Capítulo 3: Renacimiento

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5 de septiembre del 2020

Maud

Pongo llave a mi puerta. Me desnudo y entro a la ducha. Cierro la puerta de cristal y dejo que el vapor fluya por el pequeño espacio. Los cristales se empaña con el ambiente se torna húmedo y tibio. Abandono mi cuerpo hasta quedar sentada bajo el chorro. Cierro los ojos y me limito a sentir el agua caliente, cayendo. Sin pensar en nada.

¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Una hora? No quiero salir, no voy a salir, nunca.

"Yo no te hecho nada. Ya te lo dije, eres una bruja"

El agua deja de caer, deslizo la puerta y salgo. Miro en el gran espejo. Esa no soy yo.

Toco su rostro bronceado por el sol, los dedos resbalan en el cristal. La miro a los ojos, esos ojos vacíos. Su pelo mojado le llega al pecho. En las raíces ya se ve su negro natural. Y yo enfoco ese punto, cada hebra de pelo oscura, húmeda. Imagino una noche cerrada, sin estrellas y sin luna; las plumas de un mirlo, sus alas, su vuelo en un cielo gris. El color se va chorreando despacio hacia las puntas, pelo a pelo, y el espejo se empaña. Limpio sólo sus ojos con la mano. Dos orbes verdes, verde lima.

Limpio todo el espejo con la mano. Piel blanca como la leche. Esa soy yo.

"¡Eres una bruja! ¡Una jodida bruja, Maud! ¡Esa es la única verdad!"

Tranquila, salgo del baño. Me pongo ropa interior y un corto camisón blanco por encima.

Esta habitación no está bien. Tomo una gran caja de cartón sobre el armario. Echo dentro la alfombra rosa, las sábanas y cortinas, las almohadas rosas; el maquillaje, los perfumes, todo lo que hay en la cómoda. Vacío cada gaveta de cada mueble, un frasco de cuentas cae al suelo. Los pósters de cantantes pop, las fotos.
Arranco el papel tapiz color rosa pastel y también lo pongo en la caja. Abro el armario y tiro cada vestido corto y apretado, cada top colorido, cada falda y pantalón incómodo, cada zapato de tacón y cada sandalia; casi toda la ropa y casi todos los zapatos. Tiro los sombreros, los cinturones, los bolsos caros.
Cuando la caja está demasiado llena, la llevo fuera.

La caja está ardiendo, miro las llamas rojas y cálidas devorarlo todo en su interior. Alivio...y hambre. Tengo hambre.

Voy a la cocina y sirvo un gran vaso de leche. Preparo un plato sencillo de pasta y como tranquila, con la mente todavía en blanco.

Vuelvo a la habitación al terminar, cierro con llave. Estoy tan cansada. Me acuesto sobre el colchón y me dejo ser plácidamente.

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Glenn

Ayer la busqué en su casa, estaba dormida. No despertó en toda la tarde así que aproveché para descansar y cargar mi energía. Hace mucho que no lo hacía.

Al bajar del techo veo un bulto de cenizas en la entrada ¿Qué ha pasado aquí? Su ventana está abierta, entro.
¡Pero qué mierda! ¿Qué pasó por aquí? ¿Un huracán? Las paredes están en el cemento desnudo, los muebles están vacíos, el armario casi sin nada, el piso también desnudo, el colchón pelado y ella durmiendo encima ¡Su pelo! ¡Su piel! ¿Qué me perdí?
Ella suspira y se acurruca. Del suelo comienzan a elevarse en el aire pequeñas cuentas. Flotan encima de ella y se mueven con su respiración ¡Sí, sí, sí, sí! ¡Ujujujú! ¡Despertó! No puedo evitar hacer un bailecito.

Aunque, después de todo ¡Tiene cojones que yo lleve tantos años en esto, y justo me pierda su despertar! No importa, al menos se acabó la vigilancia.

Soy una bruja [En Progreso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora