La mañana transcurre con normalidad, se había despertado antes de que su alarma sonase así que llegó más que temprano a desayunar y tuvo tiempo de sobra para arreglarse tan bien que su padre, sorprendentemente, no le dijo nada al respecto como habitualmente hacia. Sin tomar en cuenta las cosas negativas que le decía aquella señora, su día estaba siendo perfecto, como nunca antes, y eso, en vez de hacerle feliz, le asustaba. Armin, desde que la actual esposa de su padre llegó a la casa, ha tenido en mente que si algo bueno le pasaba y lo disfrutaba, momentos después aquella felicidad se desvanecería como arena entre las manos. Por eso, cuando le pasan cosas buenas, trata de no demostrar que realmente agradece aquella felicidad, como si aquello fuera a alejar cada cosa mala que pueda ocurrir.Era una tontería, sí, y Armin lo tenia muy claro.
Sin embargo, aunque ocultase algún rastro de felicidad cuando algo bueno le pasa, algo malo le iba a ocurrir. Lo sabia. Siempre ha sido así y hoy no era la excepción.
"¿Un guardaespaldas?" cuestiona sin creerse aquello.
"Sí, ¿acaso estás sordo?" su padre le responde con mala gana "Ya te lo he dicho como cinco veces"
"Pero. Es que. ¿Por qué?" Armin balbucea, sin realmente entender lo que esta sucediendo "He permanecido dieciocho años sin alguien que me proteja, ¿por qué ahora? No lo veo necesario, soy mayor de edad, ¿no? Sé como cuidarme, defenderme y no necesito que me sigan a donde sea que voy. He permanecido sin ayuda durante gran parte de mi vida"
"Por amor a Ymir." el rey suelta un suspiro molesto ante las excusas del pequeño rubio "Préstame atención por una vez en tu vida, ¿quieres?" dice, recostándose en su gran trono de oro con la vista aún puesta en su hijo, una vista llena de odio, furia y cansancio "Tu madre lo quiere así, ¿entiendes? Y sabes que cuando ella pide algo no es solo porque sí y ya, algo está ocurriendo en el pueblo y lo sabe. Solo quiere tu protección, se preocupa por ti, ¿sabes?" una sonrisa se forma en los labios de aquel hombre "Ahora que sabes la razón, no quiero volver a escuchar tu irritante voz con miles de excusa, ve a estudiar o yo que sé y agradece la preocupación que tú madre siente por ti"
"Esa señora no es y nunca será mi madre," replica, ganándose una mala mirada de su padre, mas no le teme "y esa preocupación que tú dices que tiene, no es más que una mentira, y tú, como ella quiere, ya caíste en ella"
Su padre se levanta del trono, furioso. Lo toma con fuerza del cuello de su camisa hasta el punto de que le empieza a faltar el aire. Aquel rostro lleno de furia se acerca a él y un fuerte ardor en su mejilla se hace presente. Le ha dado una cachetada. Su cabeza se queda estática hacia el lado que aquel golpe le hizo girar.
"¡Eres un malagradecido!" le grita, soltándolo con fuerza hacia el suelo y Armin permanece viendo fijamente este con una de sus manos acariciando, ahora, su roja mejilla "¿Cómo te atreves a insultar así a tu madre?" remarca lo último con fuerza, haciéndolo enojar. ¿Acaso era tan estúpido para entender que ella nunca seria lo que una vez tuvo? "Ya hemos tenido esta discusión más de miles de veces. Tal vez en el pasado te trató duro, pero fue porque aún no se acostumbraba a tu presencia y tú te comportabas mal al tenerla cerca, pero ahora ella quiere arreglar eso, ¿no te das cuenta?" cuestiona dando grandes pasos hacia su pequeño cuerpo "Eres un maldito malagradecido, no te das cuenta que ella quiere cambiar, eres igual de estúpido que ella"
Y ahí levanta su mirada. Mira con furia a su padre y con las fuerzas que aún le quedan decide no quedarse callado.
"¡No insultes a mi madre así!" grita furioso, ante el insulto que le soltó su padre a su querida madre "¡Aquí el único estúpido eres tu, que cayó fácilmente en las manos de esa señora que te hace creer que ha cambiado!"
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El Amor de un Príncipe - Eren x Armin
FanfictionLa vida de Armin se resumía en estudiar, visitar palacios lejanos y permanecer encerrado en diversas habitaciones con adultos escuchando conversaciones para nada divertidas. La vida de Armin no era para nada parecida a como se la contaban en los cue...