La trieste inspiración de un poeta

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Muchos me preguntan cómo puedo crear poemas tan hermosos y a la vez tan tristes, tan cargados de inspiración, llenos de sentimientos profundos. Dicen que mis poemas te envuelven el corazón y te vuelven muy frágil.

Pero ser un creador de poemas, de escritos tan profundos no es tan fácil como muchos creen, requiere de una creatividad tan inmensa y profunda como el océano, o como la profundidad del alma de un niño.

Los escritores de poemas recreamos emociones mediante palabras, te hacemos sentir y recordar momentos que tu ya viviste o que deseas vivir, o tal vez algunos sentimientos que son lúgubres y llenos de penumbra.

A veces solo somos simples poetas que escriben sin saber, que acuden a la galería de recuerdos que yacen en el fondo de nuestra alma y describimos en palabras sencillas aquellos sentimientos que nos invadieron el alma.

Muchos escriben poemas de amor.

Otros escriben poemas a la vida.

Tal vez política y libertad, a la naturaleza o al misterio que embarga nuestra vida.

Pero yo escribo poemas a la muerte y al desamor.

No voy a negar que me encanta leer aquellas letras, dulce miel que se pueden apreciar en los poemas de mis colegas, o lo interesante que es leer el deseo de un gobierno libre y justo; ver sus perspectivas de la vida y como llegar a la felicidad tan anhelada, apreciar la belleza de nuestro mundo por medio de palabras hermosas que son capaz de describir la belleza de los lugares más hermosos o de encontrar belleza en lugares lúgubres e inhóspitos para habitar.

Todos los humanos nos destacamos en algún tipo de arte, toda nuestra existencia requiere del arte.

El arte de vivir, de soñar, de gobernar, de explorar, de crear. Todo en esta vida es arte hasta en lo más mínimo hay una pizca de arte.

Así como existe el arte de vivir y de ver felicidad, también hay el arte de la muerte y el dolor. En mis letras tu encontrarás el segundo tipo de arte que describo en este escrito.

No soy devota a la muerte pero pienso que en ella realmente nunca se termina la vida, sino que se extiende a una vida que es desconocida para nosotros. Tal vez después de la muerte empieza la verdadera felicidad, aquella que todos los seres vivos anhelamos.

Me inspiro en la tristeza, en el dolor, en el sufrimiento porque solo he vivido momentos tristes y en mi galería de recuerdos solo existen momentos tristes y desolados.

En mi memoria solo existen momentos desoladores y de ahí nace mi arte.

Pero nunca fue así, hubo un momento de mi vida donde escribí de todo, en algunas hojas están escritas con tinta sangre el amor a mi patria, la adoración a la naturaleza o la felicidad y el deseo de vivir que algún día habitó en mi. Los poemas que un día dediqué a un amor, con la singular fuerza del amor de juventud que posteriormente se convirtió en un amor tan amargo. Jamás entendí el porqué. Yo quise detener su partida, quise hacerlo feliz y le dediqué miles de versos preciosos.

Pero de algo estoy segura, él jamás encontrará un amor como el mio y jamas me olvidara, nos extrañaremos por el resto de la eternidad, pero hay amores que no están destinados a ser.

Hoy me encuentro despiadadamente sola, tan sola como él, sola con mis escritos donde reflejó la tristeza de mi alma al verlo perdido. Es como el llanto de un niño que ha perdido su juguete favorito, o el dolor de verte traicionada por tu mejor amiga.

Yo le hice una promesa a mi amor, y es que el resto de mi vida yo creare los poemas más tristes que florezcan marchitos de mi alma; el cantara sus versos más tristes al ver que nuestro amor se nos escapó de las manos.

Cartas sin remitenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora