Capítulo 10

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Atalía

El infierno es una mierda, literalmente.

Estoy caminando por todo el lugar, ya que Astaroth está torturando a alguien y me dejó a mis anchas y yo estoy buscando a Alina Maximoff, la cosa es que no sé dónde coño está.

Después de diez minutos de ardua caminata, la cual me marea, me encuentro con un edificio gigante. Bueno, no es un edificio.

Es un puto castillo.

Un castillo gigante, con torres puntiagudas y de color sangre.

Eluxlecu, s'auñrxu s'uxes' gaupdupabe.

Aquel susurro me detiene de mi caminata involuntaria hacia las puertas.

Eso sonó como el idioma que hablaron las hermanas Maximoff. Pero, ¿qué idioma es?

Sigo caminando y llego a las enormes puertas. No hay cerradura ¿Cómo se abre este lugar?

Con mis palmas toco la superficie intentando buscar una manera de abrirla. De repente, como si fuera magia, la puerta se abre dejándome ver una sala inmensa y el piso forrado de alfombra carmesí.

— No puedes negar que perteneces al infierno después de eso —la voz chillona de Alina llega a mis oídos.

La veo y se encuentra a unos dos metros de la entrada.

— ¿Qué quieres decir?

— El castillo solo puede ser abierto por quien realmente pertenece al infierno —me dice la híbrida.

— ¿O sea que tú también puedes?

Ella niega con la cabeza —Yo estoy aquí por mis decisiones en vida y por el injusto juicio de tu padre —explica —. Tú estás aquí por sangre y derecho, tu alma pertenece a este lugar.

No se siente como si realmente perteneciera aquí. No se siente correcto.

Me doy la vuelta y me dirijo hacia Alina, quien podría serme de mucha ayuda.

—Vamos a dar una vuelta —le digo.

—Espero que esta vez no me abandones —reprocha —. Aunque el chisme estuvo bueno, debo decir.

Río. Me recuerda a cierto vampiro amistoso.

Nos alejamos del castillo y escucho como las puertas son cerradas, me doy la vuelta y no hay nadie. Cosas del infierno, supongo.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Eso estás haciendo —le respondo.

Resopla — ¿Cómo están los Abades? —pregunta y sé que no se refiere a la familia en general.

— Están bien, Alina —le digo con simpleza.

— Sé que es raro, pero...¿Cómo está Renjy? —y ahí está la verdadera pregunta.

La manera en la que ella suspiro cuando la conocí y mencionó a Renjy me dice que estuvo enamorada, la verdad la destrozaría.

—Renjy está...digamos que físicamente entero, aunque no podría asegurar cuanto tiempo se mantenga así.

Ella detiene su caminata abruptamente — ¿A qué te refieres con eso?

—No estoy seguro del Renjy que conociste, pero te puedo asegurar, Alina, que no se parece al que es ahora.

— ¿Y quién es ahora?

— No creo que quieras saberlo, Alina.

Ella frunce el ceño —Dímelo.

Princesa del Infierno #2 [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora