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Los meses habían pasado, Ni-ki y Sunoo se habían mantenido al tanto de cada uno y dos días antes de su graduación, Ni-ki estaba de camino para casa de Sunoo.

Pasaron al menos una hora y media hasta que por fin llegó, se estacionó, salió junto con sus maletas y tocó el timbre. El menor lo recibió con una sonrisa mientras lo abrazaba.

- ¡Ni-ki! Te extrané mucho.

- Cachorrito - correspondió al abrazo y acarició su rosada cabellera - Yo también te extrañé mucho.

- Deja te ayudo con eso, debe ser pesado, pasa - el rubio paso y Sunoo cerró la puerta, colocó las maletas en su habitación y fue hacia el mayor.

- Tu casa es muy hermosa, igual que su dueño

- No es cierto, soy muy feo.

- Claro que no, tu eres muy pero muy hermoso - dio un suave pellizco en la nariz del contrario y este arrugó su nariz.

- Basta - hizo un puchero e invitó al rubio al sillón - Que quieres hacer?

- Enséñame tus lugares favoritos.

- Bueno, vamos - ambos se pararon y salieron a varios lugares, después de un largo día de diversión, llegaron a casa y se tiraron en la cama.

- Dios mío, fue un día agotador - se quejo el menor.

- Al menos se que fue por una buena causa.

- Quieres cenar?

- No ceno más que un café, pero puedo prepararte algo.

- Pero estás muy cansado, viajaste por casi dos horas y caminaste mucho, no quiero que hagas esfuerzos, yo puedo prepararme algo por mi cuenta.

- Ey - susurró - No estoy tan cansado, puedo hacerlo, tu descansa, yo iré a la cocina y prepararé algo delicioso, y no aceptaré y no por respuesta - se paro y fue a la cocina, comenzó a preparar un delicioso batido de chocolate y un café, junto con unos panqueques, habló al menor y ambos se sentaron - Que tal me quedó?

- tomó un sorbo de su batido y abrió los ojos como plato - Wow, esto es realmente delicioso, cocinas demasiado bien - sonrió.

- ¡¿De verdad!? - alzó sus cejas  a la par.

- Si Ni-ki, tienes talento para esto, eres mi chef favorito.

- Quiero que solo tú seas el único que pueda probar esto, pero gracias, ahora come.

Después de la cena, ambos se prepararon para dormir, los dos se recostaron en la cama y cada quién durmió por un extremo, Sunoo volteo hacia el lado del mayor viendo su gran espalda al descubierto, sin pensarlo, lo abrazo por la cintura y puso su pierna derecha encima de sus piernas y escondió su rostro entre la gran espalda. Por otro lado, Ni-ki estaba sonriendo, su corazón se aceleró y por un momento creyó que se le saldría del pecho.

- la mano de Sunoo estaba cerca de la cintura del rubio y este dudaba un poco en tomarla, finalmente la tomó y la acarició - Tienes unas manos muy suaves - dijo con su voz un poco baja.

- Las trató de cuidar.

- Las cuidas muy bien, hay que dormir, mañana saldremos a donde tu quieras, así que será un día largo.

A la mañana siguiente, Ni-ki despertó, levantó al menor con suavidad y este se quejó.

- Levántate pequeño - tocó sus mejillas esponjosas y se oculto entre las sábanas - Me estas haciendo un berrinche? - dijo burlón - Anda cachorrito, levántate.

- No puedo.

- Por qué no?

- Me siento mal - dijo débil.

- Que te duele? - comenzó a tocar su frente y vio que estaba normal - No tienes fiebre ¿Dime que te duele?

-  Me duele el estómago.

- Mucho?

- Como si tuviera cólicos, Ni-ki, me duele mucho - comenzó a quejarse.

- Creo que fue por la grasa que comimos cuando salimos, quizás fue eso, mientras quédate ahí, te prepararé un té e iremos al doctor - salió y comenzó a hacer el té, luego de pocos minutos llegó con una taza y una cuchara, lo coloco con cuidado en la mesita de noche y se sentó en un pequeño espacio de la cama al lado de Sunoo - Cachorrito, ven aquí - el menor obedeció y se acostó con Ni-ki.

- Sóbame Ni-ki, me duele mucho - unas pequeñas lágrimas salieron de su rostro aferrándose al cuerpo del rubio.

- Tómate el té, mientras yo te sobo, pero no llores, pronto se irá - puso al menor en su regazo recargando se entre su pecho, entregó la taza y comenzó a sonar su abdomen, dando suaves caricias y en forma de círculo - Como te sientes ahora?

- Todavía sigue, pero ya no tanto, no debí atragantarme con tanta grasa.

- Tranquilo, no te culpes, incluso yo comí más que tú, así que no te sientas mal por eso.

- Tu masaje me relaja, aparte de ser un buen cocinero, eres un buen masajista.

- Por ti puedo aprender a hacer cualquier cosa con tal de que te sientas bien.

- Te quiero muchísimo Ni-ki - sonrió y el contrario lo abrazó.

Ya en la tarde, Sunoo se logró sentir mejor, salieron a unos pocos lugares y luego regresaron, cenaron y se prepararon para dormir, pues mañana sería la graduación del menor y estaba muy nervioso, por lo que Ni-ki tuvo que ayudarlo a calmarse.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora