Kim sunoo está embarazado. ‹𝟹 Sungsun

⁰⁴➝ el día

Sunoo jamás fue un omega nervioso y mucho menos sumiso, ni siquiera cuando, en secundaria, un alfa dominante lo molestaba porque "era un omega muy feo".

Aún así, ese día en específico podía sentir sus manos temblar de manera sorprendente, no sabía qué hacer, tan solo daba vueltas por la sala del pequeño departamento que compartía con su alfa.

— Maldita sea... —Recogió su cabello hacia atrás en un gesto que delataba lo repentinamente asustado que lo puso esa tarde.— Lo arruinaste, feto.

Mordió su labio inferior temiendo la respuesta de todos a su alrededor; de sus padres, de Jungwon, sus demás amigos y, sobre todo, de Sunghoon. Oh, ¿qué diría su Sunghoon si se enterara de que por un descuido de ambos sus vidas probablemente quedarían completamente arruinadas?

Sin poder aguantarlo más se echó a llorar pensando en su futuro. No se sentía del todo listo para cuidar de un cachorro y asumir toda la responsabilidad que es necesaria. ¿Y si su alfa lo rechazaba? Decidió llamar a su mejor amigo, quien claramente le contestó algo alarmado debido a los débiles sollozos del pálido.

— ¿Sun? ¿Qué pasa? —El castaño preguntó preocupado.

— Yo... Won, n-no... no sé, W-Won.

Lloró aún más fuerte, sentándose en el sofá de la sala de estar para no perder el equilibrio.

La expresión preocupada de Jungwon se hizo presente aún cuando el otro no podía verlo.— Sunnie, cálmate, ¿qué sucede?

Después de unos segundos, cuando Sunoo estuvo algo calmado se decidió a hablar.

— Me he sentido algo mal, c-con... síntomas de... em...barazo.

Y para ese momento la sonrisa rectangular del castaño se abrió pasó en sus labios. Soltó entonces un sonido de afirmación, invitando al otro a continuar hablando.

— Hoy, bueno, yo... decidí hacerme l-la prueba y... ¡salió positivo, Won! ¿qué voy a hacer?

Volvió a llorar desesperadamente, algo que confundió a Jungwon— ¿De qué hablas? Es lo mejor que te ha pasado en la vida, Kim, mira, piensa en que-

El sonido de las llaves abriendo la puerta del departamente alertó a Sunoo. Inmediatamente cortó la llamada con su amigo, limpió las lágrimas que caían por sus mejillas lo mejor que pudo y sonrió en dirección a la puerta.

— ¡Sunghoonie! ¿Qué haces aquí tan temprano?

El aroma a café y chocolate amargo inundó sus sentidos, aunque los tintes de preocupación en el hicieron que Sunoo frunciera su naricita.

— ¿Qué pasa, Sunoo? ¿Por qué estás triste? Pude sentirlo.

Rápidamente el alfa fue hasta su pareja, que lo miraba sorprendido, aparentemente era cierto que las emociones se compartían por el lazo.

— E-eh, y-yo, yo... nada, alfa. —Sus ojitos se aguaron nuevamente, llevándolo a seguir su instinto y enterrar su nariz en el cuello del más alto, justamente donde se encontraba su glándula de olor.

— Kim Sunoo, ¿qué sucede? —Llevó sus manos a la cintura de su omega, comenzando a olfatearlo y luego notando que había otro olor además del de Sun, era el conocido olor a rosas y cerezas, pero además estaba un olor a... leche materna.— ¿Amor? —Tomó los hombros del pálido, obligándole a separarse de él para mirarlo a los ojos— Confía en mí, dime porqué lloras o usaré la voz.

No le quedó otra opción.

— Ten-go, ten-dremos un ca-cachorrito, Sunghoonie... —Volvió a llorar, esperando que el alfa lo regañara y decidiera terminar con todo. Sin embargo, no espero que el peligris frente a él comenzara a llorar como él, aunque no había signos de tristeza en su aroma, era felicidad, una abrumadora y genuina felicidad.

— Sunoo, ah, Sunnie, esto es... perfecto —El omega aún confundido dejó de llorar y aceptó gustoso el apasionado beso de su amado. Desde ese momento, el sentimiento de calidez invadió todo su cuerpo, sintiéndose tan alegre y lleno como nunca antes.