El Amor de un Príncipe - Eren x Armin

4.

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A las seis en punto de la mañana en la habitación del príncipe empezaba a sonar un despertador y luego dos golpes en la puerta seguida de una aguda vos.

"Príncipe," una de las damas de la cocina que siempre le trae el desayuno a la hora en punto, se hace escuchar detrás de la puerta "voy a pasar"

Armin, aún soñoliento, deja escapar un gruñido bajo que la dama sabe que es un "está bien". Abre las puertas y sonríe tiernamente al ver al príncipe debajo de las sabanas cubierto casi hasta la cabeza, pero con unos cuantos mechones rubios haciéndose notar por al rededor de la almohada. Está acurrucado en su cama, así que supone que debió haber hecho frío en la noche, y no le sorprende. La mayoría de las veces, para no decir siempre, a finales de junio o a mitad de julio el frío suele hacerse presente y con la llegada de noviembre y diciembre este empeoraba. Lo cual, no hace muy feliz al pequeño príncipe, quien sufre resfriados tras resfriados, por ello tiene que cargar encima miles de trapos hasta sentirse calentito, y eso tampoco es de su agrado. Llevar tanto trapero encima era realmente molesto e incomodo, mas no podía hacer nada más que aguantarse si no quería enfermar.

La sirvienta deja la bandeja con el desayuno en una mesita que esta cerca del balcón. Luego, se acerca a este y aparta las cortinas para dejar que el sol, que está empezando a aparecer, entre en aquella habitación. Armin cubre su rostro ante la repentina luminosidad en la habitación.

"Príncipe Armin, tiene que levantarse," aquella mujer dice, acercándose a la gran cama del chico con las manos en las cinturas "recuerde que tiene que acompañar a su padre a una reunión y ya casi va a ser la hora de salida"

"Deja de mentir, Petra." Armin habla debajo de las sabanas aún soñoliento "Sé que faltan como dos horas para salir, y con lo que se tarda mi padre en alistarse ya veremos si no se hacen más largas"

"Bien, bien. Pero aún así tiene que levantarse, usted tarda mucho en arreglarse y su padre lo va a regañar si tarda un mini segundo en estar listo en las horas pautadas." Petra le dice, al parecer, logrando su objetivo. Sonríe y con cariño acaricia la cabellera rubia, arreglando sin querer algunos pelos desordenados "Ponga buena cara, le prepare su desayuno favorito, panquecas con miel, fresas, jugo de naranja y para consentirlo un poco, un poquito de helado de vainilla, ¡Su favorito! Comer helado por la mañana tal vez haga mal, pero eso no importa ahora. ¿Empezamos genial el día, no?"

Y con eso logra otro de sus objetivos: hacer reír al príncipe.

Ella ríe también, ayudando a Armin a apartar las sabanas para acercarse a la mesita con el delicioso desayuno que la dama Petra le preparó con mucho cariño.

Petra era una mujer de casi veintiocho años, recién casada y digamos que una pequeña amiga del príncipe. A diferencia de Erwin, Petra empezó a trabajar hace doce años como jardinera. Comenzó con eso cuando su padre, otro jardinero, le iba enseñando cualquier cosa sobre las plantas, este, al fallecer, le dejó el trabajo a su única y querida hija, quien, a pesar de todo lo que le enseñó su padre, nunca supo entenderlo a la perfección, casi llegando a ser despedida al arruinar una parte del jardín real. Por suerte, otro jardinero fue contratado unos días, casi semanas, después de lo sucedido, y al ver todo el desastre que hacía Petra no le quedó más de otra que irle enseñando poco a poco cada cosa sobre las plantas.

Al final, por unos sucesos algo largos que pasaron en el castillo, terminó trabajando como cocinera y sirvienta del príncipe cuando esté tenía tan solo diez años.
Su trabajo consistía en: estar pendiente de las labores del príncipe (aunque esto dejó de hacerlo luego de un tiempo al encontrar otra persona que lo hiciera), prepararle el desayuno, despertarlo, preparar el baño, (aunque, al igual que lo otro, dejó de hacerlo por petición del príncipe), alistar su ropa y una larga lista de cosas que no eran difíciles pero sí tomaban su tiempo.