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| "mi mejor amigo"

Los Rebeldes

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El día en el palacio había sido  demasiado abrumador, Louis y Harry tuvieron tres reuniones cada uno por separado, los ministros no paraban de mencionar las dudas que tenían sobre el casamiento y el  futuro reinado de los príncipes.

Louis y Harry contaban los minutos para poder terminar el día y pasar directamente a la noche a la reunión de festejo por un compromiso, y por fin había llegado el momento.

—¿Harry? ¿Estas listo? —preguntó Louis del otro lado de la puerta.

—¡Voy! —contestó Harry desde adentro de la habitación.

Harry salió de la habitación y se encontró a Louis apoyado en la pared en frente de la puerta.

—Al fin principito —Louis lo examinó de abajo hacía arriba y levantó un ceja —. Estas muy guapo.

—Gracias —contestó Harry con sus hoyuelos asomándose en sus mejillas.

—De nada —sonrió—. ¿Vamos? —Harry asintió.

Ambos se dirigieron hacía afuera del palacio en donde un auto negro los  esperaba, la casa en donde sería la celebración se encontraba a veinte minutos de viaje.

Llegaron al establecimiento, la cantidad de autos estacionados era impresionante, cientos de trabajadores en las puertas de la gran casa.

Bajaron del auto y  saludaron a todas las personas que se encontraban afuera, se dirigieron al interior de la vivienda en donde había personas de la alta sociedad y realeza, vestidos de las marcas mas caras y joyas que valían miles de dólares.

Harry y Louis se dedicaron una sonrisa cálida e ingresaron lentamente al salón, caminaron uno al lado del otro. Ambos se sentaron en una mesa redonda que en el centro tenía un gran jarrón con flores blancas y un papel que sobresalía en donde se leía "Príncipe Louis y Príncipe Harry". Les sirvieron un vino caro y un platillo raro.

—Por favor, ¿Que es esto?  —le preguntó Louis a Harry con una mueca.

—No sé —largó una risita—,  no me gusta.

—A mi tampoco —se limpió la boca con una servilleta de tela color crema.

Dejaron de lado aquel platillo y siguieron tomando vino. Los temas de conversación surgían como si nada, se reían de cualquier recuerdo tonto que tenían hasta que la hora del baile había llegado. La música clásica que sonaba anteriormente  en un bajo volumen fue cambiada por un ritmo más rápido pero de igual manera a los oídos de los príncipes totalmente aburrido.

Las personas empezaron a levantarse y a reunirse en la pista, los cuerpos se movían de un lado al otro al ritmo de aquella canción que ninguno de los dos conocía.

Estaban sentados en su mesa, observando a las parejas en la pista.

—Prefiero bailar alguna canción de uno de mis disco —habló Harry para luego tomar un poco de vino.

—Yo igual, estoy tan aburrido —contestó.

—Te juro que...—Harry fue interrumpido.

—Oh, hola Louis —habló una muchacha que se había acercado hasta la mesa de los príncipes.

—Hola, princesa Anna —sonrió Louis mientras se paraba, Harry lo imitó—.  Él es mi esposo, el príncipe Harry.

—Un gusto, soy Anna —ella le extendió la mano a lo que él la tomó y movió lentamente unos segundos hasta que se alejó.