"¿Sasuke?" Itachi tocó la puerta un par de veces, esperando pacientemente a que su hermano respondiera.
Sasuke no podía cerrar la puerta, su padre se lo había prohibido hacía unos años, por lo que el chico tuvo que renunciar a su intimidad y acostumbrarse a las indiscretas miradas de su padre. Sin embargo, en ese momento, con sus padres de viaje, un rubio enfadado y una disculpa pendiente, Itachi agradeció que la puerta estuviera completamente cerrada. No quería ver a su hermano pequeño en ese tipo de situaciones.
El único motivo por el que había subido, fue debido al ruidoso teléfono del rubio, olvidado en la mesa de la cocina, que no paraba de vibrar.
Itachi, inmediatamente pensó en acercar el móvil al chico, pero prefirió esperar y dejarles un poco de privacidad. Unos veinticinco minutos exactamente. Eso era tiempo de sobra para solucionar sus problemas y puede que para algo más.
"¡Un momento!" Escuchó decir a Sasuke, con voz agitada.
Tal vez, debió esperar unos minutos más. La juventud y su energía infinita…
"Dime." Su hermano abrió un poco la puerta y asomó la cabeza por esta, intentando aparentar indiferencia, pero su cabellera despeinada y su camiseta puesta del revés, le indicaron todo lo contrario.
"Están llamando a Naruto-kun." El mayor puso el teléfono delante del rostro de Sasuke y este miró el objeto por un par de segundos, desconcertado.
"Gracias." Naruto apareció detrás de Sasuke, casi en las mismas condiciones que su hermano, con la única diferencia que este no vestía ninguna camiseta. Sasuke, intentó cerrar más aún la puerta y esconder lo evidente, pero el rubio no le dejó, asomándose casi completamente para coger su teléfono, exponiendo unos trabajados abdominales y el sonrojo de un Uchiha.
"Once llamadas pérdidas de mi abuela…" El chico inmediatamente volvió al interior de la habitación, abriendo la puerta un poco más, mostrando a Itachi una cama revuelta, unas almohadas en el suelo y una camiseta sobre el cabecero. Sasuke al verse descubierto, miró al suelo, evitando la sonrisa burlona de su hermano.
"Vieja… sí, estoy bien... Porque no quería escucharlos haciendo cochinadas." Naruto había llamado a su abuela y tenía el móvil alejado de su oreja unos centímetros, intentando que los gritos de la señora no dañen el tímpano. "¿Vas a venir a comer?" Preguntó en un susurro, mirando a Sasuke, quien negó suavemente con la cabeza. El rubio, volviendo a la conversación telefónica e ignorando la opinión de su amigo indicó que Sasuke sí que iría a comer. "¿Itachi, quieres venir tú también?" El mayor asintió, sonriendo. No estaba demás conocer mejor a la familia de su futuro cuñado. "Su hermano también viene."
Naruto, con una deslumbrante sonrisa, mandó un guiño a Sasuke y la, malamente, fingida indiferencia en el rostro del azabache desapareció, exponiendo a un chico demasiado avergonzado de sus emociones. Un chico que Itachi no veía desde hacía años y que creyó no volvería a ver, pero allí estaba, intentando resistirse al encanto del rubio. Y se sintió feliz. Mucho.
No sabría que hubiese sido de Sasuke si Naruto no hubiese existido en su vida, y no quería pensarlo. Por el bien de su hermano, esos chicos deberían permanecer juntos y haría lo que fuera necesario para ello.
Itachi consideró que lo más conveniente sería dejar que la parejita termine lo que él interrumpió, pero antes, no estaba demás burlarse un poco de su hermano.
"Tienes la camiseta del revés." Le susurró acercando su rostro al del otro, señalando las visibles costuras en los extremos de la prenda.
"No… yo… Es así." Ver a su hermanito sonrojado y tartamudeando era tan gracioso. No se estaba riendo de los sentimientos ajenos, reía por los fallidos intentos que hacía su hermano por ocultarlos. Prácticamente había criado a ese malhumorado chico ¿por qué no entendía de una vez que no podía ocultarle nada?
Sin decir nada más y con una sonrisa en los labios, Itachi volvió sobre sus pasos, esperando que los veinte minutos que tardaría en darse una ducha fuera tiempo más que suficiente para esos dos.
En cuanto Naruto terminó con la llamada, el silencio inundó la habitación. Había tanto que decir, pero tan pocas ganas de explicar algo que ni siquiera era capaz de comprender.
Sasuke estaba haciendo la cama, ignorando su presencia, pero eliminar ese desorden no sería suficiente para ocultar lo que había pasado.
"Te dije que no iba a ir." Sasuke le estaba dando la espalda.
"Siempre dices lo mismo." ¿Cómo explicarle que aún sentía el calor de sus labios?
"¿Y te importa una mierda lo que digo?" Sasuke estaba cogiendo su camiseta del cabecero. No recordaba habérsela quitado, pero si los escalofríos que produjeron esas manos cuando recorrieron su espalda en busca de más cercanía.
"Y me importa una mierda lo que dices." El moreno le tiró la camiseta apuntando a su cabeza, por lo que fue sencillo cogerla en el aire.
Con la adrenalina aún corriendo por sus venas, Naruto quiso oír una explicación coherente de esos labios que hasta hace un par de minutos se encontraba saboreando, pero no fue capaz de pronunciar palabra. Su mente estaba demasiado ocupada intentando averiguar qué motivó al bastado a meterle la lengua casi hasta la garganta. Porque fue él quien empezó. Fue él quien transformó un inocente beso a...
"Me visto y nos vamos." Se adelantó el moreno, sin intención de dar explicación alguna a esos suplicantes ojos azules. No estaba preparado.Con la camiseta aún entre las manos, Sasuke empujó al chico, con cierta brusquedad, fuera de la habitación, cerrando la puerta antes de que este pudiese protestar. Definitivamente no iba a dar ningún tipo de explicación hacia lo sucedido.
Naruto se quedó unos segundos delante de la puerta, acariciando su nariz. El portazo le había rozado. Ese idiota, tan despiadado como siempre. Ese idiota, con labios tan suaves…
Decidió esperar en el salón a los hermanos y creyó conveniente sentarse en uno de los sofás, pues conocía demasiado bien al moreno y lo que este tardaba en vestirse. ¿Cómo podía tomarle tanto tiempo ponerse una camiseta y un pantalón? Con lo sencillo que fue desvestirlo.
Su cara empezó a arder inmediatamente. ¿Qué habría pasado si Itachi no los hubiese interrumpido? ¿Acaso habrían…?
Cubrió su rostro con ambas manos, avergonzado de su propio anhelo. Por qué sí que habría sido capaz. No hubiese dudado ni un segundo en seguir adelante, porque Sasuke era tentadoramente irresistible.
"Fuego."
Esa fue la única palabra con la que pudo describir la confusa vorágine que creó ese beso.
Naruto no era débil, pero cuando vio a Sasuke con los ojos cerrados, a sólo un par de centímetros, no aguanto más y dejó de pensar, cerró los ojos también y paró de jugar en los límites del precipicio para lanzarse por él.
Inmediatamente se arrepintió y se dejó llevar por el miedo, creyendo que la realidad le apartaría y le golpeara en la cara, pero unas manos, temblorosas, se aferraron al cuello de su camiseta, demostrando que no estaba solo en esa caída libre.
Y durante esos minutos hasta que fueron interrumpidos, Naruto sólo pudo preguntarse cómo demonios había vivido tantos años sin las expertas manos del moreno. Aunque también se lo preguntó durante los veinte minutos de camino a casa. Y en las horas siguientes durante un alegre reencuentro familiar.
Incluso, estaba tan absorto en ello, que no se percató de las veintitrés llamadas perdidas, y cincuenta y seis mensajes de Temari.
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Como explicar que este capítulo lleva escrito desde agosto...?¡¡¡Se viene especial de Navidad y un Sasuke muy necesitado de cariño!!!

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No lo hagas
Fanfiction(en edición) Él sabía que ese pelirrojo no era el indicado para su mejor amigo. En realidad, nadie lo era. NADIE.