Capítulo 15

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Atalía

— Tenemos que hablar —Me dice Amadeo poniéndole pausa al televisor.

Y sí, sé que tenemos que hacerlo.

Pero de verdad no quiero tener esta conversación, por eso la he estado postergando todo este tiempo.

— ¿Qué quieres hablar? ¿De cómo un niño es más inteligente que los personajes adultos?

— Es algo serio, Atalía.

Me encojo de hombros — Dale, señor serio ¿Qué quieres hablar?

— Algo está pasando entre nosotros y lo sabes.

Asiento con la cabeza. No quiero hacer esto.

— Estás rara, tus pensamientos están cerrados, no hablamos, no me dejas abrazarte o besarte. ¿Es por lo de Astaroth? Sabes que lo venceremos —Pasa un mechón por mi oreja. Disfruto su tacto porque sé que será el último.

— No es eso, Amadeo, solo...he estado pensando mucho.

— ¿En qué piensas, reina? —me mira con esos ojos jade que me deberían debilitarme.

— Nosotros.

Él me mira confundido — ¿Qué sucede con nosotros?

— No podemos seguir juntos, Abades.

Siento un tirón en el pecho.

— ¿Qué estás diciendo? no es gracioso, Lía.

Alzó la cabeza —Escuchaste bien, Amadeo. Debemos terminar esto.

Él traga duro — ¿Por qué piensas eso?

Suspiro — No es lo mismo desde hace tiempo, y lo sabes.

— ¿De qué hablas? Yo siento lo mismo que el día que te dije que te amo.

— Pero yo no lo hago —revelo.

Otro tirón en el pecho.

— Hace un par de semanas dijiste que yo era el maldito amor de tu vida y que me amabas —me recrimina — ¿Fue una mentira?

— Sí.

— Mírame a los ojos cuando te hablo, Atalía —demanda y lo hago.

Miro aquellos ojos jade que en este momento están brillando.

— Tú mismo lo dijiste, somos almas gemelas, no el amor de nuestras vidas.

— Pero tú eres el amor de mi vida —dice sin pensar.

— Tú no eres el mío, Amadeo. No te amo, y nunca lo hice. Solamente fuiste un capricho.

Él asiente y ríe sin gracia, es una risa con dolor.

— ¿Sabes una cosa, Atalía? —se acerca a mí — Engaña a quien te dé la puta gana, pero jamás me vas a engañar a mí.

— No te estoy engañando, Amadeo. Es la verdad.

— Claro que lo estás haciendo. Nadie puede fingir el aumento de ritmo cardíaco, y el tuyo se acelera cada vez que estoy cerca de ti, no puedes fingir tus pensamientos, y sobre todo no puedes fingir la manera en que tus ojos brillan.

— ¡Soy un maldito demonio! Hija del rey de la manipulación, la manzana no cayó muy lejos del árbol, Amadeo. Estuve diez años encerrada y convencí a todos allá dentro de que la psicopatía se cura. ¡Observa mi expediente y verás como dice mentirosa patológica! —tomo un respiro — ¡Acepta de una puta vez que no te amo y nunca lo hice!

Su cara está seria — ¿Esto es todo entonces?

— Sí, terminamos —le pongo fin.

Se va hacia la puerta — Cuando se te pase el capricho ni pienses en buscarme.

Y sale de la habitación dando un portazo.

No aguanto más y empiezo a llorar desconsoladamente.

El recuerdo de la conversación con Astaroth llega a mi mente.

— Verás, Atalía, mi alianza con las brujas lleva bastante tiempo. Más del qué piensas. Y cuando dije que te vigilaba no lo decía en vano. Digamos que, no confiaba del todo en Renato, así que durante toda tu vida estuve asomando mis narices, no fue cerca para que los seguidores de Lucifer me sintieran, pero una distancia prudente. Estuve cuando quemaste a Luca, me sentí muy orgulloso cuando lo hiciste, vi como te internaron, tus años en ese lugar —hizo una pausa y me observó —. No sabía que Dalilah era una seguidora de Lucifer, tampoco estuve cuando la asesinaron, lo hubiera impedido de haber estado ahí —hizo una mueca —. Vi cuando el vampiro de segunda te beso.

—Si vas a referirte a mi novio, hazlo por su nombre.

Rodó los ojos — Su cita fue bastante sosa, bueno, hasta que llegaron por ti y ahí fue donde vi mi oportunidad ¿quién iba a ver una figura negra en medio del caos? nadie.

— Así que le disparaste a Amadeo.

Él asintió. Yo intenté calmarme pero mis ojos me delataron.

Finalmente, hablé — Tu problema es conmigo, yo soy tu hija, no él ¿Por qué querer matarlo?

— Atalía ¿te volviste médium y no me enteré? porque hasta donde sé, no hablas con muertos. Salvaste a Amadeo y yo sabía, no, contaba con que lo harías. ¿Sanaste el área del disparo? sí, pero el veneno entró en su sistema.

Me quedé en blanco.

Veneno.

>>El zafiro estaba hechizado con veneno proveniente del infierno, así que ni te molestes en irle con el chisme a Alicia, el hechizo no lo hizo Alizon. Lo hizo otra persona. Te explico, es un veneno de acción lenta, se irá deteriorando poco a poco hasta morir. Pero yo puedo acelerar ese proceso si me da la gana, al igual que puedo detenerlo si haces lo que digo.

¿Dejar que Amadeo muera por mi orgullo? Ni loca. Mi vampiro es el amor de mi vida, y sé que me equivoque de vida si no estamos juntos. Porque lo que siento por él es inefable.

— ¿Qué quieres que haga?

Astaroth me observó con soberbia — Vas a terminar con Amadeo. Y por supuesto no mencionaras nada de esto a nadie, apenas me entere que lo hiciste, mataré a Amadeo y todos aquellos que lleven sangre Abades. Tengo ojos en todos lados, Atalía.

Me quedé helada. Congelada.

Sentí miedo y agradecí que Amadeo no pudiera sentir mis emociones.

Me llamarán estúpida, idiota y todo cualquier adjetivo despectivo. Pero no dejaré que nadie muera por mi culpa, mucho menos Amadeo. De amor nadie se ha muerto.

— Lo haré.

Obviamente, no estaba consciente del dolor que me causaría romper el corazón de mi Persona.

Porque al romper su corazón estaba rompiendo el mío.

Tengo un vacío en mi pecho, hay rabia, tristeza y decepción. Me decepcioné a mi misma al traicionar a Amadeo de esta forma.

Si Astaroth quiere que sea la princesa del infierno seré la puta reina del averno. Y no hay lugar para él en mi reino. 




nota de la autora: lloré como pendeja escribiendo este capítulo, tenía a Bad bunny de fondo para aminorar el dolor y sonó Amorfoda. en fin, depositen sus reacciones por aquí. 

Los tqm.

Princesa del Infierno #2 [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora