El papel de los omegas

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El silencio cortante y la atmósfera tensa incomodaron a más de uno. Los dos soberanos se miraron fijamente. Él le había pedido ver a su gente y él se lo había negado. Lukyan hizo de sus labios una línea y se levantó lentamente, analizando cada uno de sus movimientos, aun así sus rodillas crujieron. Aguantando el dolor se acercó a donde debía estar el alfa y se detuvo delante de él alzando la cabeza. 

Su olor delataba calma, tranquilidad, no arrebato como Dante se imaginaba después de su negativa.

-Solo quiero verlos y que vuelvan a su estado normal-razonó ecuánime.

-No- el alfa volvió a negar.

-¿Por qué?- inclinó la cabeza intentando colegir con él.

-¿Acaso eres consciente del estado de tu cuerpo?- su voz había bajado varios tonos -No llevaría a nadie en tu condición a un lugar tan peligroso-comentó, temiendo por la integridad física y mental del lobo. Muchos lobos de la antigua manada estaban fuera de control y no creía que reconocieran al omega reina. La situación podría desmoronarlo. 

-Alfa, soy un omega de sangre pura-continuó como si no hubiera escuchado su negativa.

Dante no comprendió el comentario.

-Llévame y comprenderás-insistió al sentir la vacilación en el mayor.

La curiosidad lo carcomía, a qué se refería. No conocía mucho de los omegas y menos de sangre pura como decía él. Eran bastantes escasos y pocos hablaban sobre sí mismos, se mantenían en las sombras, intentando pasar desapercibidos. Algo tendrían para que fuera así. Tal vez esta era la oportunidad para saberlo.

-No te apartes de mi lado, y solo serán unos minutos-aceptó empleando un tono autoritario, no queriendo mostrar su interés en el tema.

Al final accedió, el lobo parecía querer escapar y correr hacia donde mantenía recluido a los machos. Lo vio sonreír. Ligeramente, casi imperceptible de forma sincera.

-Gracias.

Lukyan se giró despidiéndose de todos y retomó la marcha detrás de Dante, cuando su pie falló y cayó hacia adelante. El alfa respondió gracias a sus reflejos demasiado desarrollados y lo rodeó con uno de sus firmes brazos, levantándolo del suelo y cargándolo como lo había hecho anteriormente.

-Descansa mientras tanto- le comentó sin mirarlo. No parecía muy seguro de estar haciendo lo correcto, deseaba llevarlo de vuelta a la mansión, pero sabía que él podía hacer una locura por tal de reunirse con los suyos. Lo sentía dentro de él.

Lukyan se sostuvo esta vez del cuello con más confianza. Este alfa no parecía tan ¿malo? No había agredido a su familia y lo cuidaba como si él fuera un delicado cristal, todavía tendría que esperar a que salieran sus verdaderos colores. No se podía confiar en nadie, solo en uno mismo.

Ryan por su parte se quedó junto a los demás lobos, viendo como su reina partía en los brazos de aquel alfa que parecía querer acapararlo, mezclando constantemente su olor con el de él. Solo pudo chasquear la lengua y apretar sus puños hasta sangrar.

***

A Dimitri le pareció cómica la imagen que veían sus ojos. Su hermano tan íntimo con otro macho, una escena digna de sus sueños. 

-¿Comandante, qué le parece tan gracioso?- el gemelo solo se sacudió la cabeza y negó la pregunta de su acompañante.

-Nada, solo que recordé algo-no podía compartir con un subalterno un comentario gracioso que incluía a su gemelo y alfa de la manada. Lo respetaba por encima de todo.

Dante se olió algo raro viniendo de su hermano, sabía que algo tramaría o se burlaría de él. El brillo de sus orbes lo delataba.

-¿Y qué dice la reina?- Dimitri se inclinó ante el omega, a modo de respeto cuando su hermano la ayudó a incorporarse en el suelo.

-Hueles igual a él. No, parecido-respondió aceptando el tratamiento y curioso del aroma que desprendía.

-Es mi hermano gemelo- el alfa se mantenía a su lado con la mano en la espalda y haciéndole recostar contra su cuerpo, el pequeño descanso no había a ayudado a su estabilidad.

-Tenía asuntos que atender; así que no tuve la oportunidad de ir a saludarlo. Soy Dimitri, el Comandante de la manada-se presentó mostrando su lado más amable.

Él asintió con la cabeza respondiéndole el saludo, estaba seguro que a esa altura conocería su nombre.

-¿Los machos de mi manada están aquí? ¿Puedes llevarme dentro?- señaló al interior donde solo podía ver luces y destellos.

Dimitri miró a su hermano.

-Él insistió y hay algo interesante que quiero comprobar-explicó ante el rostro asombrado del otro.

Su hermano solo levantó los hombros y se giró dirigiendo el camino dentro de la gran nave de celdas, la gran mayoría ocupadas por lobos, algunos en su forma animal, otro en la humana. El factor en común, todos ellos con los ojos rojos y encadenados, totalmente fuera de control.

Lukyan no podía diferenciar bien, con la luz que apena venía de las pequeñas ventanas y de las antorchas dispersas por toda la nave.

-Llévame dentro de la celda de alguno- le pidió a Dimitri.

Sintió la mano de Dante se enroscó en su brazo.

- No era en lo que habíamos quedado, no entrarás en ninguna de las celdas-negó rotundo.

-Entonces pueden aguantarlo, no puedo hacer nada desde aquí- se quitó la mano empujándola hacia abajo- Solo mira.

Dante apretó el puño y miró a su gemelo.

-Guardias- dos lobos más aparecieron corriendo- Sosténganlo- señaló al prisionero de la celda que estaba abriendo. De más de 1,80 metros de altura, el lobo de una buena musculatura, ahora consumida por su propio cuerpo intentando sobrevivir.

Los dos guardias entraron y sujetaron el cuello del prisionero que se resistía y aseguraron sus manos. Este empezó a gruñir y una flema blanca se escurría de sus labios.

Lukyan entró a la celda guiado por Dimitri.

-Déjame aquí- le indicó a unos metros- Yo caminaré el resto, puede alterarse más-pidió seguro de sus acciones.

Renuentemente el lobo lo dejó y se unió con Dante en la entrada, con la guardia en alto, dispuesto a atacar si hacía falta.

-¿Estás seguro de esto?-preguntó el Comandante con pavor.

-No- su hermano parecía molesto y muy preocupado.

Lukyan caminó y se detuvo delante del lobo que intentó agredirla. Los dos soldados tensaron sus brazos para detener sus movimientos e incluso los hermanos habían roto su postura. Por su parte, él no se había inmutado.

-Shhhhh- soltó en voz baja levantando los brazos y llevando las manos a las mejillas del lobo que en cuanto sintió su contacto se detuvo en seco- Eso es, buen chico-susurró con dulzura.

Del cuerpo del omega, de momento comenzó a aflorar un suave y dulce aroma que se extendió por toda la nave.

-Tranquilo, vuelve conmigo, yo estoy aquí, todo estará bien- cada palabra la arrastraba mirando persistentemente al lobo.

El ruido atormentador de gruñidos y aullidos, en aquel lugar, se detuvo paulatinamente. El prisionero se dejó caer hacia delante y solo pudieron ver como sus ojos retornaban a su verde natural, antes de perder el conocimiento. 

Los presentes se quedaron en shock.

Lukyan se tambaleó y sus piernas al final fallaron exhausto. Su cuerpo fue sujetado por Dante antes de caer al suelo.

-¿Qué hiciste?- parecía más que sorprendido.

-Lo que solo los omegas podemos hacer, despertar a los lobos de la locura-susurró

5 cachorros para el Alfa #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora