Ya han transcurrido cuatro años desde que dijeron sus votos en la St. Paul's Cathedral, en Londres. El lugar que Adam encontró perfecto para convertirse en marido y mujer.Después de aquello, todo fue una locura. Para que pudieses seguir con tu carrera creciente en Londres y en los lugares que te habían dado estrellato, Adam se decidió por nombrar a un vicepresidente encargado de Nueva York, y se mudó contigo a Londres. Abrió junto a Matt una nueva sucursal, dándole por primera vez todos los reconocimientos que merecía y la oportunidad de trabajar a su lado. Fue una idea fantástica ya que les comenzó a ir mucho muchísimo mejor.
Al tiempo y dado que tus padres debían viajar constantemente, Adam lo solucionó comprándoles una casa en Londres y llevándolos allá. Fue una sorpresa totalmente especial para ti y no pudiste agradecer más del esposo que tenías.En el cumpleaños número cinco de Ben, cuando los niños ya se habían ido a dormir y los adultos quedaban conversando, diste la noticia de que estabas embarazada. Emilia junto a Anne y tú madre lloraron de la emoción como si ellas mismas hubiesen estado embarazadas y tu padre no dejaba de repetir que sería abuelo. Seb, el nuevo esposo del grupo, te felicitó junto a Matt... y Adam... Adam no podía más de amor y felicidad. Querías sorprenderlo y lo lograste. Sabías que quería un hijo y que había estado esperando mucho por esa noticia, y no pudo ser más especial que darla con todos aquellos que los amaban. Te abrazo y te beso sin parar, y cuando llegaron a casa celebraron tal cual Emilia te había enseñado: utilizando cada rincón en la casa para hacerse parte del otro; realmente esos orgasmos nunca ibas a olvidarlos.
POV Adam.
Te miraba en tanto intentabas acomodar tu pancita dentro de tu pijama. Amaba mirarte y le encantaba como te veías embarazada. No importaba si estabas más rellenita, con algunas ojeras, y pies hinchados, seguías siendo completamente hermosa para él.
—Amelie está más inquieta que nunca. —dijiste girándote para acostarte.
—Al parecer será inquieta como la madre. —dijo Adam tomándote de la mano y ayudándote a acostarte. —¿Cómo te sientes amor? —te preguntó acariciando tu barriga muy abultada en tanto te miraba a los ojos.
—Siento que en cualquier momento voy a explotar. —dijiste riendo provocando que Adam también riera.
—Bueno, el doctor dijo que en esta semana quizás darías a luz. —decía sintiendo que su corazón se llenaba de felicidad con tan solo la idea.
—Es cierto. Quizás sea hoy ¿te imaginas? —le preguntaste emocionada.
Adam se sentó en la cama de un salto y te quedó mirando con ojos de preocupación. El sólo pensarlo lo llenaba de emoción, de verdad quería ser padre de tus hijos.
—¿Ya viene?
Te largaste a reír y comenzaste a negar.
—No amor, aunque recuerda que el bolso está en la otra habitación con todas las cosas listas.
—Lo tengo más que claro ¿cuántas veces lo hemos planeado? —te preguntó divertido recordando las veces que imaginaban el como sería cuando empezaras con contracciones.
—Creo que demasiadas para no estar preparados. —le respondiste riendo y acercándote a él para besarlo.
Adam te besó abrazándote con mucho cuidado y bajando su mano por tu cuerpo. Amaba tocarte y en ningún momento dejó de desearte. Es más, disfrutaron mucho teniendo relaciones en todo tu embarazo.
—¿Que haces querido? —le preguntaste en un suspiro.
—Tocando lo que es mío señora Driver. —te dijo juguetón bajando a tus pechos que te habían crecido por la lactancia que vendría para tu bebé, cosa que sinceramente le había encantado.
—Amor ¿quieres provocar que tenga a la bebé ahora?
—Sólo estoy acariciándote. —dijo con ojos de cachorro sabiendo que no solo era eso. —Ademas no te puedes quejar, sé que te gusta.
—Me encanta amor pero... —te detuviste de golpe —¡Oh por Dios!
Adam se sentó nuevamente con ojos grandes sintiendo que su corazón se saldría. No podría soportar una vez más esa broma.
—No bromees de nue...
—No lo estoy. —comenzaste a respirar agitada bajando la mano a tu pelvis y sintiendo que estaba todo mojado. —Rompí fuente.
Después de decir aquello, todo fue muy rápido y desordenado. Adam junto a ti no siguieron nada de lo que alguna vez planearon. Corrió a buscar el bolso, lo tiró por la escalera haciéndote reír por su desesperación y luego, sacando fuerzas de donde no tenía por su nerviosismo, te bajo en brazos con mucho cuidado. Se puso dos zapatillas diferentes y un abrigo cualquiera que encontró. Por último te ayudó a abrigarte con un montón de mantas y secándote te subió al auto.
En el camino te guío en tu respiración por el dolor de tus contracciones, pero a la vez intentando calmarse él. Eran casi treinta minutos al hospital más cercano y eso lo ponía demasiado nervioso. Además no podía creerlo, realmente estaba pasando, realmente nacería su pequeña. Llamó a Emilia para que le avisase a todo el mundo y luego siguió intentando ayudarte en todo lo posible.
—Ya tengo ganas de pujar amor. —le decías incrédula por tus contracciones.
—Pero amor, espera... espera ¿no se supone que deberías dilatarte primero? —te preguntaba demasiado nervioso en tanto conducía lo más rápido y a la vez prudente que podía.
—¡Carajo! —dijiste con otra contracción apretando su mano.
—Respira profundo mi vida, vamos... queda menos.
—Quizás sea un parto rápido. Mi madre me tuvo así... ¡Dios! —gritaste cerrando los ojos intentando respirar bien. —Poco común pero posible.
—Ay amor, lo poco común es lo que nos rodea. —te dijo haciéndote reír e intentando calmar a los dos.
Al llegar al hospital, entró contigo en brazos y gritando llamó la atención de todos.
—¡Una camilla! ¡Vamos a ser papás! —gritaba Adam haciéndote reír en tanto el dolor te agobiaba.
—Amor, ya vienen... ya vienen. —le dijiste calmándolo e intentando controlar el dolor de tus contracciones.
A los segundos llegaron enfermeros con una camilla en la que te pusieron encima. Corrieron a la sala de parto y una matrona te revisó en tanto Adam los seguía. Sentía que todo lo que había leído y todos los videos que había visto sobre partos atacaban su mente, quería hacerlo bien y anhelaba que todo saliera bien.
—¡No puede ser! Ya está casi completamente dilatada. Será un parto rápido, debemos entrar en labor. —dijo antes de que tus contracciones se hicieran más fuertes.
—Vamos amor, tú puedes. Respira como practicamos. —te dijo intentando acercarse a tomar tu mano antes de que una enfermera lo detuviera.
—¿Estará presente en el parto?
—Claro que si, debo estar con mi esposa.
—Bien entonces sígame, debe prepararse para estar adentro.
Adam respirando agitado te miró con ojos preocupados y tú a él, a lo que le asentiste y sonreíste intentando darle tranquilidad. Sus ojos brillaron en emoción y sobre todo de amor. Su hermosa esposa sería madre y lo haría ser padre de una pequeña niña. No sabía si podía contener tanta felicidad.
Lo vistieron lo más rápido que pudieron con una cofia, un tipo delantal azul, y unos protectores de zapatos. Ahí fue cuando se dio cuenda que llevaba zapatillas descambiadas lo que lo hizo reír. Todo estaba siendo demasiado caótico.
Al volver entrar a la sala de parto, se acercó rápidamente a ti y se dio cuenta que ya te habían cambiado. Tomó tu mano y te vio toda sudada y con las mejillas rosadas.
—¿Cómo estás mi vida?
—Nerviosa amor, muy nerviosa. —tragaste saliva cerrando los ojos y apretando la mano de tu esposo sintiendo que la pequeña ya venía. —Oh por Dios.
—Vamos cariño, respira conmigo: Uh... ah... uh... ah. —te decía mirándote a los ojos en tanto lo imitabas.
La matrona nuevamente bajó a revisarte y se dio cuenta que estabas completamente dilatada.
—Ya es tiempo.
Al momento de escuchar eso, ambos se miraron y notando que tus cejas se curvaban supo que ya venía. Diste un gran gemido y apretaste con fuerza su mano.
—Vamos mi vida, tú puedes. Tu puedes.
—Ya se ve la cabecita. Sigue pujando. —gritó la matrona.
—Respira amor y vamos de nuevo. —te dijo Adam sin quitarte los ojos de encima.
Y así nuevamente, pujaste una y otra vez, en cuanto no dejabas de sudar y Adam en ningún momento dejaba de darte ánimos y apoyarte. Después de unos minutos de esfuerzo y dolor, escucharon el tierno llanto de su pequeña bebé. Ambos se miraron sin poder creerlo con el corazón hinchado de felicidad y ojos llenos de lágrimas.
—Venga el papá a cortar el cordón de su hija. —le dijo una enfermera a Adam.
—Ve amor. —dijiste completamente agotada.
Te observó sonriendo de oreja a oreja y soltando tu mano se acercó a su pequeña que no dejaba de llorar. Al mirarla sintió un amor diferente al que había sentido en toda su vida y aún más, como se formaba un espacio en su corazón que pertenecía completamente a ella.
—Mi Amelie. —susurró tomando la tijera que le entregaban y con mucho cuidado corto el cordón umbilical.
La matrona la tomó con suma delicadeza y la llevó hacia a ti. Al verla tus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad y al tenerla en tu pecho, estás se derramaron; aún más cuando notaron que Amelie dejaba de llorar por estar en contacto con tu piel.
—Es hermosa. —dijiste mirando a Adam que lloraba igual que tú.
—Lo es. —susurró acercando sus labios a la pequeña cabecita de Amelia, para luego besar tus labios. —Lo hiciste bien mi vida, lo hiciste excelente. —te dijo lleno de orgullo y afecto.
—No hubiese podido sin ti. —le dijiste sonriendo y volviendo la mirada a su pequeña. —Amelie Driver.
—Nosotros somos tus padres y te prometo que te vamos a amar por siempre e intentaremos ser los mejores.
Volviste a mirarlo y él mirándote se sonrió sintiéndose más pleno que nunca. Esta aventura recién empezaba, pero sentía que tenía la mejor compañera a su lado.
En ese momento se dio cuenta que el deseo de cumpleaños que alguna vez hizo a tu lado se hizo realidad.
"Seguir teniéndote a mi lado en los momentos especiales de mi vida".Y los seguiré teniendo con la perfecta madre, mi perfecta mejor amiga, mi perfecta esposa, mi perfecta alma gemela, el perfecto amor de mi vida.
• FIN •
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Daddy Issues (Adam Driver y tú)
RomanceEstabas empezando tu vida en Nueva York cuando todo se fue al carajo, pero alguien llego... la pregunta es si a salvarte ¿o arruinarte?