Lo que no queremos ver

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Esa mañana luego de la segunda cita de Kazui en el pediatra. Su padre leía el periódico, mientras su madre terminaba el desayuno. La pelirroja cargó a su hijo en un brazo mientras le servía al ojiverde.

- ¿Qué te llamó tanto la atención para qué leas en la mesa amor? - preguntó la chica

- Lo lamento mujer. Solo estaba leyendo sobre los muelles... parece que interrogaron a los vagabundos de ese lugar porqué había pertenencias de las víctimas del asesino serial... - dijo el caballero bajando el papel

Con una sonrisa leve y un suspiro pidió a su hijo. La secretaria le entregó al pequeño a su padre.

El hermoso pelirrojo reía mientras lo cargaba el hombre.

- Pensé que no le importaban los homicidios... - comentó la dama

- No he hecho algo para estar en la lista del homicida... según el diario todos eran criminales con largo historial... yo solo he pagado multas de tránsito... - dijo el pelinegro

- Aún así me da mucho miedo... - dijo la chica acercándose a su marido

Ciffer sujetó a su hijo únicamente con su brazo izquierdo, con una leve pero pícara sonrisa el hombre la abrazó por la cintura con una mano. Ella se ruborizo.

- Hay algo bueno en esto... sí se le puede decir de una manera... dice la noticia en el periódico que también disminuyó el índice delictivo... y aumentaron las denuncias... - comentó el ojiverde

Entonces el director le mostró en el papel la nota.

- Es un agridulce... - dijo la pelirroja

- Algunos de ellos te hicieron daño. Quizás no fue la mejor manera para que obtuvieran un castigo... pero ya no van a lastimar a nadie... nunca más... - dijo el caballero algo melancólico

- Es cierto... - dijo la dama quien llevaba más de 80 días en casa

Pronto Inoue iba a regresar al trabajo y su pequeño de casi 3 meses tendría que ir a la guardería. Sin embargo coqueteando la pelirroja se sentó en las piernas de su esposo.

- Además ya acabó la cuarentena... - dijo el ojiverde

Sonrió la doncella se recargo un poco sobre el pecho de su amado y empezó a besarlo. El pequeño algo apretado empezó a quejarse.

- Parece que a él no le gusta la idea... - dijo sonrojada la madre

- Lo dejaremos para el anochecer... me voy a bañar... - dijo con un suspiro el pelinegro

- De acuerdo amor. El lunes regresó a trabajar... ¿sabés si me cambiaron...? - dijo deprimida la secretaria

- Yammy no me ha dicho nada. Le preguntaré... - dijo pensativo el caballero

Entonces se levantó la doncella, tomó a su hijo para llevarlo a su habitación. Ciffer suspiró pesadamente, su vida matrimonial apenas empezaba y sus noches se habían vuelto algo simples dado muchas veces el cansancio, esperaba que esto mejorará con el trabajo y la guardería. Aunque meditó un poco en algo más, dado que todo esto fua a raíz de una noche de lujuria entre él y su asistente. Se vistió rápidamente luego de su ducha, despidió con un dulce beso y se fue en el coche.

Al llegar a la oficina comenzó su rutina, aunque no tardó mucho en arribar su amigo junto con su canino.

- ¡Ulquiorra! - exclamó el musculoso entrando por la puerta

- ¡Yammy! ¡Buen día! ¡Toca antes de entrar por favor...! - dijo el de pálida piel

- ¡Wow! Eso es demasiado amable para ti... esa mujer te a endulzado... - dijo el intruso

El asesino del barrio Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora