- La justicia no existe. No hay bien ni mal. Esos son conceptos que creo el hombre a su concideración. Y para su conveniencia. Así podía juzgar las acciones del resto de los seres vivos. Los animales matan y eso no es malo. Lo hacen para defender a sus hijos, su territorio, su vida o alimentarse. Entonces ¿por qué debería regir la vida las leyes humanas de unos pocos? Se creen Dios para ser juez y verdugo, de algo que no existe. Bien entonces simplemente usaré esas mismas leyes para que la vida vuelva a encontrar su causé... - dijo una voz en la oscuridad
Mientras un hombre aterrado, delgado, alto, de cabello negro, relativamente delgado, tuerto del ojo izquierdo; le había sido arrancado, la cuenca vacía sangraba. Estaba claramente torturado, en la tenue iluminación se le veía atado con su propio saco y cinturón. Atento miraba en el filo de la luz de la luna a otra persona
- ¿¡Acaso usted está loco!? - preguntó el pelinegro
- Ese es otro detalle que me parece aborrecible de la humanidad. Es cierto que nací humano pero como especie me odio. Los humanos juzgan basados en su lógica, cuando lo único que existe es lo que se debe hacer para sobrevivir... - siguió la voz en la penumbra
- ¡Entonces!, ¿¡por qué a mí!? ¡Yo no te he hecho nada! ¡Ni siquiera te conozco! - reclamó el atado
- Te lo dije, los animales matan en defensa de los suyos. Y tú levantaste tú mano contra alguien preciado para mí... ha sido esa misma persona quien me dijo que intentaste abusar de ella... aunque en general lo haz hecho con muchas mujeres ¿verdad? - respondió aquella voz
- ¡Yo no abuse de nadie! ¡Ellas coqueteaban y después se arrepentían! - dijo el herido
- Ya veo. Sabías que las hembras en la mayoría de las especies no buscan al macho, este las busca a ellas. He de ahí que surjan tantos bailes de apareamiento, colores, cantos y demás... - dijo la voz
- Esto lo hiciste por una de esas zorras... - se burló el tuerto
- Solo obtuve la excusa perfecta para deshacerme de una basura... pero la muerte no es suficiente para ti... me temo que hay muchas maneras de hacer sufrir a alguien... empezando por arrancar uñas... clavar en las coyunturas agujas... usar punzones calientes para quemar secciones de piel especialmente delgada... te queda una larga noche conmigo... - dijo la voz tranquila y serena
Un grito ahogado por una mordaza, lastimero e hiriente apenas se escuchó en alguna parte oscura, en algún sótano de la ciudad de Esmeralda. Unos meses antes una fresca y fría mañana caminaba una joven de largo cabello rojizo, piel clara, grandes ojos grises, con una escultural figura de una marca cintura, buen busto y cadera. Vestida con una blusa roja, una pañoleta negra, un abrigo blanco, una falda negra, botas largas y medias negras. Llega hasta un enorme conjunto de edificios en una zona industrial, perteneciente a una sola empresa.
- Ok. Me dijo que en la recepción a las 9... - dijo en voz baja la doncella para si misma
Caminó hasta dónde una chica pelinegra, delgada, pequeña, de cabello corto y ojos violeta le recibe.
- ¡Bienvenida señorita! ¿En qué le puedo ayudar...? - preguntó la recepcionista
La pelinegra tenía una perfecta blusa blanca, con saco, falda, medias y zapatos negros. En el cuello usaba un pañuelo violeta como sus ojos y en el saco una identificación. La recién llegada miró con atención a la empleada antes de hablar.
- ¡Hola señorita... Kuchiki! ¡Soy Inoue Orihime!... Hace unos días hable con el señor Aizen, me dijo que me presentará hoy a las 9 aquí... - explicó brevemente la pelirroja
- ¡Ha! ¿Eres la nueva secretaria? Ok... Subiendo por las escaleras del fondo... La segunda planta... Último escrito en la puerta a la izquierda te va a esperar tu nuevo jefe... - dijo amablemente la de negro
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El asesino del barrio Esmeralda
FanfictionOrihime tiene un nuevo empleo. Ichigo su novio trabaja en la misma empresa. El jefe de ambos es Ulquiorra Ciffer. Después de que los tres se reúnan una serie de extraños homicidios empiezan a ocurrir en su pacífica ciudad: Esmeralda.