Tᑌᖇᑎ Oᑎ TᕼE ᑕᗩᗰEᖇᗩ - [ᑕᕼᗩEᑎᑎIE]

'ʏᴏ ᴛᴀᴍʙɪÉɴ ᴛᴇ ᴀᴍᴏ, ʀᴏꜱɪᴇ'.

A Jennie le encantaba castigar a Chaeyoung.

Era una de sus actividades favoritas en el mundo y lo disfrutaba demasiado.

Hace unos días atrás, la adorable Chaeyoung había hecho enojar a Jennie, y ellas tenían esta rara relación en donde existían los castigos sexuales que siempre terminaban en ellas teniendo sexo rudo en su cama.

Pero está vez no sería así.

En ese mismo momento, ambas se encontraban en un centro comercial en el centro, habían ido de compras y Jennie había tomado la oportunidad para castigar a Rosé como se debía.

—Sigo pensando que es una mala idea. – dijo la rubia, cruzándose de brazos y haciendo un puchero. Jennie alzó una ceja, divertida por la situación.

—Eso dices ahora. – se burló la mayor.

—Mira, de verdad lo siento, pero realmente creo que esta es una manera exagerada de castigarme. – trató de convencer Chaeyoung.

—Te haré lo mismo que me hiciste a mí y verás que no es bonito que te dejen al borde de un jodido orgasmo, Park Chaeyoung. – espetó Jennie, manteniendo su rostro serio y haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo. — Comenzaré a grabar.

Jennie, quién era la que estaba grabando, comenzó a explicar lo que sucedería en aquel día y Chaeyoung la ayudaba a explicar.

Para cuando comenzaron a ir de un lado a otro y de tienda en tienda, Jennie comenzó a presionar los botones del control del vibrador, haciendo que Chaeyoung se agachara o retorciera a cada rato, causando risitas en Jennie y que la gente la mirara raro.

Sin embargo, la rubia se encargó de vengarse a su manera, haciendo a Jennie cargar las bolsas que le daban en cada tienda en la que compraban.

Así pasaron la mayoría del tiempo aquella mañana. Chaeyoung estuvo varias veces de llegar a su tan ansiado orgasmo debido a las vibraciones en su interior, sin embargo, Jennie bajaba o paraba las vibraciones unos pocos segundos después, impidiendole llegar a su liberación.

Una de aquellas veces fue cuando estaban en una tienda de libros. El lugar estaba bastante lleno para ser un miércoles, aún así, el silencio reinaba en el lugar. Silencio que se rompió gracias a un ruidoso gemido que salió de los labios de Chaeyoung antes de agacharse en el suelo.

Las personas se voltearon a mirar a la pareja con confusión, sin embargo, Jennie estaba disfrutando aquello como no tienen idea. Luego de unos segundos presionó un botón, parando las vibraciones por completo.

Chaeyoung levantó la cabeza, mirando a Jennie con furia. Sus mejillas estaban sonrojadas y su labio inferior hinchado de tanto mordisquearlo. Lentamente se levantó, y logró contener un gemido en cuanto otra ronda de vibraciones dio inicio en su interior.

—Te odio. – susurró al pasar al lado de Jennie.

—Yo te amo, Rosie. – se burló la mayor, caminando detrás de Chaeyoung.

A eso del medio día, ambas se sentaron a comer en un silencioso restaurante. Ambas pidieron lo que cometían y estaban manteniendo una agradable conversación, incluso Chaeyoung se convenció a sí misma que Jennie se había dado por vencida luego de que no sintiera ninguna vibración en cuanto entraron al restaurante.

Pero se equivocó enormemente.

Para ese entonces, la mayor ya había dejado de grabar, pero cuando apareció el mesero con su comida, las vibraciones volvieron a iniciar aún más intensas que las veces anteriores.

Chaeyoung trataba de aparentar tranquilidad delante del mesero, sin embargo, la pícara mirada que Jennie le estaba dando en aquel momento no se lo permitía. De la nada, se cubrió el rostro con las manos y dejó caer la cabeza en la mesa, soltando jadeos y gemidos ahogados.

El pobre camarero la miró con confusión, preocupándose al ver las orejas coloradas de la rubia. El chico miró a Jennie.

—¿Ella está bien? – preguntó. Jennie asintió.

—Sí, lo está. – respondió. — Mucho más que bien. – insinuó, soltando una risita. — Muchas gracias, puedes retirarte.

En cuanto el muchacho se fue, Chaeyoung se dejó ir, tocando por fin el cielo. Jennie fue bajando la intensidad de las vibraciones poco a poco, alargando el orgasmo de su novia.

En cuanto Chaeyoung se recuperó, miró a Jennie con reproche.

—Te odio.

—Yo también te amo, Rosie. – dijo la mayor, comenzando a reír.