Y Después Nada

15 0 0
                                    

Me había quedado completamente sola, y me sentía tan estúpida. Al siguiente día, domingo, no salí de mi habitación sino para vomitar dos veces, sentía náuseas. Me sentía asquerosamente deprimida de nuevo. Todo ese día pasé haciéndome muerda leyendo conversaciones y llorando, mi mamá se acercó dos o tres veces a ofrecerme comida, pero fingí estar dormida.
El lunes, de verdad no quería hacer nada, mis amigas me preguntaron qué tenía, me animaron(o su intento de hacerlo) y no dejaban de mirarme como si estuviera muriéndome. Pero nada me importaba. Nada. Había arruinado todo por imbécil. No podía arreglarlo, estaba mal. Estaba jodidamente mal. Y no sabia que hacer para remediarlo, Santiago ya tenía a otra persona a su lado, y yo no me sentía alguien a su altura, me sentía realmente diminuta. Todos esos ánimos que me había regalado aquel chavo tan lejos de mi... Se habían ido. No quería comer, ni dormir, no quería nada. Cada mañana deseaba que el día anterior no hubiese llegado, y el anterior, y todos los anteriores.

Llegué a preguntarme si de verdad era necesario que yo estuviera así... O sea, antes de conocerlo estaba sola, y nadie iba a parar eso... ¿qué cambiaría yo en su vida? Ni siquiera me conocía y de seguro tampoco me quería como yo a él. Llegué a pensarlo. Luego recordaba todos esos momentos juntos que en ese poco tiempo habíamos pasado.

Pasó una semana.

Nada me importaba realmente, de verdad. No hacía nada mas que la rutina que ya llevaba hace un tiempo : despertar, no hacer nada en la escuela, salir, sentirme mierda camino a casa, comer, encerrarme, llorar, vomitar, llorar, comer, encerrarme, vomitar, bañarme, dormir.

El lunes no habría clase. Y mi tía Ada y mi abuelo vendrían. Y eso me puso un tanto tranquila. Por un rato.

Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora