23. Velas P1.

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De hace mucho no despertabas completamente desnuda en tu cama. Era una extraña sensación pero no te molestaba. Comenzaste a estirarte buscando el calor a tu lado, pero solo encontraste sabanas frías.
—¿Adam? —dijiste abriendo los ojos y sentándote en la cama. —¿Adam?
Te pusiste de pie buscando tu bata pero te acordaste que las dejaste en la sala de estar.

Muy bien.

Te pusiste una pantaletas, una camiseta grande y saliste a la sala de estar.
—¿Adam?
Miraste en la cocina y en el baño.
Nada. Ninguna señal de él.
Suspiraste y sentiste el frío sobre tu piel. Cada día se acercaba más el invierno y no te querias resfriar más, por lo que volviste a tu habitación en busca de un sweater.
—Se fue. —dijiste apenada antes de escuchar como tu celular sonaba. Una llamada.
Lo tuviste que volver a buscar a la sala de estar y cuando viste la pantalla viste el nombre de "Mami".
Sonreíste y contestaste.
—Hola mami.
—Hola hijita, por fin escucho tu voz. Últimamente solo envías mensajes.
—Lo sé... lo siento. ¿Cómo han estado con mi papá?
—Muy bien, gracias ¿y tu? ¿Cómo va el trabajo?
—Amm... sobre eso. Tengo otro trabajo ahora.
—¿En serio? —preguntó sorprendida. —¿Como pianista?
—¡Si! —dijiste con toda la efusividad.
—Oh, me alegro tanto mi niña. Sabía que encontrarías algo, le iré a contar a tu padre. —dijo completamente feliz.
—Mamá...
—Jorge, Jorge... ¡tu hija encontró trabajo como pianista! —escuchabas como gritaba al otro lado del celular y se te hinchaba el corazón.
—Yo sabía que lo lograría. —dijo tu papá muy contento. —¿Y en que lugar?
—No lo sé, déjame preguntarle... hija ¿en que? Pregunta tu papá.
Rodaste los ojos riendo.
—En una compañía de teatro muy reconocida en Nueva York.
—¡En una compañía de teatro! —gritó de nuevo haciendo que tuvieras que alejar el celular de tu oreja.
—¡Que bueno mi niña! Nos alegramos tanto por ti, supongo que con Dave ya lo celebraron.
Cerraste los ojos y recordaste que aún no les habías dicho.

Aunque ahora que ya tengo trabajo, no debería importar ¿no?

Estoy esperando que te pida matrimonio y nos den muchos nietos.
Tus ojos se abrieron impresionada e ibas a responderle, pero tu celular comenzó a recibir otra llamada entrante.
—Mamá, debemos hablar sobre eso... pero espera, me está llamando otra persona. —alejaste el celular de tu oreja para ver y tu corazón llegó a chocar contra tu pecho cuando viste su nombre.
—Adam.
—¿Quien es Adam?
—Na... nadie. —respondiste más nerviosa de lo normal —Debo contestar.
—Pero hija...
—Adiós. Los amo. Te llamo más tarde. —colgaste rápidamente y mordiendo tu labio para contener la felicidad. —¿Aló?
—¿Estabas durmiendo aún?
—No, no... ya había despertado —mordiste tu labio aguantando lo feliz que te ponía su llamada —amm ¿cómo estás?
—Bien... aunque me molesta un poco la garganta.
—¿En serio? ¿Pasaste frío anoche o...
O es simplemente mi culpa.
—No, no pasé frío. Quizás solo me contagie pero ya pasará.
—Deberías tomar algo.
—Nunca me enfermo así que, está bien. No te preocupes. Tú ¿cómo estás?
—Bien... gracias.
—Que bueno.
—Mmh... ¿dormiste bien? Pensé que te quedarías acá... donde es domingo... —te confesaste avergonzada y un poco arrepentida.
—Si, dormí muy bien, pero me tuve que ir. Perdón por no decirte, estabas durmiendo muy plácidamente y no te quise despertar.
Reíste en silencio sintiendo mariposas.
—Tenía un almuerzo importante con un empresario de Wall Street y lo había olvidado por completo, así que tuve que correr.
—Oh, entiendo. No hay descanso para alguien como tú.
—No mucho...
Sentías como si nunca hubieses hablado por celular. Esta relación de poder entregarse sus cuerpos pero, sentirte tan nerviosa simplemente porque estaba al otro lado del celular te desesperaba.
—Y... ¿por qué... llamabas?
—Cierto. —carraspeó al parecer nervioso también —Mañana tendré una cena importante en la noche y me gustaría que... me acompañaras.
Tu pecho se llenó de aire y tus mejillas se sonrojaron. Suponías que eso hacía una sugar baby, pero por una extraña razón se sentía como que realmente quería ir contigo.
—Si, no hay problema.
—Bien. Podrías ir a ver algún vestido, te deje mi tarjeta con William, quien te irá a buscar para llevarte donde quieras. Yo no puedo acompañarte porque debo seguir tratando algunas cosas, pero si necesitas algo simplemente me envías un mensaje o me llamas si no contesto rápido y es urgente.
—Oh...

Daddy Issues (Adam Driver y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora