Matar a un Ruiseñor

34 8 0
                                    

Los suaves labios de Lucía tocaron levemente los de Liam, temerosos, como pidiendo permiso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los suaves labios de Lucía tocaron levemente los de Liam, temerosos, como pidiendo permiso.

El la observó intentar darle un beso, tan tímida y nerviosa. Sus sentimientos eran puros y sinceros, y era una persona como él quien los recibía.

El corazón de Liam fue fácilmente conmovido por esta pequeña chica.

Aceptó la propuesta de ella por completo impulso, incluso ahí en la habitación del hotel, había estado pensando en como rechazarla. Pues inmediatamente entraron a la puerta de la habitación, el se arrepintió.

Lucía le dijo a sus padres que se quedaría en casa de una amiga, y le escribió a esa amiga que la cubriera, y le mandó la ubicación de donde estaba y una foto de ella y Liam.

El no se negó a esto, había aceptado porque parecía importante para ella. Sin embargo, una vez que ella se montó en su moto, empezó a sentirse mal.

Pero en este instante, con ella sentada frente a él queriendo tomar la iniciativa de besarlo, todas sus defensas se vieron ablandadas.

Liam tomó la mejilla de Lucía y le devolvió el beso. Fue un contacto torpe debido a la inexperiencia de los dos, pero fue sincero, y dulce, y lleno de cariño juvenil.

Cuando sus labios se separaron, el besó su mejilla repetidas veces y sus besos fueron bajando por el cuello de la chica, esta estaba roja de la vergüenza.

Mas cuando los besos llegaron al cuello de la camisa, se detuvo. Intentó tomar el ruedo de la prenda de ella para quitarla, pero sus manos temblaban.

¿Como podría él quitarle la ropa a una mujer? Recuerdos desagradables fueron a su mente.

—Yo lo hago— dijo ella, bajito y amable. El asintió y ella empezó a desvestirse, quedando solo en ropa interior.

Se notaba su timidez, asi que soltó una risa nerviosa al ver que él la miraba atentamente.

Más se sentía cómoda, pues la mirada de ese chico era completamente diferente a la del hombre de aquella noche. No la miraba con lujuria, si no con dulzura.

Ella se sentó en sus piernas esta vez, abrazando las caderas de Liam con sus muslos y lo envolvió con sus brazos.

—Puedes continuar— su voz tartamudeó —Puedes quitarme tu la ropa, está bien.

El depositó un beso detrás de la oreja de ella, al sentir su aliento, ella se estremeció.

Las temblorosas manos de él se posaron en la cintura desnuda de Lucía.

Sus manos estaban frías, pero su toque era cálido, muy amable, la trataba con una delideza casi inhumana, como temeroso de hacerle daño. Y como no, si Liam se sentía como un monstruo tocando una muñeca de porcelana.

Jamás había tenido contacto o conocimiento con el sexo además de sus visiones. En el mundo de Liam, el sexo siempre se había visto como un acto impropio y cruel. Sucio, algo que él no merecía.

Gritos SilenciososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora