𝑇ℎ𝑒 𝑃𝑟𝑖𝑛𝑐𝑒 - 𝐴.𝐺. {𝑨𝒅𝒂𝒑𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏}

🪔11. Reporteros🪔

Aidan.

Entre al salón, como siempre, con la mirada de todas las chicas sobre mí.

No he encontrado a alguna otra que pueda ser mi esposa, sólo a Hannah. Pero hoy, durante el almuerzo, comenzaré a mirarlas más a detalle.

— Hola. — Saludó T/n sentándose junto a mi. —

— Buenos días. — Regresé el saludo con una sonrisa y ella suspiró. —

— Bien, ¿Ya tienes a otra víctima? — Preguntó y yo arrugué el entrecejo. —

— ¿Víctima?

— Sí. Ya sabes, alguna otra chica para que se case contigo. — Aclaró mientras sacaba sus materiales para la clase. —

— Ah... La verdad no, durante el almuerzo quería buscar alguna otra chica. Pensaba decirte en el centro comercial cuál otra chica podía ser, como tú dices, mi "Víctima" — Dije mientras hacia comillas con los dedos. —

— Bien, entonces... ¿No hay alguna otra cosa que necesites saber sobre Hannah? — Preguntó, me quedé pensando durante un momento. —

— Supongo que por ahora no. — Hice una mueca y ella sonrió levemente. —

— De acuerdo. — Dijo y entonces el profesor entró al salón. —

(...)

Caminé al comedor evitando en todo momento a la rubia de Dalila.

Me senté en una mesa solitaria y comencé a buscar alguna chica que me dé buena espina, que se vea que tiene buen corazón.

— Hola, príncipe. — Saludó la rubia que había estado evitando sentándose a un lado mío. —

— Hola. — Sonreí de lado y ella tomó mi mano. —

Oh, no. Aquí vamos.

— Me preguntaba si... Usted y yo podríamos salir. — Suspiré y dirigí la mirada a ella. —

— Algún día. — Me limite a decir y ella sonrió. — Necesito que me ayudes en algo, ¿Conoces a todos aquí?

— ¡Por supuesto! ¿Quiere que lo ayude a conocer más gente? — Preguntó mientras sonreía, sólo asentí. —

— Sí, algo por el estilo. Sólo desearía que me dijeras su nombre, por favor. — Pedí sonriendo, ella asintió. —

— Bien, sólo señale a las personas y yo le respondo. — Guiñó un ojo y comencé a ver a todas las chicas que pasaban. —

Con el transcurso de los minutos había logrado divisar a cuatro chicas que, creo yo, son buenas.

— ¿Por qué sólo señala mujeres? — Preguntó la rubia cruzándose de brazos. —

— Ehm... Digamos que me he dado cuenta que a los chicos no les caigo bien. — Me excusé, pero en cierta parte era verdad. —

— Están celosos. Saben que usted es muy atractivo y puede atraer a cualquier chica que quiera. — Me dijo mientras me sonreía. —