🪔03. Ropa Sucia🪔

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Aidan.

Al finalizar las primeras clases, las cuales también compartía con aquella chica castaña de ojos miel, me dirigí a la cafetería en la que decían que tomaríamos nuestro desayuno.

— Y dígame príncipe... ¿Cómo es su vida? — Preguntó la chica rubia llamada Dalila que me topé en la mañana. —

— Talvez escuchaste que mis padres murieron... — Suspiré. — Digamos que no es muy buena desde eso.

— Lamento mucho su pérdida. — Suspiré, de verdad que mis padres me hacían mucha falta. —Dejando a un lado la depresión... — Tomó mi mano. — Cuénteme, ¿Tiene novia? — Preguntó mientras me miraba. —

— Eh... No. — Respondí un poco incómodo. —

Pregunta típica de todas las chicas.

— Eso es bueno — Respondió coqueta. — Pensaba que... Tal vez... Usted y yo... Podíamos... Salir. — Dijo mientras acariciaba mi mano con su dedo índice. —

Dalila, regrésame mi celular. — Interrumpió una chica castaña, extrañamente la misma que me encontré en la mañana y que es mi compañera en clase de Historia.—¡Rápido, lo necesito!

— Yo no tengo tu cosa esa... — Respondió la rubia haciendo una mueca de desagrado. — T/n, lárgate de aquí, ¿No vez que estoy ocupada? — Me dio una sonrisa y se la regresé un tanto incómodo. —

— Solo dame mi estúpido celular, tengo que hablarle a Silvina ahora. — Dalila rodó los ojos y le entregó el celular a la castaña la cual ahora sé se llama T/n. —

— No vuelvas a molestar, discúlpate con el príncipe. — Dirigí la mirada a ella esperando su disculpa pero esta nunca llegó ya que la castaña dio media vuelta y se fue. —

Suspiré y Dalila me dedicó, nuevamente, una sonrisa de disculpa. Continué platicando con ella, cuando pasas mucho tiempo con una persona a veces suele caerte bien, y otras veces todo lo contrario.

Minutos después llegaron más chicas las cuales, en resumen, me hicieron preguntas como: ¿Su castillo es enorme? ¿Cuántos sirvientes tiene? ¿Tiene muchos autos lujosos, cierto? Pero la pregunta que no se cansaban de repetir era: ¿Tiene novia?

Tantas voces chillonas comenzaban a irritarme, este día tendría un dolor de cabeza terrible.

(...)

T/n.

Una vez que Dalila se dignó a regresarme mi celular, salí al patio de la preparatoria para avisarle a Silvina que debía venir a pagar. Ella dijo que iría en cuanto pudiera y colgó.

Regresé a la cafetería y dirigí la mirada hacia donde estaba Dalila sentada con el dichoso príncipe.

¡Ja! ¿Ella quería que yo me disculpara? No tenía razón para hacerlo.

— ¿Estás bien, T/n? — Preguntó Hannah pasando su mano frente a mis ojos. — Estás muy perdida. — Hizo una mueca y yo reí. —

— El príncipe es insoportable. — Me quejé y ella bufó. —

— Te he dicho que no hables así de él. — Murmuró. — Él podría desterrarte o mandarte a la cárcel fácilmente. — Rodé los ojos. —

𝑇ℎ𝑒 𝑃𝑟𝑖𝑛𝑐𝑒 - 𝐴.𝐺. {𝑨𝒅𝒂𝒑𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora