Capítulo 1: Soledad

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Pov Daniela:

Cambios, con esa palabra podría definir los últimos meses de mi vida. Pasé de tener un hogar permanente, unos padres unidos y buenos amigos a verme rodeada de soledad.

Salir de tu zona de confort está bien, porque te hace incomodarte y aprender del caos, pero desde que mi madre y yo nos mudamos, dejé de saber cuál era mi zona, dejé de sentirme incluida, querida, feliz...

La soledad comenzó a liderar mi vida y para mí no había nada de malo en eso, pero a mamá..., a mamá no le gustaba mucho esa idea.

Mf- Daniela- gritó mi madre desde el piso de abajo sacándome de mi mundo- se te hace tarde cariño.

D- Ya voy mamá- dije mientras agarraba mi maleta y bajaba rápidamente las escaleras.

Salí de casa y comencé a andar hacia el instituto, el cual estaba a varias cuadras de mi casa. En estos últimos meses los audífonos y los dibujos se habían vuelto mis mejores amigos. Ambos me ayudaban a evadirme de la realidad que estaba siendo obligada a vivir.

Llegué a clase y me senté en mi sitio, el aula aún estaba vacía. Saqué papel y lápiz y como hacía diariamente, comencé a realizar trazos al azar, con la esperanza de que el tiempo pasase rápido y pudiese volver al lugar en el que llegaba a sentirme algo segura, mi habitación.

El timbre sonó anunciando que empezaban las clases. Suspiré y guardé todo sacando el libro de lengua.

C- Dios que se termine rápido está pesadilla- susurré sin pizca de esperanzas.

Las primeras horas pasaron y la hora del receso se acercaba lo que hacia incrementar mis nervios.

La bocina anunciando su comienzo provocó, como cada día, que un escalofrío recorriera toda mi espina dorsal. Si las clases eran una pesadilla, el receso era para mí el infierno en todo su esplendor.

El salón quedó vacío en cuestión de segundo, yo agarré mi mochila y salí hacia el patio.

Todo se veía tan normal, niños corriendo, hablando, jugando... pero todo deja de ser así cuando lo observas desde la distancia sentada en un banco en compañía del silencio. Para mí no había nada de malo en eso, de hecho los primeros días disfrutaba de esos momentos de tranquilidad, pero mi madre no aceptaba que su hija fuera la mejor amiga de la soledad, por lo que me obligaba a hacer amigos.

¿Lo intenté?

Claro que lo intenté.

¿Lo conseguí?

Es obvio que no.

Fue en ese momento en el que perdí toda mi seguridad, pasé de ser la chica popular a ser la invisible de este lugar.
Al menos tenía la tranquilidad de que no me molestaban ni molestarían... o eso creía.

Todo cambió el día en el que un grupo de cinco personas se acercaron a mí, sus sonrisas los delataba pero yo fuí una estúpida y desesperada por hacer amigos y contentar a mi madre, caí en su maldita trampa.

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Holaa❤️❤️ cómo andan??

Espero que os guste el capítulo ☺️☺️

En mi Instagram podéis encontrar la historia, donde la subo antes!!

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❤️ GRACIAS ❤️

El arte de ser incomprendida (Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora