Mis manos tiemblan tanto que nos e donde colocarlas para que se tranquilicen.
-Para esa pierna Tom, me vas a poner nerviosa a mi!- María se queja a mi lado.
-Si como sea- me levanto y voy a la máquina de dulces, compro una barra de chocolate. Esto más el café que compre hace poco me van a ayudar.
No dormí en toda la noche absolutamente NADA. Y lamento informa que no fue por razones como mujeres o fiestas por las que me trasnochaba hace unas semanas atrás; fue nada más y nada menos que por Gail.
Luego de recibir ese mensaje del doctor ayer no logre dormir nada. Pensando en todo lo que se me viene ahora que la tendré. Es un gran reto y con las manos temblorosas y el nerviosismo que me ha acompañado estos últimos días lo asumiré.
Me siento a comerme mi chocolate y María a mi lado ni se inmuta, solo observa su celular. Observo como personas van y vienen, entre doctores y mujeres con bebes en sus brazos; yo me encuentro con una camisa negra de botones y un pantalón y zapatos del mismo color junto a unos lentes oscuros. Tuve que guiñarle un ojo a una de las recepcionistas para que me dejara entrar porque según su concepto de mi apariencia "parezco un hurtador de bebes".
Mi segundo celular suena por milésima vez informando un mensaje y lo ignoro por milésima vez. María me observa, levanta sus lentes de lectura que utiliza para el celular y mueve sus labios negros (no por su color de piel oscuro, por el color que decidió colocarse hoy).
-¿Para qué tienes tres celulares si solo respondes uno?- me encojo de hombros masticando.
-Uno es para el trabajo, otro para las chicas malas y el otro personal- digo indiferente, María ríe a carcajadas.
-Tú no tienes remedio, espero que Gail te ayude a cambiar.- sonrío mostrando mis dientes- Asqueroso tienes los dientes llenos de chocolate- hace una mueca de asco arrugando la nariz. Limpio mis dientes con mi lengua y bebo café.
-Listo- sonrío de nuevo y niega riendo.
-Insisto, no tienes remedio.- cada quien sigue en lo suyo, yo comiendo tratando de alejar los nervios y guiñándole el ojo a cuanta mujer bella vea, y María en su celular ¿Qué nunca se aburre de ese dispositivo?
Se preguntarán ¿Qué haces allí guapo Tom?
Pues me encuentro en la clínica donde esta Gail, esperando a que me la entreguen; traje la pañalera con lo que me pidieron para entregármela vestida y tengo dos horas esperando.
-Tom Reings, por favor diríjase al consultorio del doctor Stang- anuncian por el altavoz y mis nervios regresan.
-Ve, te esperare aquí- asiento.
Me levanto y voy al consultorio que he visitado tres veces ya y por ello se me el camino. Toco la puerta y antes de que abran boto lo que queda de café y la envoltura de chocolate. El doctor abre y sonríe estrechando mi mano.
-Buen día Tom.
-Buen día- suelta mi mano y se hace a un lado, paso y me siento sin permiso previo. Stang se sienta al otro lado del escritorio, su sonrisa es tan radiante que se contagia.
-Tengo entendido que ya pagaste, entregaste las cosas de la bebe y tienes tiempo esperando allá afuera- asiento- Te pido disculpas por la demora, debíamos hacer unos chequeos de último momento pero ya está todo bien.- sonrío asintiendo- Gail esta perfecta; come cada tres horas su biberón como ya sé que sabes prepararlo, debes sacarle los gases después de cada comida, duerme mucho y es muy tranquila; debes traerla a consulta mensualmente hasta que cumpla un año y vacunarla en dos semanas.
-Perfecto- me entrega una carpeta y marca en su local.
-Pueden traer a la niña- mi corazón se acelera- Cualquier cosa me llamas ya que seré el pediatra de ella. Allí esta su partida de nacimiento, sus dietas mensuales, cuidados y sus otros papeles. Y listo. Felicidades Gail Isabelle Reings ya es toda tuya.- sonrío. Los toques en la puerta me aceleran el corazón nuevamente, el doctor se levanta y abre y la imagen que viene me hace sentir vulnerable, muy vulnerable.
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Gail (Novela #6 de la saga "Cigüeñas")
FanfictionCuando está en el destino de una persona algo en específico, no hay circunstancia que lo alejé de aquello e impida que suceda. Algo confuso y difícil de explicar, y por ello la invitación es a disfrutar de la historia de Tom Reings; un hombre millon...