🪔04. El Castillo🪔

422 47 6
                                    

T/n.

Estaba enojada. No, ¡más que enojada!

Ambos estábamos en silencio, lo cual agradecí, ya que no me era satisfactorio venir en el mismo auto que este chico.

— Y... Te llamas T/n, ¿Cierto? — Preguntó rompiendo el silencio sin dejar de mirar al frente. —

— Sí. — Respondí cortante, no me apetecía aclararle que no me gustaba que me dijeran T/n. —

— ¿Y?... ¿Qué edad tienes? — Preguntó, rodé los ojos sin que se diera cuenta. —

— Tengo 17, casi 18. — Respondí, y dirigí la mirada a él quién estaba concentrado en el camino. —

— Yo casi 19. — Una pequeña sonrisa ladeada se formó en su rostro. — ¿Tú no deberías tener la misma edad que yo? — Cuestionó frunciendo el ceño —

— No. — Le informé aún cortante y él asintió lentamente. —

— Ya casi llegamos. — Informó volteando a verme por cortos segundos para después regresar la vista al frente. —

Creo que lo juzgué mal, después de todo parece una buena persona. Digo, no cualquiera se hubiera ofrecido a brindarme ropa limpia. Un hombre cualquiera se hubiera seguido de largo dejándome ahí parada.

— Bien. — Respondí y volví la vista hacia la ventana. —

Desde unos metros atrás pude ver el gigantesco castillo del príncipe, con un solo botón logró que las puertas se abrieran y pudiéramos pasar.

Comencé a mirar alrededor, el gigantesco jardín estaba en perfectas condiciones, los árboles estaban cortados con las típicas formas de animales y el pasto estaba bien podado, o al menos eso era lo que lograba ver desde el auto.

El príncipe se detuvo e inmediatamente varias personas, que supongo son trabajores, comenzaron a rodearlo. Sin prestar atención bajé del auto y unas señoras que estaban cerca del príncipe me miraron con asco.

— Necesito que la atiendan, se irá a dar un baño y les daré su ropa para que la laven y sequen. — Anunció el príncipe, las señoras asintieron con la cabeza. —

— ¿Alguna otra cosa, majestad? — Habló una de ellas. —

— No, eso es todo por el momento. — Ellas volvieron a asentir, hicieron una reverencia y se fueron sin decir más. — Anda, sígueme. — Comenzó a caminar e hice lo que me indiunacó. —

Entramos al castillo y ahí habían aún más empleados quienes al ver entrar al príncipe lo recibieron con una reverencia y a mi con una mueca de asco.

¡Yo no tengo la culpa de lucir así!

Subimos varios escalones hasta llegar a la segunda planta del castillo, el príncipe abrió la puerta de lo que parece ser su habitación ya que solo había una cama, una televisión gigantesca y videojuegos.

— Puedes usar mi baño, o si prefieres el que está al final del pasillo. Te daré una bata para que utilices mientras los empleados lavan tu ropa. — Anunció y salió de su habitación sin dejarme responder. —

𝑇ℎ𝑒 𝑃𝑟𝑖𝑛𝑐𝑒 - 𝐴.𝐺. {𝑨𝒅𝒂𝒑𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora