buena madre, ella quería darle todo a su pequeño, pero las cosas resultaban tan difíciles para ambos.
Por ejemplo, el cumpleaños número cinco de su hijo era mañana y apenas tenían para comer. Los regalos y pasteles no serían posibles, su niño crecía entre tanta miseria y eso le desanimaba aun más.
– Solo quiero un pastel para Taennie, es su cumpleaños. – suplico
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INIURIAM | TAENNIE
Fiksi PenggemarQuizás el sexto sentido era quien le advertía su pequeño hijo no ser del todo normal, quizás solo eran pensamientos del pueblo lanzados hacia ella que terminaron por convencerla; su precioso hijo de ojos azules no pertenecía a este mundo.