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Liam tomó un sorbo de la botella de alcohol mientras le subía el volumen a la canción que sonaba en sus audifonos

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Liam tomó un sorbo de la botella de alcohol mientras le subía el volumen a la canción que sonaba en sus audifonos.

—No es suficiente— dijo con su característica voz rasposa y cansada, una voz que tenía un aire nauseabundo y lamentable.

De un cajón sacó un porro a medio empezar junto a un encendedor, inmediatamente lo prendió y le dió una buena aspirada, contuvo el humo lo más que pudo y lentamente lo soltó.

Drogas, alcohol y música, esa era su manera de lidiar con aquellas visiones.

Todo el día, a toda hora, siempre pasaban por su cabeza estas aluscinaciones de diferentes violaciones, más que aluscinaciones, eran premoniciones. Todas y cada una de ellas eran más que reales.

Lágrimas cayeron de los ojos de Liam mientras la droga y el alcohol hacían estragos en su cabeza y sus emociones.

¿Como es que aún estaba cuerdo? ¿Siquiera lo estaba?

Todos esos gritos, golpes, violencia. Todo aquello atormentaba su adolorida cabeza día por día, todo el tiempo.

—Ya basta, por favor. Ya basta, por favor— repetía una y otra vez susurrando, de manera miserable —No puedo evitarlas todas ¿Porque me las muestras?

Desde jovencitas de color en algún lejano país en guerra, hasta hombres en estados unidos.

Niños, adultos, hombres, mujeres, negros, blancos, asiaticos, heterosexuales, gays, cristianos, ateos. No importaba nada, no había distinción.

Desde los violaores hasta las victimas, Liam los había visto de todas formas y tamaños, y solo había una cosa en común en todas esas visiones.

Monstruos profanando los cuerpos de otros seres humanos.

Liam se sostuvo su cabeza mientras la sentía retumbar. Tenía dos días que no detenía ninguna de esas visiones, dos días sin dormir mas de 6 horas. Solo adormeciendo su mente a traves de alucinógenos.

Ira, cansancio, trizteza, dolor. Todo se arremolinaba en su cabeza. No aguantaba, no aguantaba, no, no, no, no. No podia pensar bien entre el agotamiento fisico y mental.

El chico en su desesperación inconscientemente empezó a golpearse contra las paredes del pequeño departamento, como un ardiente animal al que le acababan de tirar agua hirviendo.

Un grito doloroso salió de sus labios, tan desgarrador que lastimó su garganta, sintiendo un ardor inaguantable. Fisicamente estaba perfecto, sin herida alguna. Pero la pobre mente de Liam empezaba a ceder después de años de sufrimiento que no era suyo.

La tortura metal diaria, le había quitado a Liam parte de su cordura y salud mental. Después de años y años de visiones, una tras otra, ya la mente del muchacho no funcionaba de manera normal.

Su respiración estaba acelerada, gritar a veces era su único desahogo para alivianar su atormentado corazón.

Un golpe en su pared se escuchó.

Gritos SilenciososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora