Nara Vasilakis, tiene 17 años y vive una vida pacífica en la ciudad de Woodsboro. Todo va muy bien: tiene padre cariñosos, amigos, un novio que le ama y no puede quejarse de sus calificaciones en la escuela.
Con todo, la vida le trata bien.
Sin emba...
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"Y eso es lo que sucedió", terminó su explicación, soplando un pesado suspiro por la nariz mientras trataba de ordenar sus pensamientos.
Siendo mediados de septiembre, la temperatura empezó a bajar de forma significativa. El aire era fresco y el cielo blanco grisáceo y sin sol, pero todavía había días que te recordaban al verano.
Los ojos del hombre de cabello castaño observaron tranquilamente tu rostro mientras te inclinabas contra la base de la fuente de piedra, sentada en el suelo con una pierna cruzada sobre la otra.
Billy estaba a tu derecha, encorvado y apoyando los codos en las rodillas con los dedos peinando sus desordenados mechones de cabello, empujándolos hacia arriba de su frente.
Ya que ustedes dos compartían Biología y la maestra se había reportado enferma, solo estaban tú y él,.
"Si ese cabrón vuelve a acercarse a ti, está muerto", gruñó Billy. Trató de mantener la voz tranquila, pero la ferocidad que arañaba las paredes internas de su cuerpo amenazaba con salir de él en cualquier momento, como una inundación repentina para la que nadie tendría tiempo de prepararse.
Te sentiste un poco intimidada por la seriedad de su declaración y el brillo malévolo de sus ojos.
Entendiste que Billy no lo decía literalmente, pero después de que lo viste casi noquear a ese tipo antes con un solo golpe, no tenías duda de que podría enviar a Ryan directamente al hospital si estaba lo suficientemente enfadado.
"¿Se lo dijiste a Sidney y Tatum?" Preguntó impasible, uniendo sus manos mientras te miraba.
Mantuviste tus orbes enfocados en el brazalete con el que estabas jugando y que brillaba a la luz del sol. Tu mamá te lo había regalado por tu cumpleaños el año pasado.
Sonreíste con cariño al recordarlo. "No."
Billy chasqueó la lengua y asintió pensativo, mirándose las manos pero sin responder.
Durante un rato, los dos se quedaron sentados en un cómodo silencio.
Dos adolescentes, asumías estudiantes de primer año, irrumpieron por las puertas de entrada con dos trajes idénticos de Ghostface, gritando y levantando los brazos en el aire.
Apartaste los ojos de ellos con disgusto. Cómo alguien podía idolatrar a un asesino en serie estaba más allá de su comprensión.
Con el presunto asesino tras las rejas, la vida en la escuela estaba volviendo poco a poco a lo que era antes. Pero la policía todavía estaba alrededor para buscar pistas y Dewey nunca estaba lejos en su patrulla.
"No puedo dejar de preocuparme más", admitiste, recogiendo y lanzando una pequeña piedra sobre las piedras que se alejaban rodando. "Me llamó desde la cárcel, Billy... Me amenazó. No sé qué hacer".
No estabas prestando atención a Billy, que se había agachado para sentarse en el suelo a tu lado hasta que su pulgar e índice agarraron suavemente tu barbilla.
