La Ruptura

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Orihime era un tanto asustadiza. Tenía sus razones. Su belleza era tanto una bendición como una maldición. Muchos hombres tanto compañeros de escuela, trabajo, vecinos, hasta desconocidos y delincuentes habían intentado aprovecharse de ella. Aunque con las mujeres tampoco tenía buenas relaciones, muchas la envidiaban, más de una la golpeó y maltrato. Era demasiado tímida y amable para defenderse. Por eso se había apegado tanto a su prometido desde la escuela. Era un hombre serio, no muy alegre, tampoco era muy romántico. Tenía sus detalles, la llevaba a paseos y lugares interesantes. No era un hombre bizarro pero sí educado. Nunca le puso un dedo encima más allá de la aprobación de la doncella. Era un poco distante y no entendía las indirectas. Aún así siempre la cuidaba y defendía. Quizá en algún momento Inoue confundió el amor con la gratitud, la costumbre, incluso con la devoción.

La llegada de Ulquiorra a su vida fue una revelación para la pelirroja. Ese hombre también era serio, aún más frío y estricto que su novio. Pero su convivencia, sus ojos esmeralda, el sutil olor del perfume de su piel, su encanto al hablar sin ironía ni hipocresía, le daba una personalidad especial. Además sus cálidas palabras, tan naturales, tan honestas, le causaban fascinación. Aunque había una cosa más que no podía sacar por completo de su mente Orihime: esa pasión. Ciffer tenía una forma muy particular de tener sexo. Parecía incansable, insaciable, pero a su vez delicado.

Por lo que al pasar los siguientes días Inoue estaba temerosa casi todo el tiempo al andar por la calle, al ir y venir de la casa al trabajo. Detalle que notó el director de diseño y desarrollo. Sin embargo el mundo pareció conspirar contra la pelirroja. Ahora veía constantemente algo que para sus ojos antes era invisible, las madres y niños que pasaban. Incluso hombres que pese a su temple impresionante, eran frágiles y tiernos con los bebés. No había ha donde mirar que no estuviera una dulce madre con un niño, jugando, alimentando, simplemente dando cariño a su pequeño. La ropa que no le llamaba la atención en absoluto, ahora lucía tierna, adorable, encantadora; esas diminutas prendas de suave color y lindas figuras eran toda su inspiración.

Un poco más ubicada en lo que iba a hacer fue una vez más con su prometido a la hora de la comida para platicar el asunto. Está vez no estaban los directores, pues se encontraban en junta para dar resultados y buscar mejoras. Habían sido pareja largo tiempo, estar separados les era extraño. Así que ambos querían llegar a un acuerdo.

- ¿Cómo haz estado Inoue? - preguntó el novio

Ichigo no era bueno dando palabras de aliento. Muchas veces no sabía que decir. Así que sencillamente no decía algo. Aunque esto causaba ansiedad en su prometida.

- Me he sentido mejor. Las molestias a veces son ligeras o a veces terribles pero nada más. Así que estuve pensando sobre el bebé... - dijo avergonzada la chica

- Perdóname por lo que te dije. Se que también es mi culpa... he sido descuidado... pero podemos avanzar... juntos... - dijo el pelirrojo

Estas palabras llenaron de ánimo a la dama.

- ¡Por supuesto joven Kurosaki! En unas semanas vamos a comprar nuestra casa... ambos trabajamos... - dijo con una sonrisa la asistente

- Así que podemos intentar después tener otro... no nos falta el dinero... podemos disfrutar de nuestra vida de casados un tiempo... - dijo en respuesta el hombre

Esto no fue alentador para la mujer. Ella se había ilusionado con su diminuta criatura.

- Eso significa que quiere que aborte... - dijo un poco más melancólica la pelirroja

- Yo te voy a apoyar... todo va estar bien... aún no tiene mucho... - dijo extrañado por su reacción de la novia

- Gracias joven Kurosaki... - dijo forzada la de ojos grises

El asesino del barrio Esmeralda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora