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La cabeza la palpitaba a Liam, sentía tambores en sus oídos

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La cabeza la palpitaba a Liam, sentía tambores en sus oídos.

Después de 30 minutos de viaje, había llegado a la ciudad vecina. Su moto iba a toda velocidad rumbo al club de la visión de esta vez.

Luego de estacionar su moto, pagó la entrada. La fuerte música solo empeoró su dolor de cabeza.

¿Donde carajo estaba el baño de este lugar?

—Hey, hey. Arnold ¿Que mierda te pasa?

Un joven muchacho, lleno de tatuajes estaba arrinconado en un cubículo por un hombre.

—Tu eres gay ¿No? Te gusta la polla ¿No quieres probar la mia?

—¿Que carajos? ¿Te pasaste de copas? Me gustan las mujeres, quítate.

El muchacho intentó apartarlo pero se sentía débil y algo mareado.

—Maldito infeliz ¿Le metiste algo al trago?

—Se que vas a con mi hermana a tejer todas las semanas, ella está interesada en ti pero no has hecho un solo movimiento, eres un marica, te he visto desde entonces. Viejo, tengo mucho tiempo sin follarme una mujer, prestame tu culo un rato y luego me das las gracias.

—¡A mi que me interesan las necesidades de tu pene! ¡Métete tu mierda por el culo!

El chico golpeó su rostro pero debido a la poca fuerza por la droga, no hizo más que un morado. En cambio, el tipo se lo devolvió haciendolo sangrar y casi dejándolo inconsciente. Fue volteado contra el muro.

—¡Eres una porquería, déjame ir!

Su cuello se vio apresado contra la pared, la impotencia y el miedo lo envolvieron por completo. El hombre se abrió su pantalón y le bajó el suyo.

"¡No!"

Fue entonces que la puerta del baño se abrió con fuerza, luego fue la del cubículo.

Liam jaló el cuello de la camisa del tal Arnold.

El chico al fin pudo respirar y cayó al piso tosiendo.

Golpes contra el piso se escucharon, el muchacho levantó la mirada y pudo ver al castaño agarrar la cabeza del tipo golpear su rostro contra el suelo, este sangraba horriblemente, tal vez más que él. Y le faltaba un diente.

—¿Te gusta golpear personas en la cara?— otro golpe— ¡Que casualidad! A mi también, sucio bastardo.

Solo silencio. Liam chasqueó la lengua.

—Ya quedó inconsciente. Hey, llevemos a este tipo con seguridad antes de que entre alguien.

El chico puso un rostro amargo y decaído, empezó a arreglarse la ropa

—Déjalo asi. Gracias por ayudarme.

—Pero que dices...

—Aprecio la intención, pero ¿Crees que me creerán? Soy un hombre, me dirán algo como: "¿Porque no te defendiste?" O "¿Porque te violaria a ti y no a una mujer?" "No te pasó nada, arreglenlo, son amigos"

—Eso es pura mierda, a un hombre también le puede pasar esto.

—El mundo no lo ve asi, mejor dicho, ni siquiera lo ve.

El chico de los brazos tatuados suspiró.

—Se que es mucho pedir considerando que me acabas de ayudar, pero ¿Me acompañas a buscar un taxi? No creo estar siquiera en condiciones para contar el dinero.

Liam lo observó un rato y suspiró también, asintió y ayudó al chico a levantarse.

Pateo el estómago del hombre inconsciente antes de salir.

—Te llevo yo ¿Está bien?

Después que el chico hiciera una llamada, Liam le puso su casco una vez salieron del antro y lo llevó a la dirección indicada.

Una chica estaba esperando frente al edificio del departamento, una vez el chico tatuado llegó y se quitó el casco, ella lo miró asustada por la sangre, hablaron unas cosas y se besaron rápidamente.

El muchacho se despidió y entró apoyado de ella al edificio.

Liam pocas veces se involucraba con las víctimas, sin embargo esta vez se sintió un poco menos horrible de lo usual al ver llegar al muchacho a salvo.

Se puso el casco y condujo de vuelta a la ciudad donde vivía.

Una vez de vuelta en las calles que ya conocía, paró en un semáforo rojo y en la espera, vio a la chica de la otra vez.

¿Lucía se llamaba?

Se quedó pensativo ante el sentimiento que sintió hace rato. No quería encariñarse con las víctimas, pero ahora aquello había despertado algo de su curiosidad.

Cuando la luz estuvo en verde, avanzó un poco hasta el hueco vacío más cercano para estacionarse y se acercó hasta la chica

—Lucía— fue un impulso, por lo que se arrepintió de llamarla, pero ya era tarde, pues ella había volteado.

En cuanto se giró, sonrió de manera dulce.

—¡Liam!

El chico de ojos verdes sintió una punzada en su pecho.

¿Alguna vez alguien había sonreido nada más verlo?

¿Alguna vez alguien había dicho su nombre con una sonrisa tan brillante?

La amarga respuesta era no

—¿Vas a casa?

—De hecho, si.

El dudó en preguntar.

—¿Quieres que te acompañe hasta la estación del metro?

Obviamente Liam no se ofreció a llevarla, apenas si se habían visto 2 veces, tu no te montas en la moto de un desconocido.

Ella sonrió todavía más.

—¿De verdad? Me haría muy feliz eso.

¿Alguna vez alguien había disfrutado de su compañía?

¿Liam siquiera tenía el derecho de recibir aquello? ¿Era merecedor de una vida normal?

—¿Y esa sangre en tu mano? ¿Estás herido?

Nuevamente, la respuesta era no

Liam observó su palma, era de ese sucio bastardo.

Sin embargo, sabía que sus manos estaban manchadas con la sangre de otra infinidad de personas.

Un recordatorio de que el era un pecador

Se limpió un poco la mano de la ropa.

—No fue nada grave, olvidé lavarme, lo siento.

—Mientras tu estés bien, no hay problema.

—… claro, vamos.

Sin embargo, quería permitirse, sólo un poco, sentirse como un ser humano, aunque sea un rato olvidarse de que era un monstruo.

Y eso no cambiaría.

12/01/2022

Gritos SilenciososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora