20. Duda.

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       Llevabas tres días trabajando en la compañía de Sebastián o como él te decía que le dijeras, Seba; y habían sido días completamente fantásticos. Las horas que pasabas ensayando con el grupo solían ser muy entretenidas, y cuando te tocaba practicar con los otros músicos era un momento muy enriquecedor.
       Ya habían terminado el ensayo del día, y como siempre te quedaste tocando unos minutos más, sentías que debías nivelarte con el resto y esa era la única manera.
       —¿Aún aquí? —te preguntó Seba mientras te miraba desde la puerta de la sala de ensayo.
       —Sabes que es lo que hago. —Le respondiste sacando tus manos de las teclas. —¿Y tu? ¿Por qué no te has ido?
       —Detalles de la obra, cositas que debo arreglar, algunos movimientos que no me convencen mucho. —Se encogió de hombros con una sonrisa y se acercó a ti. —Cuestiones del teatro.
       —Ya veo. —le sonreíste de vuelta.
       —¿Y que te han parecido estos días?
       —Me ha encantado. Muchísimo. Nunca pensé que terminaría tocando para una compañía de teatro y lo adoré. Sé que llevo bastante poco pero... no lo sé, tú equipo es estupendo.
       —Lo sé, y realmente me alegro mucho de esta respuesta.
       —Gracias por darme esta oportunidad.
       —No, gracias a ti por aceptar. Yo fui el que se acercó tal psicópata a ofrecerte trabajo... si hubiese sido tu no hubiese aceptado.
       —Eso es verdad. —ambos comenzaron a reír pero tú sonrisa se fue al recordar algo. —Oye... ese día me quedé con una duda.
       —Dime.
       —Sobre cuando mencionaste que me viste en la fiesta, dijiste algo sobre que no pudiste acercarte a mi y creo que no quisiste explicar porque.
       —Ah... eso.
       —Si, ¿pasó algo? O simplemente estoy pensando de más las cosas. —dijiste con una sonrisa un poco vergonzosa.
       —No, no... es cierto. Amm... quise acercarme pero mi relación con quien era tu compañero esa noche, no es... ¿cómo decirlo? muy buena.
       —¿Con Adam? —preguntaste extrañada.
       —¿Adam? ¿No andabas con Oscar?
       —Yo... no. Bueno, en ese momento si pero, yo fui con... Adam.
       —Oh, entonces no me di cuenta. Es que solo vi que después de que tocaste se fueron juntos por ahí... —lo miraste extraño de nuevo —lo siento... no me quiero meter en eso.

       ¿Nos fuimos juntos?

