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-EEEELLL AGUUA ESS VIDAAAAA, EELLL AGUA ES LIMPIIEEZAAAA EL AGUA EL AGUA EL AGUAAAA- Canto es canción que acabo de inventar mientras limpio mi bar, si señores estoy limpiando.

Desperté con una crisis por limpiar aquí estoy, llevo tres horas limpiando cada rincón de mi pent house, aunque hace unos días una de las chicas de limpieza limpio, pero fue muy rápido y no dejo todo como yo quería.

Gail pues como fiel acompañante se encuentra a unos diez metros de mí en su columpio que parece de juguete viendo a Mickey Mouse. Ambos despertamos algo temprano hoy.

-Agua, agua, agua agua agua aguaaaaaaaaaaaa.

-HUUU HAHA- Escucho lo que parece una carcajada, detengo mi limpieza y observo hacia mi hija, la cual ríe a carcajadas de lo que ve.-Hahahahahaha huuuuuu aaaaaaa- ríe y luego habla en su idioma.

-Quisiera entender lo que dices con esa hermosa voz mi pequeña cochinita.- digo acercándome, mi hija sonríe y continua hablando. Rio volviendo a mi lugar.

Cuando son las doce de medio día le preparo una ducha (ella es muy sudorosa por lo que la baño dos o tres veces al día). La ducho y le coloco un conjunto rosado, le doy sus biberones y la meso en su silla mecedora sacándole los gases; esta somnolienta lucha un poco con el sueño hasta que la vence; la acuesto en su cuna en su cuarto (si, lo hago pocas veces pero aquí duerme como princesa), enciendo la cámara que tiene una pantalla en el living y bajo. Como mi almuerzo observándola por la pantalla y cuando estoy por terminar tocan el timbre, agradezco a que Gail duerme como un oso y no despierta tan fácil.

Limpio mi boca y bebo un sorbo de agua, me dirijo a la puerta limpiando con la lengua mis dientes.

-¿Quién perturba la paz de este ho...?- mis palabras quedan a mitad al ver quienes están al otro lado de la puerta.

Ellos.

Ellos.

ELLOS AQUÍ.

Después de trece años.

Me observan detalladamente y yo aprovecho para hacer lo mismo.

Mi madre, aquella rubia despampanante que hace un tiempo tanto adoraba y respetaba tiene muchos pliegues a un costado de cada ojo y en su frente, su cabello rubio está acompañado de canas blancas que parecen unas mechas, está más baja y su cuerpo escultural está completamente diferente, ahora está más obsesa y baja.

Mi padre, por otro lado, ya no es ni la sombra de lo que solía ser. Aquel señor de tez negra que transmitía poder e intimidaba ahora es solo un señor mayor, con canas por el 60% de su cabello y barba, sus ojos no tienen aquel brillo que lo caracterizaba y ahora está más obeso. Desde aquí noto que soy mucho más alto que ambos.

Sus miradas en mí no causan nada, ni intimidad ni tristeza mi rencor. Nada.

Con la ayuda de mi cuñada psicóloga Lila supere aquella etapa de mi vida en un dos por tres. Los supere y perdone en mi corazón, pero en mi mente aún hay muchas incógnitas que espero que me resuelvan.

-Hijo- mi madre se lanza en mis brazos llorando, yo solo me quedo sorprendido sin corresponderle.- Estas tan grande y guapo- dice entre lágrimas. Yo solo observo a mi padre que no aparta su mirada de mí. Asiente saludándome y hago lo mismo.

Cuando mi madre me suelta me hago a un lado en la puerta.

-Pueden pasar- digo sin más, estos entran y cierro la puerta notando que estos detallan cada rincón de mi pent house. Veo la pantalla y aun Gail duerme plácidamente.

-Nos comentó Tomas que tienes una hija, y esto lo confirma- mi madre vuelve a hablar acercándose a la mecedora de Gail que tiene sus peluches, y por todo el living hay cosas de ella como su corral, una caja de juguetes; su silla mecedora, y su columpio mecedor que parece de juguete.

Gail (Novela #6 de la saga "Cigüeñas")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora