Treinta y ocho.

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No sabía que hacer ni que decir. Nos quedamos mirándonos los dos durante unos segundos. Seguía igual que lo recordaba, aún mejor, si podía ser. A sus treinta y tres años, se veía mejor que nunca. Aunque había una sombra de tristeza en su rostro y la culpable de eso era yo. Me sentí bastante mal por eso.
-Creo que debeís hablar. Michael, vámonos. No tenemos nada que hacer aquí- dijo Silvia cogiendo unas llaves del mueble que tenía en el recibidor.
Mi amiga y su novio se fueron. Yo me quedé allí sentada en el sofá, con la mirada puesta en Tom.
-¿Cómo estás?- fue él el primero en hablar.
-No muy mal, ¿y tú?.
-Ya me ves- contestó aún de pie.
-Sientate, no te quedes ahí de pie- dije señalando el lugar que quedaba libre en el sofá donde yo estaba sentada.
Tom se sentó donde el indiqué y volvió a hablar:
-¿Por qué este cambio?.
-Porque me he dado cuenta de que cometí un gran error y de que me comporté como una cría.
-¿Y por qué has tardado tanto en darte cuenta?.
-Porque he sido idiota y no me he dado cuenta de eso hasta que Silvia me ha abierto los ojos. He tardado mucho pero aquí estoy.
-Gracias a dios que tienes una buena amiga.
-Si, Silvia siempre ha insistido en hablar sobre esto, pero yo nunca la dejaba. Aunque debo de reconocer que esta vez no sé por qué la he escuchado, pero me alegro de haberlo hecho. Ya es hora de solucionar esto- dije y luego añadí: - Si puede ser...
-¿Intentar?, ¿por qué dices eso?- preguntó y se acercó un poco a mí.
-No sé si querrás perdonarme. Ha pasado mucho tiempo desde aquello...
-Mary, no te he llamado porque, al ver que no me contestabas a las cartas, no quise insistir. Pensé que te habías olvidado de mí. Silvia nunca me dijo si lo habías hecho.
-No he podido hacerlo. Lo he intentado, pero no pude.
-A mí me pasó lo mismo. Lo he pasado francamente mal. Ya lo he olvidado todo y ahora que estás aquí, te puedo confirmar que es verdad, que lo he olvidado todo.
- Tom, yo...
-No digas nada. No tengo que perdonar nada y si tengo que hacerlo, te perdono. Lo único que quiero, es que no te vayas más, por favor- dijo y me cogió de las manos.
Como cuando al principio de conocerlo, un hormigueo recorrió todo mi cuerpo, cuando nuestras pieles se rozaron. Miré nuestras manos y luego, a él.
Sonreía.
Era aquella sonrisa que tanto me gustaba y que hacía tanto tiempo que no veía.
-¡Oh, Tom!. Gracias por perdonarme. Siento tanto todo esto. Te he echado mucho de menos- dije mientras lo abrazaba.
-Yo también me alegro de que hayas vuelto, pero lo más importante es que estes aquí de nuevo conmigo.
Sonreí. No tenía palabras para expresar lo que estaba sintiendo en ese momento.
-Prometeme que nunca te iras.
-Por supuesto- dije sonriendo.
Se inclinó y me besó. Parecía que era ayer cuando me besó por última vez. Luego de aquel beso, me abrazó.
Por fin estaba todo solucionado, había sido más fácil de lo q había pensado. Estaba feliz de volver a tener a mi lado a Tom. Sólo esperaba que esta vez no hubiese ningún problema.

Llegué a casa con una gran sonrisa en la cara. Mis tíos se miraron extrañados al verme así de feliz. No dije nada, simplemente me metí en mi habitación. Era increible que todo se hubiera arreglado así de rápido, pero me daba igual. Volvía a estar con la persona que más quería.

El lunes, Tom vino a por mí a casa, después del almuerzo. Tía Carolina abrió la puerta cuando él llamó. Se quedó boquiabierta al verlo y cuando le preguntó por mí:
-¡Voy!- dije saliendo de mi habitación al trote. Por poco no me tropiezo, al llegar al salón, con los zapatos de tacón.- Ya estoy lista. Tía, no me esperes para cenar, ¿vale?. Porque lo más seguro es que cene con Tom. Bueno, me voy. Hasta luego.
Le di un beso en la mejilla. Aún seguía atónita cuando cerré la puerta de casa.
-¿No le has dicho que hemos vuelto a tus tíos?- preguntó Tom arrancando su coche.
-No, pero ahora no creo que lo dude- contesté sonriendo y mirandolo.
Aquella sombra de tristeza que tenía en su rostro, había desaparecido. Me alegré bastante por ello.
No tenía ni idea de donde íbamos a ir, pero lo supe con tan sólo verlo: me llevó a la cafetería donde me pidió por primera vez que fuera su novia.
No entendía por qué íbamos allí. Entramos en ella de la mano. La gente nos miraba. Ahora me daba igual que lo hicieran, mi felicidad podía con eso. Tom pidió dos cafés y nos sentamos en una mesa. A los pocos minutos, llegó un camarero con los dos cafés.
-¿Qué has hecho durante estos años?- preguntó.
-Pues sacarme mi carrera en Bellas Artes, ahora trabajo como profesora de dibujo en un instituto. Suelo llevarme a mi hermano Lucas a todos sitios. ¿Y tú?- fue una pregunta tonta, pues sabía la respuesta.
-He hecho varias películas, dos obras de teatro, varios programas de televisión y de radio. Ya sabes, la vida de un actor famoso.
-Ese es tu trabajo.- sonreí.
Me parecía imposible que hubiesen pasado cinco años. Ya me había arrepentido de haberme separado de Tom tanto tiempo. Ahora, era hora de recuperarlo, si era posible.
Salimos de la cafetería y fuimos a dar una vuelta a un parque cercarno. La gente volvió a mirarnos. Me hacía gracia que antes todo esto me agobiara.
-Ahora vas a tener que lidiar con la prensa- dijo mientras andabamos por el parque.
-¿Por qué lo dices?. Sé que, ahora, les ha dado por ti, pero bueno, esta vez no me va ha afectar. De eso puedes estar seguro.- contesté con una sonrisa.
-Me alegro de este cambio. Hace tiempo, seguro que te hubieses muerto de la vergüenza- dijo cogiéndome de la cintura. Yo no podía dejar de sonreir.
Se inclinó y me dio un beso. Luego, seguimos caminando. Me encantaba estar con Tom. Estaba feliz de mi regreso a Londres.

Fuimos a cenar a casa de sus padres. No sabían como me iban a recibir Sharon y Peter. Esperaba que no estuviesen enfadados conmigo.
Tom abrió la puerta. Un delicioso olor me llegó y mi novio, me miró sonriendo. Entramos y él cerró la puerta.
Aún me tenía cogida de la mano cuando llegamos al salón. Sus padres estaban sentados en el sofá. Se levantaron en cuanto nos escucharon entrar.
-¡Mary, querida, cuanto tiempo sin verte!- exclamó Sharon.
Me abrazó y me dio varios besos.
-Que alegría de tenerte otra vez aquí- dijo Peter.
-Gracias, yo también estoy muy contenta de volver a veros.- dije algo emocionada, pues no me esperaba aquel recibimiento.
-¿Cenamos o estamos toda la noche aquí charlando?- preguntó Tom apoyado en el umbral de la puerta.
Su madre sonrió. Algo me decía que estaba contenta por ver a su hijo de nuevo feliz. Pero, la que estaba realmente feliz, era yo. Tenía la sensación de que algo bastante bueno iba a suceder pronto.

Un Amor Para Siempre (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora