Siempre.

Correspondencia para mi

Me encantaba, todo iba perfecto; el día de su cumpleaños le prometí que le iba a escribir una carta y de inmediato me puse a escribirla.
Era gracioso como había pasado tan poco tiempo y habíamos planeado toda nuestra vida, adoraba el rumbo que estaba tomando nuestra relación. Poco a poco me iba dando cuenta que era la mejor persona que podía haber encontrado y que no quería dejarlo nunca. Me hacía sonreír como loca y me sentía como se supone que se sienten las adolescentes cuando se enamoran. Las llamadas cada vez eran mejores, cada vez eran más bonitas y cada vez nos confesábamos muchas cosas.
Un día le pedi que me hiciera una carta, y después de muchas abnegaciones, accedió. Recuerdo perfectamente como había sido y todo lo que escribió.
Me llamo un día por la tarde

-Oye, ¿cuál era tu dirección, amor?- me pregunto y no sabía para que la pedía, se la dicte y me dijo que tenía que esperar una semana para que viera lo que envió.
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Era un 16 de enero, yo iba llegando a mi casa y en cuanto me baje del carro la vi, en un sobré blanco y una franja negra. Corrí a abrirla dentro de mi casa y cuando la abrí, me solté a llorar. Cinco minutos después le marque y le dije que había llegado. Me sentía tan feliz que no podía dejar de leerla. Lo amaba, sin duda. Ese día hablamos toda la tarde.
Yo no dejaba de decirle cuanto lo amaba y no podía dejar de leer la carta, en especial esa parte de "tenemos muchas fechas importantes y es obligatorio vernos, 30 de enero, 14 de febrero, 15 de febrero, 30 de febrero... jaja no hay 30 amor, será el 28..." ¡Dios santo!