|"Lonsux"

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Martes 20:30p.m.

Harry se encontraba en la biblioteca firmando algunos papeles, realmente desde el día que se les había comunicado de la primera gira, el trabajo se le acumulaba más rápido. Las puertas abriéndose se llevaron su atención, su esposo entraba con una sonrisa dirigiéndose hacia él.

—Hola mi amor —saludó Louis para luego darle un beso.

—Hola amor —contestó.

Volvió su mirada a los papeles que descansaban sobre un escritorio; Louis se sentó a un lado mientras revisaba algunos papeles ya firmados.

—¿Mucho trabajo?—preguntó.

—Un montón pero con esto ya termino.

—Perfecto, porque tengo pensado en hacer algo está noche contigo.

Harry lo miró con las cejas alzadas.

—No no amor, no pienses eso, picarón —Harry se sonrojó.

—No pensé nada inapropiado, tonto —le dió un pequeño golpe en el hombro para luego continuar con su trabajo.

Louis largó una carcajada —: ¿Quieres que te cuente? —preguntó Louis mientras leía con atención los papeles.

—Claro, amor —dejó sus asuntos a un lado y llevando toda su atención hacia Louis.

—Bien, estaba pensando en llevarte a una cita en cuanto termines con todo esto —dijo señalando todos los papeles esparcidos en el escritorio.

—¿Una cita? —Louis asintió—¿Donde?

—Hoy será en el palacio ya que mañana debemos salir temprano hacia Lonsux.

—Esta bien —wonrió Harry.

—Te espero hasta que termines —le  dió un beso en la frente.

—Te quiero.

—También te quiero, mi vida —Louis acomodó uno de sus rizos.

Luego de aproximadamente treinta minutos, Harry había terminado con todo su trabajo, así que junto a Louis se encaminaron hacia su cita.

—Debemos  sacar a nuestros bebés —habló Louis una vez en el patio—.  Ya hablé con los trabajadores y los tienen listos.

—Esta bien —contestó Harry entusiasmado.

Y así, Louis y Harry en sus caballos se dirigieron hacia el límite del palacio, la verdad que el clima en Costa Luna se estaba volviendo demente pero como siempre, el frío viento abundaba de alguna forma.

Llegaron hasta aquel lugar en donde sus pocos días de príncipes les fue útil como un lugar de reflexión y relajación.

—Oh esto es precioso —ijo Harry una vez abajo de su caballo.

—¿Te gustó realmente? —preguntó Louis.

Para él no era la gran cosa, es decir nada de lo que podría llegar hacer sería suficiente para demostrarle a Harry cuánto lo quería. Creía imposible buscar una forma de hacérselo saber, porque realmente con aquella magnitud de amor y cariño que sentía Louis hacia el rey de rizos no había nada que se podía comparar, hablando de lo material.

Louis junto a Charles y otros trabajadores, habían preparado una bonita cena en el límite del mar y el palacio, una manta tirada, y algunas luces colgadas de los pocos árboles que había en tal zona. La noche estrellada iluminando el mar podría decirse que era una obra imposible de no ser pintada.

los rebeldes-lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora