No estabas segura, quizás habían sido un par de minutos o dos horas. A lo mejor debías checarlo en tu celular pero el animo no te era suficiente. Habían sido demasiadas cosas en menos de veinticuatro horas y no querías lidiar con tus sentimientos como en la noche anterior, otro ataque de pánico junto a una ducha fría no se te hacían para nada apetecibles, por lo que tu mejor solución fue mirar al techo de tu habitación.
Habían algunas manchas de humedad que se estaban formando, piquetes en la pintura, y una clara mala cobertura que quizás le habían dado los dueños anteriores. No te agradaba en absoluto pero ahí estaban y no creías seguro si es que en algún instante lo solucionarías. Realmente ese departamento no era muy relevante para ti, aunque ya acumulaba varios recuerdos importantes.
Inhalaste todo el posible aire que podría entrar en tus pulmones y luego lo exhalaste. No fue suficiente. Dos, tres, cuatro, cinco, seis veces. Nada. Había algo que te causaba molestia. Demasiada molestia. Ya habías solucionado lo de Dave, habías sido valiente y quizás no le gritaste y lo humillaste como en un inicio hubieses querido, pero creías que había sido mucho mejor; aun así, sus palabras finales. Esas palabras que tu le habías dicho y simplemente las repitió: A veces es mejor estar solo.Estoy cansada.
Habías salido de una relación, de la cual habías terminado mal y habías entrado a otra, que supuestamente no lo era en si, pero que claramente cumplía con varios factores de lo que era una relación normal. No habías alcanzado a sanar, y sin esperarlo te enamoraste de otro hombre, de Adam, al punto de llegar a amarlo.
Aun así y a pesar de, estabas cansada. Cansada de no saber, no entender y a la vez, no poder hacer nada por miedo a que te dejase.Que estupidez, estoy segura que me dejara de todas maneras.
Pero entonces ¿por qué te miraba con esos ojos que según creías a veces, eran de amor?
¿Debería seguir intentándolo?
Necesitabas una respuesta. Si fuese por ti seguirías y seguirías intentándolo, pero quizás las palabras de alguien que lo conociera te detendría realmente.
Hubo un momento de silencio en tu cabeza, y como una luz en medio de la oscuridad destelló el nombre de Emilia. La Emilia a la que tanto habías temido, en ese momento, era la única salvación de tu infierno mental. Tomaste tu celular, el cual habías estado ignorando, y te fijaste por fin en la hora. Tres horas llevabas ahí.Nada de él.
Suspiraste nuevamente e ignorando el hecho de que tu sábado feliz se convirtió en una mierda, marcaste su nombre dentro de los contactos y la llamaste. En tanto tú celular sonaba, tu estomago vacío se apretaba y tu pecho se aceleraba gracias a tus palpitaciones junto a una respiración agitada. Y es que no llamabas a cualquier persona, era su hermana.
¿Que mierda le voy a decir?
—¿Aló?
Su voz te pilló desprevenida, lo que te hizo dar un salto sobre tu colchón. Te asusto tal cual lo hacia Adam.
—Hola...hola... soy (Tu nombre). —dijiste torpemente.
—¡Había estado esperando tu llamada! Demoraste mucho.
—¿En serio? —preguntaste con media sonrisa sin poder creerlo.
—Si, esperaba que me llamaras al día siguiente que nos presentamos o aunque sea un mensaje por Dios.
—Lo siento mucho, es que bueno... a veces soy un poco despistada, pero te juro que ese mismo día al salir había guardado tu número.
—Mmh... está bien y... ¿cómo has estado? ¿Cómo estuvo la obra? ¿Salió todo bien? —preguntó alegremente con su acento británico que al parecer había adquirido por lo años viviendo allá.
—Salió... —pensaste unos segundos en la obra en si y en lo que sucedió después. —bien, lo que si en un momento olvidé mi parte.
—¿Que? No me lo creo.
—Si, pero logré salir del paso y creo que quedó aún mejor.
—Eso es, ¡felicitaciones! algún día quiero escuchar como tocas.
Te sonreíste pero, al recordar que Adam ni si quiera te dijo eso, te dolió.
—Oye... amm ¿y cómo supiste? Que sería la obra y que... toco piano.
—Oh... —comenzó a reír nerviosa con su contagiosa risa —creó que es bastante obvio el porqué lo sé.
—Así que hablan de mi.
—Bueno, ya lo había dicho cuando nos vimos y ahora es aún más obvio. —rió nuevamente.
Suspiraste ante el comentario que te hacía dudar aún más de todo.
—Estoy... —suspiraste nuevamente sonando muy triste y aguantando las ganas de llorar. —estoy cansada Em.
—¿Cansada? —preguntó preocupada —¿por... por qué?
No sabías como decirlo, tragaste saliva un montón de veces intentando no caer en llanto y pensando en cómo expresar el millón de emociones que contenías.
—Tu... tu hermano. —dijiste a duras penas sin querer nombrarlo y sin poder aguantar, permitiendo que un sollozo saliera.
—Oh cariño... —escuchaste su lamento sincero —ese idiota.
No evitaste soltar una pequeña risita en tanto secabas tus lágrimas.
—Creo que debo... —ni si quiera te daba decirlo en voz alta. —debo... ter... —cerraste los ojos dejando salir aún más lágrimas —terminar lo que sea que tenemos.
Hubieron unos segundos de silencio, antes que Emilia hablara.
—Rayos. —suspiró —Mira... yo... yo no te puedo decir que hacer y si crees que es lo mejor terminar yo te apoyo pero, Adam ha vivido muchas cosas y... si es que, solo si es que puedes, dale una oportunidad más.
Tu corazón se aceleró al escuchar esas palabras.
—¿Una oportunidad más? —preguntaste casi en un susurro.
—Si. No sé cuantas le hayas dado pero quizás, una última vez.
—¿Crees... —suspiraste —crees que Adam podría llegar a sentir algo por mi?
—No me lo ha dicho pero...pero creo que si. Después de mucho años podría ser que por fin su corazón esté sintiendo amor.
Tu mentón comenzó a tiritar y tuviste que abrazar tus piernas dejando que las lágrimas cayeran, y que tu cuerpo también temblara. Era primera vez en todo este tiempo que escuchabas algo así, no era solo tu imaginación o lo que alguien que no conocía a Adam podría concluir. Era su hermana, la misma Emilia diciéndote que quizás... quizás Adam también te podía querer.
—Lo siento... no... —tragaste saliva tratando de calmarte pero no podías.
—Llora, si necesitas hacerlo llora, no está mal.
Esa sensación de esperanza se sentía como un pequeño calor en tu pecho, pero toda su oscuridad alrededor era miedo, miedo de que finalmente todo fuese mentira.
—¿Te puedo... llamar más tarde es que... —sollozaste nuevamente tapando tu boca.
—Cariño, llámame cuando puedas y piensa en lo que te dije. Aún así apoyo tu decisión, lo que sea que hagas con tal de estar tranquila estará bien. —suspiró.
—Gracias. —fue lo único que pudiste soltar en tu llanto.
—Ánimo, te envío un abrazo y para lo que necesites ya tienes mi número.
—En serio gracias... —suspiraste —adios Em.
—Adios pequeña.
Dejaste tu celular a un lado y seguiste en la misma posición esperando que tu mente se aclarara. Debías calmarte antes de decidir que hacer.
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Daddy Issues (Adam Driver y tú)
RomantizmEstabas empezando tu vida en Nueva York cuando todo se fue al carajo, pero alguien llego... la pregunta es si a salvarte ¿o arruinarte?