Creo que si

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Pasaron dos semanas desde el desastre con Melanie, y finalmente las cosas parecían calmarse... al menos en apariencia. Resulta que la suspendieron por un mes, tal como Amber lo había predicho. Sin embargo, lo que más me entristece no es su ausencia, sino la desaparición de Camil. Es como si se la hubiera tragado la tierra. No responde mensajes, no aparece en el instituto, y cuando vamos a su casa, su hermana siempre dice que no está. Lo extraño muchísimo.

—Issy, ¿qué te vas a poner para la fiesta? —me pregunta Kat mientras se quita un lindo vestido gris.

—Aún no lo sé —respondo, mirando inspiración en Pinterest, con un suspiro.

Hoy es la fiesta navideña del instituto. Después de esta noche, ¡por fin saldremos de vacaciones hasta febrero! Sin embargo, la emoción de la fiesta se mezclaba con la tristeza de no tener a mis amigos cercanos.

Tras desparramar toda mi ropa por el suelo, al final me decidí por un vestido negro corto. Kat eligió un vestido azul lleno de brillos, y juntas comenzamos a maquillarnos. Tardé horas —bueno, tres, para ser exactos—, pero finalmente terminé. Mientras me miraba en el espejo, me vino un pensamiento: extraño tanto a John. Él siempre me decía qué ponerme y, cuando se le antojaba, me maquillaba. No solo lo extraño por eso, sino porque hemos sido amigos toda la vida. Se siente raro estar sin él.

—Issy, voy a recoger los regalos —me avisa Kat, agarrando su bolso.

—Vale, te espero aquí.

Kat sale de mi habitación, y yo aprovecho para hacerme algunas fotos. Me gustaba cómo me veía, y debo decir que las fotos no salieron mal. En ese momento, llamé a Dylan para matar el tiempo hasta que Kat regresara.

—Te extraño, Issy... —dice Dylan, haciendo un tono de voz de bebé.

—Nos vimos ayer —respondo, soltando una risa.

—Ya lo entendí todo, Isabella... —dice dramáticamente—. ¡Estás harta de mí! ¡Ya no me quieres!

—Te amo —digo, aguantándome la risa.

—No, ya no... —finge un puchero—. Ya no me quieres...

—Te amo —repito.

—Yo te amo más, mi princesita hermosa —dice, imitando la voz de un bebé otra vez.

—¿Qué? ¿Dylan está actuando como un bebé? ¡No me lo creo! —se escucha una voz masculina riendo al fondo.

—¡Cállate! Claro que no —dice Dylan, aclarando la garganta con nerviosismo—. Te amo, Issy. Nos vemos luego.

Me cuelga y me muero de risa. Me hace gracia cómo intenta actuar todo macho con sus amigos, pero cuando estamos solos, es todo ternura.

Kat regresa con Meg, que entra con su look gótico habitual. Se ve espectacular con su vestido blanco ajustado, corsé negro, guantes y botas negras. El maquillaje oscuro le quedaba perfecto.

—Te ves increíble, Meg —le digo, sonriendo.

—Ustedes parecen diosas —responde Meg, con una sonrisa torpe pero genuina.

—¿Y cuándo llega Dylan? —pregunta Kat mientras se retoca el maquillaje.

—Creo que llegan en unos diez minutos —contesta Meg, mirando su reloj.

Esperando a Dylan, no pude evitar sentirme inquieta. Me he vuelto demasiado dependiente de él, lo admito. Si no me habla, me siento mal. Si no está a mi lado, me siento mal. Y si tarda en responderme... sí, también me siento mal.

—Issy, ¿tú crees que Camil esté bien? —pregunta Kat, con un suspiro de preocupación.

—Conozco a su madre. Es obvio que la tiene encerrada en casa —respondo, mirando mi móvil.

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora