Capítulo 23

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La semana fue perfecta para Kate y para Yelena. Simplemente, nada parecía poder acabar con la felicidad que las rodeaba.

Kate sonreía más. Hope y Bucky conocían la razón, e incluso le habían escrito a Yelena a través de la ventana unas noches atrás junto a Kate. El encuentro no duro más de cinco minutos, pues Bucky debía hablar con su novia vía Skype y Hope tenía la obligación de lavar los platos de la cena, pero al menos lograron conocer un poco a la chica que conseguía hacer sonreír a su hermana como nunca lo había hecho.

El jueves Kate le pidió a Yelena acompañarla a su cita con el psicólogo al día siguiente, a lo cual la chica de la ventana no se negó. Kate sabía que él podría explicarle muchas cosas que ella, aun siendo la del problema, no podía.

Se encontró con ella al final de las clases de Yelena. Esta llevaba zapatillas, pantalones altos, un suéter rojo y un lazo del mismo color. Kate debía admitir que le encantaba verla llevar gorras y sus chaquetas de cuero, pero también le encantaba verla de aquella forma tan femenina. Kate estaba segura de que Yelena podría usar el atuendo más estúpido del mundo y a ella aun seguiría encantándole.

Wanda finalmente había terminado su servicio comunitario, y Natasha y ella debían hacer un trabajo juntas, así que acompañaban a Yelena y Kate, pues el trayecto del psicólogo las obligaba a pasar frente a la casa de la rusa. A quienes no esperaban encontrarse eran a Clint y Laura, que estaban jugando baloncesto en un parque cercano (Laura lo intentaba) y casi de inmediato se ofrecieron a acompañarlas, nadie pudiendo negarse. Lo cierto era que Yelena, Natasha y Laura ya veían a la pequeña y a su novio como buenos amigos aunque se conocían desde hacía realmente muy poco tiempo.

Yelena iba sobre la patineta de Kate, la chica de la chaqueta y el beanie negros sujetando su cintura para guiarla y mantenerla completamente segura, sonriendo al ver a su novia completamente feliz. Natasha, como siempre, hablaba con Wanda a cerca de su no-relación y las muchas cosas malas que podrían hacer en su casa, y Clint simplemente caminaba junto a Laura, dándole la mano, besando su mejilla cuándo podía y susurrando su nombre prácticamente cada segundo.

Clint: Laura... -Susurro.

Laura: Sí, amor...

Clint: Laura... -Dijo, esta vez un poco más alto que antes.

Laura: Dime...

Clint: Laura...

Kate se detuvo de inmediato, preocupada. Sabía que el tumor de Clint estaba creciendo, así que todo era motivo de alerta, sobretodo aquella excesiva repetición del nombre de su novia.

Las otras chicas, que se habían encariñado con Clint en tan poco tiempo, también se detuvieron y miraron a la pareja con algo que el diccionario mental de Kate reconoció como temor.

Temor de que algo estuviese pasándole al chico y ellas no pudiesen hacer nada.

Laura: ¿Qué sucede, amor? ¿Te sientes mal? -Pregunto, una mueca que el diccionario de Kate no pudo reconocer, pero que podía acercarse mucho a la del dolor, la lástima y la preocupación juntas— Podemos detenernos unos minutos si quieres... -Sugirió mientras le acariciaba los antebrazos dulcemente.

Clint negó bruscamente con su cabeza y luego miro a su novia fijamente a los ojos, sonriendo. Laura lo imito. Kate lo hizo también, pues sabía que sonreía de la misma forma cuándo sus ojos y los de Yelena se encontraban de aquella forma en la que los demás a su al rededor parecían desaparecer.

Clint: El doctor... dijo que... -Cerro los ojos y se froto la frente, intentando recordar lo que tenía planeado decir-... dijo que voy a... olvidar... olvidar cosas y yo... no... -Se froto la frente de nuevo-... yo no quiero... -Gruño frustrado. Kate conocía lo que Clint estaba pasando, el hecho de sentirse un idiota que no puede hacer cosas como los demás, así que se aferró fuertemente a la cintura de Yelena, sabiendo que si no lo hacía comenzaría a llorar. Las manos de la chica de inmediato se posaron sobre las suyas, tranquilizándola.

La chica de la ventana | KatelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora