Extrañas Coincidencias

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Ulquiorra se fue ilusionando más cada día. Le compró a Orihime ropa y todo tipo de cosas para su embarazo, ella lo veía tan feliz que se contagiaba de su alegría. No querían saber el sexo del bebé hasta su nacimiento. Así que lo mantenían en secreto, tanto como su propia relación. Lastimosamente no podía ser más tormentoso su romance. Ichigo se había cuestionada muchas cosas dado el repentino pero obvio embarazo de Inoue. Habían pasado muchas noches juntos, era cierto que él tenía un conteo bajó de espermatozoides, entonces realmente era difícil que ese milagro pasará.

Así que en su cabeza se había sentado la idea de que tal vez era la única oportunidad de tener un hijo. Si bien al principio arruinaba sus planes, ahora necesitaba de ese hijo para recuperar su relación de tantos años. Sin embargo Orihime estaba muy contenta con su nueva pareja. Su jefe era un hombre maravilloso en muchos sentidos y le daba más de lo que Ichigo pudo darle.

Al principio luego de su escena de en la oficina de Ulquiorra, Kurosaki decidió tomar con calma lo ocurrido. Aún había tiempo para hablar, el bebé era pequeño, aún no nacía. Sin embargo el pelirrojo no se daba cuenta que cada día había menos lugar para él en la vida de su ex novia, derivado de los fines de semana y los detalles que el director de diseño le entregaba. Incluso esas tardes simples pintando y arreglando los dos apartamentos. La chica no era tonta pero nunca había pintado una pared, así que tomar la brocha acompañada cariñosamente por la mano del ojiverde era algo nuevo para ella. Pará el pelinegro era un juego seductor el abrazarla y enseñarle a pintar. Estás eran cosas que Ichigo no le dejaba hacer a Inoue ni contratar a alguien para ello, prefería hacerlo el mismo. Esto era un detalle muy importante, Ulquiorra no dejaba de lado a la doncella aún en las actividades más sencillas, sino la integraba. No la veía frágil, comprendía perfectamente los límites de su fuerza, de su cuerpo, especialmente por el embarazo, aunque no por eso la trataba como si fuera de cristal. Lo que sí le encantaba a Orihime, sumado a todo esto es que esos brillantes ojos la veían de una forma única, la tocaba de una manera que la hacía sentir la mujer más bella, como una muñeca de porcelana, perfecta. Si lo que sentía con Ulquiorra no era suficiente, este voló sus experiencias a un nivel casi intangible de placer.

Luego de unas semanas del incidente entre la secretaria y el ingeniero, Ciffer había vendido su departamento, nadie sabía de aquello para evitar las preguntas obvias que no quería responder

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Luego de unas semanas del incidente entre la secretaria y el ingeniero, Ciffer había vendido su departamento, nadie sabía de aquello para evitar las preguntas obvias que no quería responder. El ojiverde y la asistente habían ido a una inmobiliaria para buscar una casa de entrega inmediata. La casa estaba en un lindo suburbio, estaba en una parte bastante céntrica de la ciudad, no estaba tan cerca como su departamento del trabajo, sin embargo con el coche podía desplazarse fácilmente, solo que debía ajustar sus horarios. No tenía tanto tiempo para ir en las mañanas al gimnasio, así que debía buscar una nueva actividad para mantener su buen estado físico.

Ese fin de semana debía mudarse a la nueva casa. Sin dudar la pelirroja se apuntó para ayudarle. La mañana del domingo llegaría el camión, así que había que tener todo listo, el precavido ojiverde había comprado algunas cajas de cartón y envoltura de burbuja para sus objetos personales. La dama le ayudaba con pequeñas cosas para no cargar. Su vientre aún era pequeño, por lo que estaba bastante activa. En esta ocasión estaba incluido su deseo sexual, su lujuria era una locura, no podía pensar en otra cosa que en su jefe.

El asesino del barrio Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora