Capítulo 7: De cien a cero

53 17 12
                                    

Glenn

Puedo sentirla en el vestíbulo, tan brillante y despejada. Es increíble lo bien que se adapta a la armonía del Todo.
Aún no entiende sin un filtro que limpie sus vibraciones, y por su propio bien, ese filtro no seré yo.
¿Qué hará el día en que no esté? ¿Morir? No lo creo.

Tiene que aprender a autorregularse, y para eso debe tener acceso a cada carta en la baraja. Un bufette libre del que no podrá comer salvo lo necesario, ha de apreder qué es lo necesario.

Niall está con ella, el maldito no es mejor que yo rompiendo el hielo. No lo es.
Maud vuelve a estar confundida ¿En serio? ¿Te ataca un hombre de barro de tres metro y no puedes creerle a un gato parlante? Magia. Es magia ¡Repítelo, créetelo! ¿Por qué las cosas simples se vuelven complicadas contigo? ¡Repítelo, Maud! Deja de ser tan terca ¿Por qué no escuchas? ¡Qué lo repitas, coño ya! Desearía que vinieras con instrucciones de uso, odio pedir la misma cosa dos veces...

Se acercan a la puerta del estudio. Esa perra pelirroja de Niall me hincha los cojones con tanta estupidez. Otro de los motivos por los que odio este trabajo.

—¡Déjala en paz, maldito mitómano narcisista!

—Bro, lo tuyo conmigo es envidia ¡Supérame!

—No tengo tiempo para tus mierdas, Niall.

—Seguro que no, estás ocupado llorando ¡Mira, si se te ha corrido el rímel y todo! ¡Pobre Glenn, jajaja!

—Suficiente de ti por hoy ¡Oye, Maud! ¿Quieres ver un truco de magia? Voy a des-aparecer un gato del sombrero.

—¡Vamos, Glenn! No hay necesidad de ponernos pesados. Ya me voy.

—Oh, no, no, pelusa. Tú no vas a ninguna parte ¡Ven aquí!

—¡Suéltame, tú hijo de puta! ¡Bájame!

La muy perra se retuerce cuando lo tomo por el cuello, gruñe e intenta morderme y arañarme. Maud nos mira en silencio, escucha cómo Niall maldice y amenaza con vengarse según lo lanzo por el aire. Ella repite una y otra vez en su cabeza que estoy siendo un idiota. Lo repite y lo repite cuándo tiro al gato dentro del gran jarrón Ming a mi izquierda.

Una vez que desaparece, Maud busca mis ojos furiosa ¡Tan linda! Endereza la postura y se acerca proyectando la furia que le provoca verme maltratar a un “animalito”. Es tan adorable cuando hace eso.

—¡Taran! El gato ha desaparecido, damas y caballeros.

—¡Eres un imbécil! ¿Lo sabías?

—Eso también me lo han dicho un par de veces—Le guiño—

—¿Por qué? ¿Qué no hay que respetar a todos los seres vivos? ¡Estás muy grande para meterte con un pequeño animal inocente! ¿No te parece?

—Tranquila, fiera. Niall no es ni pequeño ni inocente, te lo puedo asegurar. Es un demonio.

—¡Ah, claro! ¡Culpa al gato! ¿De verdad esperas que esté de acuerdo con esto? ¡Le has hecho daño! Él no te hizo nada a ti. Estaba hablando conmigo, mostrándome el camino, siendo amable ¡Qué es más de lo que tú has hecho desde que llegué aquí!

—Jaja, ¿Ahora yo soy el malo?

Me encanta cuando ataca. No hay un lapso de tiempo para considerar posibilidades. Cuando cree que algo es embiste sin mirar hacia los lados, sin escuchar explicaciones.

Podría calmarla, explicarle la situación y evitar que actúe de este modo en vano.
También podría dejar que se desate la tormenta: que grite, patalee y deje salir esa rabia acumulada. Para que una vez aclarado todo, se sienta como  boba y aprenda la lección ¿Qué camino será? Obviamente el camino divertido.

Soy una bruja [En Progreso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora