Nara Vasilakis, tiene 17 años y vive una vida pacífica en la ciudad de Woodsboro. Todo va muy bien: tiene padre cariñosos, amigos, un novio que le ama y no puede quejarse de sus calificaciones en la escuela.
Con todo, la vida le trata bien.
Sin emba...
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Los baños cerrados se alineaban en una pared, frente a una hilera de lavabos y un espejo enorme.
Entraste mientras dos chicas tintineaban y hablaban, cada una desde sus respectivos puestos.
"Ella nunca fue atacada. Creo que lo inventó todo".
"¿Por qué mentiría sobre eso?"
"Para llamar la atención. La niña tiene serios problemas".
Escuchó con atención hasta que se descargó un inodoro. Saltaste rápidamente en uno de los puestos, escondiéndote, justo cuando la primera chica apareció de uno de los viejos puestos.
Se veía exactamente como sonaba, una pequeña idiota mocosa.
"¿Y si ella lo hizo? ¿Y si Nara mató a Casey y Steve?"
"¿Y por qué haría eso?"
"Tal vez ella estaba pillada por Steve y lo mató en un ataque de celos".
Se necesitó cada gramo de fuerza de tu cuerpo para no saltar y maldecir a las dos chicas.
Sabías que los niños de Woodsboro no eran los mejores de ninguna manera, pero no los habías anticipado todavía hablando de eso y haciendo bromas.
Stu tenía razón cuando dijo que los niños de esta escuela estaban mirando el asesinato de Casey como niños pequeños en Navidad. Te enfermó.
Otro inodoro se descargó.
"¿Por qué Nara querría estar con Steve? Tenía su propio novio, Ryan".
"Sí, lo tenía. Y mira dónde terminó."
Tu rostro se debilitó y sentías que las lágrimas calientes comenzaban a formarse.
"Eres malvada", dijo la otra chica y apareció de su puesto.
Ambas se pararon frente al espejo, ajustando sus rostros. "Dale un poco de holgura. Nadie quiere que su novio sea asesinado".
Las dos chicas salieron, dejándote sola. El agua goteaba en algún lugar de una tubería con fugas cuando el viento silbaba desde el espejo de popa agrietado sobre la puerta del baño.
Un fuerte silbido te hizo saltar. Por una fracción de segundo, podría haber jurado que escuchó la puerta del baño abrirse y cerrarse, pero después de un poco de silencio, estaba segura de que no era nada.
Hipó antes de agacharse y abrir la puerta, empujándola para abrirla, todavía frotando debajo de los ojos.
Revisaste el baño. Las puertas de los puestos estaban ahora cerradas. Te inclinaste y escaneaste debajo de ellos, buscando pies, pero no había ninguno.
Te volviste hacia el espejo cuando escuchaste un sonido que salía de uno de los puestos. Te quedaste atónita, mirando los puestos a través del reflejo del espejo.