       —¿A que te refieres con que nos fuimos por ahí?
       —Amm... bueno, no lo sé. No voy a conjeturar cosas, no es de mi incumbencia.
       —No pero es que... yo... no... no me acuerdo. —respondiste avergonzada y entrando a preocuparte.
       —Oh... no podría decir mucho sinceramente. Solo vi que te llevo por el pasillo que dirige a unas salas qué hay en ese lugar.
       Estabas atónita pensando en lo que Seba te contaba y en lo que Adam te había dicho de Oscar. Sobre lo que supuestamente había hecho... que al parecer era verdad.
       —Carajo. —susurraste.
       —¿Pasó algo?
       —Yo... —levantaste la mirada —no.
       —¿Segura?
       Negaste sutilmente con tu cabeza.
       —Sinceramente creo que es bastante grave que no recuerdes lo qué pasó, especialmente si es con Oscar. ¿Son amigos aun que sea?
       —No, pero había sido muy atento conmigo... muy caballero... —levantaste tu mirada —espera... ¿especialmente si fue él?
       —Mmh... —suspiro y se cruzó de brazos —Me da vergüenza decirlo pero alguna vez fuimos amigos. Solía o al parecer aún lo hace... engatusar a jóvenes hermosas... como tú. —se encogió de hombros —Algunos dicen que las droga para que caigan o simplemente las usa, o las enamora, se acuesta con ellas y las deja.
       Tu rostro estaba repleto de espanto.
       —Por eso deje de ser su amigo, cuando me di cuenta de lo que hacía me dio asco. —Negó con la cabeza decepcionado y luego abrió los ojos y te miró. —Pero Adam ¿no te contó?
       Mirabas a un punto ciego cuando volviste a escuchar su nombre, por lo que lo miraste de nuevo.
       —Me dijo que no era de confiar o algo por el estilo, pero... ¿por qué? ¿Él también sabía lo que hace o hay algo más?
       No entendías nada de lo que sucedía y el estómago y el corazón se te estaba estrujando al punto que te lastimaba.
       —Yo... no sé muy bien que ocurrió pero, creo que Oscar embarazó a Daisy, la ex novia de Adam. —tus ojos se abrieron y Seba suspiró —Fue triste su pérdida.
       En ese preciso momento no sabías ni cómo conjeturar palabras, tenías un nudo en la garganta horrible.
       —¿Perdió.. perdió... el —tragaste saliva —bebé?
       —Mmh... Ella murió. No estoy seguro si fue por el bebé o por otro motivo pero... si.
       Tus ojos se aguaron y tu rostro reflejo toda la pena y angustia que estaba llenándote. Te sentías la persona más horrible del mundo.
       Ahora entendías porque Adam se sentía así por Oscar y más aún, porque reaccionó así al no creerle.
       Eras una estúpida.
       —¿Cómo... sabes todo esto?
       —Bueno, me muevo en todo ese círculo, además era amigo de Daisy y de la familia de ella. Después de que falleció, se fueron del país y nunca supe qué pasó realmente.
       Te quedaste pegada mirando unos segundos a la pared. Creías que tu cabeza se iba a reventar mientras tu cuerpo no dejaba de estremecerse.
       —Debo... debo irme. —dijiste poniéndote de pie.
       —¿Estás bien? —preguntó acercándose a ti. —Te estas poniendo pálida.
       —Si... no, yo... perdón. —Respondiste a duras penas mientras buscabas tu abrigo. —Solo debo irme.
       —¿Estás con Adam? —preguntó de repente mientras ponías tu cartera en el brazo.
       El nudo en la garganta se agrandó.
       —N...no.
       —Mmh... No me meteré más, espero que te vaya bien en lo que vayas a hacer.
       Solo pudiste asentir antes de salir corriendo de la sala en dirección a la salida.
        Tu cabeza te martillaba con toda la información que habías recibido de tu jefe y solo querías ir donde Adam. Hablar con él y pedirle perdón. Necesitabas hacerlo, necesitabas verlo.
Corriste hasta la calle y trataste de detener un taxi lo más rápido posible, pero en Nueva York eso nunca era probable. Esperaste unos minutos pero nada, así que se te vino la solución más tonta. Correr.
Y eso hiciste.
Corriste y corriste. Solo parabas para respirar y seguías corriendo. Habrán sido unos treinta y cinco minutos. Estabas con las mejillas rojas, el sudor caía por tu frente y llevabas tu abrigo en el brazo.
Al entrar al edificio los guardias se acercaron a ti preocupados pensando que algo malo te había ocurrido, y es que estabas agitada y con los ojos llorosos.
—No es nada... solo necesito subir.
—Claro señorita (Tu apellido).
—Gracias. —les diste una pequeña sonrisa y agradeciste porque ya te conocieran.
Al subir al ascensor sentías que tus piernas tiritaban. Secaste el sudor de tu frente con el dorso de tu suéter y te trataste de arreglarte lo mejor que pudiste mirándote al espejo.
Tenías muchas cosas que decir y a la vez nada. Ni si quiera estabas segura si ibas a vomitar un montón de palabras y disculpas, o lo verías y te quedarías en silencio.
Lo habías extrañado y te dolía haberlo dañado, ya que eso sentías que habías hecho.
El ascensor se abrió y caminaste rápidamente hasta llegar donde la recepcionista. Cuando te vio, sus ojos se abrieron de impresión pero eso no impidió que se pusiera de pie de manera brusca.
—¿Que haces aquí?
—Yo... - respiraste —vengó a ver a Adam.
—No está.
Ni si quiera lo habías pensado. Era una opción bastante válida el que no estuviera.
—¿Dónde esta?
—No te diré.
Apretaste tu mandíbula y sentiste que tus mejillas se volvían a tornar rojas, esta vez por la rabia.
—Dime... dónde... está.
—Te digo que no te diré.
Sin pensarlo golpeaste a su escritorio.
—¡Dime donde está maldita sea!
—Véte a la mierda. Adam no te quiere ver, me dijo explícitamente que si venias te echara y te dijera que no lo molestarás. —tus ojos se aguaron y tu expresión cayó —Así que entiende que no te diré y si no te vas en cinco segundos llamaré a los guardias para que te echen de acá ¡ya no eres parte de su vida!
Apretaste tus labios, querías decirle algo, defenderte, insultarla, pero si abrías la boca comenzarías a llorar y no te ibas a humillar a ese nivel.
Solo asentiste tragando saliva y te diste media vuelta.
—Eso, vete. Te dije que te terminaría dejando.
Solo apretaste los puños y seguiste caminando. No tenías fuerzas ni ganas de seguir con aquella conversación, y es que a tu mente y corazón los derrotó una frase:

Ya no eres parte de su vida.

Daddy Issues (Adam Driver y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora